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CAPÍTULO 10. El último entrenamiento

—En sus marcas, listos… ¡ya!

Todas las soldados del Cuerpo de Exploración y de la Policía Militar salieron corriendo de sus líneas, era una prueba de rapidez, fondo y resistencia. El sector femenino estaba a un lado y el masculino justo acababa de terminar. Jean había tenido mejor nota tanto en resistencia como en el cuerpo a cuerpo. Había sido grato para los exploradores saber que cada año se confirmaba una realidad: aunque sólo entraran a la Policía Militar los diez mejores, el hecho de relajarse en la ciudad interior por años mientras que los exploradores entrenaban duro y de forma constante en el exterior, hacía siempre campeones a los exploradores.

Con las mujeres era diferente, pues había mucho talento en la promoción tanto de la legión como de la Policía Militar. Levi había trotado a caballo hasta las metas, mientras Hange estudiaba el lateral, viendo con más precisión los adelantamientos y la manera de correr de esas chicas. Tras el pistoletazo de salida, fue Ymir la que adelantó el primer puesto. A Levi esto no le sorprendió, un metro setenta y dos de estatura y esas largas piernas flacas le conferían una zancada espectacular. Pero eran muchos metros. Pronto, Mikasa se situó a la misma altura y seguidamente, Annie y Sasha. Hitch no iba muy atrás, pero sin querer, Sasha golpeó una piedra al pasar rozándola y ésta le hizo torcer el tobillo a la policía, quien cayó estrepitosamente a la tierra y se jactó dolorida. Sasha era tan rápida que ni siquiera se dio cuenta y continuó.

—¡Ja, mira eso, Levi! ¡Mira ese duelo de titanes! —Levi miró aburrido el dedo de Hange y alcanzó a ver a Ymir, Mikasa y Annie luchando por el primer puesto. En aquel punto, la estatura dejó de importar. Annie movía las piernas con una velocidad asombrosa, no tardó demasiado en dejar a Ymir atrás. Mikasa, sin ningún nervio, y viéndose con la línea de meta ya encima, aprovechó los centímetros que le sacaba a la rubia para alargar la zancada.

—Gana Mikasa —dijo Levi, haciendo las anotaciones pertinentes—. Ahora marchen con su amiga, creo que se ha hecho daño. Sasha e Ymir igualan posiciones, aunque Sasha, debes mirar mejor por dónde pisas, o te torcerás el tobillo tú la próxima vez. Ymir, aprende a mover esos brazos largos que tienes mientras corres, si no los acompasas bien con tus piernas y tu cintura, tu altura no servirá de nada. Mikasa y Annie… perfecto. —La mirada se le movió a la última que llegaba a la meta, la pequeña Historia, quien se dejó caer de culo en la tierra. Levi sonrió de lado—. Eso pasa en la ciudad interior, que uno empieza a descuidarse. ¿Qué tal la carrerita, Alteza?

—Mejoraré —dijo haciendo un puchero casi sin darse cuenta. Ymir la miró con cierta ternura, sin decir nada.

—¡¡ASOMBROSO, chicas!! ¡Qué orgullosa me siento del Cuerpo de Exploración! —dijo Hange acercándose al trote. Ya tenía la pierna recuperada—. Ahora toca el cuerpo a cuerpo. Habrá posibilidad de peleas mixtas en algunos casos. Pero mucho ojo, quiero ver qué tal está vuestra defensa más que vuestra fuerza. Ganarán al mejor de dos. ¿Entendido?

—¡Sí! —contestaron al unísono.

Nuevamente, el capitán y esta vez también el comandante se unieron a la comitiva. Erwin se situó cerca del atrio para tener una mejor visualización. Después de largo rato, ya habían visto a varios contendientes. Connie tuvo un intenso cara a cara con Sasha, eran ambos muy ágiles. Les aplaudieron incluso, pues aunque acabaron en empate, ambos se habían esforzado mucho. Se conocían tan bien el uno al otro que era difícil sorprenderse en una pelea. Después, Annie acabó con Eren, derribó a Connie y dejó atontado a Jean; su empeine le alcanzó en la cara, cosa que sacó varios aplausos. Era toda una hazaña para una chica de poco más de metro y medio. Después enfrentaron a Eren con Historia, donde ganó indiscutiblemente Eren. Ymir le puso las cosas realmente difíciles a Hitch, se notaba que la chica no había entrenado mucho desde que entró en la ciudad interior. Mikasa y Annie ganaron todas sus contiendas, y cuando las pusieron cara a cara, el tiempo se acabó antes de que hubiera ninguna campeona clara.

