CAPÍTULO 14. La venganza de los Blouse
—No lo hago nada mal, ¿verdad? —dijo a voz en alto, calculando antes de lanzar el último enganche. Era un equipo al que había que tratar con mucho cuidado, pues se desequilibraba con rapidez y dependías literamente de tu buena puntería. De pronto el sonido de un motor sonó lejano, pero indudablemente en dirección a la villa. Thomas le hizo un gesto a la rubia de lejos y ésta apuntó con cuidado, lanzándose hacia la planta baja del edificio donde Ymir solía practicar. No se había atrevido con los niveles más altos porque tenía vértigo. Prefería ir poco a poco. […]