CAPÍTULO 10. Un amanecer diferente
Loid despertó en casa. Su instinto desconfiado lo hizo levantarse de un brinco cuando sintió unas manos asirle del cuello, pero éstas le presionaron un poco, sin fuerza, hacia abajo para que se estara quieto. Parpadeó angustiado. Su mirada se hacía nítida muy lentamente, pero no su olfato. Su olfato era inconfundible. Como el olor que ya tan bien reconocía. —Soy yo… tranquilo —murmuró una voz femenina y sosegada. Loid dejó escapar un suspiro. —¿Yor…? —Sí —musitó. Los iris azules del hombre lograron hacer clara una bonita sonrisa sobre él. Tan dulce… que casi sonrió él también. Pero no podía […]