—Bien. Ya tenemos una visión general. Ymir vs Annie. Ya. —Dijo Levi soporífero, mientras terminaba de anotar los resultados. Vio de reojo que Hange bajaba del caballo y sin que nadie echara cuenta se palpó el muslo, con una mueca de dolor. Por inercia miró a Erwin: éste rodeó a Hange con el caballo e intercambió unas palabras con ella, que por la lejanía no pudo oír, pero conocía bien las expresiones de su comandante, y el hombre parecía enfadado. Hange caminó cojeando hasta el cuartel sin decir nada. De seguro que aún no tenía permiso del médico para montar a caballo, pero era una cabezona. La circulación sanguínea en heridas de tal calibre eran clave si se quería una recuperación eficaz, y el galope sólo lo retrasaba. Al volver la vista, acercó un poco el caballo a las chicas que había en el centro del campo.

Annie contra Ymir…

Historia miraba aquello con gran interés. La mirada adormilada e impasible de Annie lo decía todo: para ella era un enfrentamiento común. Entrenaba mucho, y aunque Ymir también lo hiciera, Annie había llevado desde la cuna prácticas militares. El primer round fue anunciado y empezaron a caminar en círculos, hasta que Annie adoptó la guardia típica de la media distancia. Nunca subestimaba al enemigo, tenía la mirada adiestrada para anticiparse a los movimientos del rival, sabía reaccionar a tiempo. Por eso vio que Ymir no tenía una guardia clara, sino los puños bajos a la altura del pecho. Ymir fue la primera en lanzarle un jab de izquierda, que Annie esquivó sin mucha ceremonia, e impactó el puño derecho en su estómago cortándole la respiración. Se alejó enseguida de ella para recuperar la distancia y esperó a que cometiera el error de empezar primero por segunda vez. Ymir aguantó el dolor sin cambiar la expresión, pero Annie sabía bien el daño que causaba con sus golpes. En este caso, no por fuerza, pero le había dado en la boca del estómago y eso causaba una respuesta fisiológica muy incómoda que dificultaba la respiración. Ymir humedeció los labios y se concentró de nuevo. Esta vez lanzó el mismo jab, pero era una finta: cuando vio que Annie iba a contestar con una de sus peligrosas patadas, balanceó todo su tronco hacia atrás dejando que su pie pasara a ras de su nariz, y ahí fue cuando tomó impulso y le lanzó una patada derecha en mitad del cuello, dándole de lleno. La gente lanzó un suspiro de sorpresa, Levi miraba con más interés. Annie, consciente de que había bajado la guardia por confiada, ni siquiera cambió la expresión de la cara. Esa chica era una roca para sus propias emociones. Además, pese a la gran fuerza que Ymir usó, trastabilló pero no llegó a caerse al suelo. Se puso de pie y tuvo un amago de impactarle el codo en la cara, pero vio que Ymir volvía a balancear hacia atrás y levantaba de nuevo la pierna, ensartándole la bota en el estómago. Creyó que eso sería suficiente para al menos tirarla, pero nuevamente y pese a lo bajita que era, Annie trastabilló hacia atrás y recuperó el equilibrio. Ya vio venir la patada a tiempo, por lo que endureció sus abdominales y el dolor no fue ni la mitad que el que Ymir tuvo que aguantar antes. La morena sabía pelear, estaba claro. Pero la rubia quería acabar rápido, así que aquel plato entrante ya le había servido para estudiarla mejor. Aunque se veía capaz de ganarla en la media distancia, Ymir tenía las piernas muy largas y esquivarlas sería más tedioso e innecesariamente largo. Iría directamente a su punto débil, y donde rara vez era vencida: lucha de suelo. Cuando se tuvieron de frente, Ymir estaba preparada para reaccionar, sin embargo, Annie se lanzó directa a sus corvas y la hizo perder el equilibrio. Escaló en su cuerpo tumbada sobre ella y apretó con saña su cabeza contra su cuello, incomodándola. Ymir no dominaba la lucha en la corta distancia, se dio cuenta en seguida: Annie no tuvo ninguna dificultad en girarla y cruzar los brazos delante y atrás de su cuello, practicándole un mataléon donde empezó a asfixiarla. Aguantó bastante la asfixia, pero finalmente, notando que iba a desmayarse, golpeó para rendirse.

