CAPÍTULO 24. La muerte de alguien influyente
—No se preocupe, Ymir, iremos nosotros. —Iré yo. Total, tengo ganas de ir de caza. Esa misma noche que Historia la dejó plantada por Bertholdt, los vigilantes del recinto exterior de la villa Fritzel habían avistado una presencia en las parcelas que se había movido las últimas dos horas por las tierras donde estaban los cultivares. Los hombretones habían avisado a Ymir, pero ella les dijo que se quedaran donde estaban y que iría ella por su propio pie. Así que revólver en mano, con balas de una longitud capaz de enviar a un humano a la luna y más […]