En el segundo round, Ymir estudió el cuerpo de Annie para intentar actuar cuando la viera mover el mínimo músculo. Como no empezaba, intentó pillarla por sorpresa y corrió a sus rodillas con la intención de tirarla de la misma manera que ella había hecho antes. Cuando acortó distancias, sin embargo, Annie recargó la cintura y le golpeó un gancho desde abajo con el puño levantado enérgicamente, haciendo que su cabeza se moviera hacia arriba. Sin darle tiempo a reaccionar la pateó lateralmente en el hígado y esto arrancó un grito de la morena instantáneo, cayendo de rodillas al suelo, con la respiración trabada. La primera la pudo aguantar, la segunda no. Al ver cerca las piernas de Annie se movió arrebatada a agarrarla de las piernas, pero al mínimo estiramiento de su cuerpo se le encogió mucho más el diafragma, como una punzada intensa que le cortó por tercera vez la respiración. Intentó decir algo para quejarse pero la voz no le salió. El público aplaudió y la rubia le tendió la mano. Ymir la aceptó y se puso de pie aceptando la derrota, aunque algo decepcionada conmigo misma.

—En el suelo estás perdida. No dejes que el rival se te acerque nunca si sabe lucha de suelo.

—¿Y no es mejor pedirle entrenamiento a alguien que sepa, eh, Annie? ¿Qué me dices? —dijo riendo la morena, cogiendo algo de agua.

—Has estado genial, Ymir… te felicito —Historia la abrazó de repente, a lo que Annie se mostró igual de seria que siempre y se fue a otra parte.

Cuando Ymir no se sintió tan observada, tuvo que ser sincera. Susurró a Historia en el oído.

—No tiene tibias, tiene rocas —se palpó el costado que aún le tenía el diafragma encogido. Le dolía.

—Annie entrena dando patadas a los árboles —las asustó Levi desde atrás, haciendo que Ymir se girara—. ¿Te ha roto algo?

—No, sólo me duele al respirar.

—Eso es normal. No levantes peso hoy, mañana estarás bien.

—¡Chicas! ¿Os venís a tomar un té? —preguntó Sasha, acompañada de Connie. Los dos tenían un ojo morado igual de inflamado, como dos mellizos.

—¡Enseguida vamos! Voy a acompañar a Ymir a ponerse hielo.

—Bien, nos vemos allí —agitaron el brazo a distancia y se dieron la vuelta.

Casa de Ymir

Se miraban fijamente la una a la otra mientras se movía. Ymir tenía la mirada eclipsada por la rubia, siguiéndola en su vaivén arriba y abajo. Su esbelto y pequeño cuerpo estaba sentado sobre ella, penetrándose el miembro de Ymir por sí sola, y notaba un enorme placer cada vez que caía hacia abajo, como un abrazo íntimo y caliente. Ymir tenía el cuello brillante de transpiración.

—¿Te gusta, Ymir…? —le preguntó con una voz inocente, aferrándose mejor a los hombros de la alta. Ymir asintió atontada, recorriéndola de arriba abajo, centrando la mirada en cómo su miembro desaparecía una y otra vez bajo los carnosos labios vaginales de Historia. Empezó a masajearle un pecho, cubriéndolo con la mano, mientras la otra le acariciaba una nalga, acompañando suavemente su armonioso sube y baja. Tensó su adolorido cuerpo y enseguida bajó la mano de su pecho hasta la cintura de Historia, la cual sujetó con las dos manos, casi rodeándola por entero. No quiso apretar, pero las uñas se le clavaron ligeramente cuando Historia aumentó la velocidad. La rubia observaba las expresiones de placer de Ymir y cómo de repente se le contraía todo. Dio un quejido quebrado y echó la cabeza hacia atrás en el respaldo, moviendo inconscientemente la cadera también hacia arriba. Había vuelto a llenarla por dentro. Historia sonrió al verla así y besó su cuello, notando su respiración dificultosa. Le encantaba que pese a ser tan pequeña pudiera dejarla tan agotada. Ymir estaba extasiada cada vez que lo hacían, tocaba las nubes y se quedaba allí. Los besos dulces de Historia la hicieron tragar saliva.

—¿Nosotras no veníamos por hielo…?

—Ya se habrán acabado el té sin nosotras —dijo Ymir con los ojos cerrados. Su cuerpo sufrió la transformación de nuevo, perdiendo el pene—. Quiero que la próxima vez tú me m…

—¡Relaja un poco! Y deja de pedir, ni siquiera estás recuperada de este encuentro —murmuró riendo, atrapándola de la nariz. Se volcó encima de ella y notó una mueca dolorida de la morena, que la hizo mirarla en su hematoma lateral—. ¿Te duele, no has regenerado nada…?

—Cómo hacerlo, si no me dejas cuidar mis energías… —le espetó divertida.

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