CAPÍTULO 16. Reencuentro de amor
—Ver para creer —murmuró Rebecca, atónita ante la reproducción en bucle del vídeo de las cámaras de seguridad que la rusa había saqueado de cierto edificio. Había tenido una discusión acalorada con el director de la empresa por un ajuste de cuentas; él no cumplió una cláusula, ella avisó de que habría represalias si no pagaba en el plazo estipulado, y el plazo se había cumplido. Dado que no era una empresa armamentística, los militares que se personaron de parte de la rusa fueron sin contemplaciones y cogieron a dos rehenes. Rokuro se había infiltrado en la compañía para hacerse pasar por un acaudalado y prometedor adquiriente de seguro de vida. La empresa, babeando por el dinero que le podían sacar, expuso en privado unas cláusulas que no respondían al tratado que tenían con la rusa (que quería saber a toda hora quién pagaba por un seguro de vida en Roanapur). Con las manos en la masa, Rock grabó toda la conversación que mantuvieron en el despacho, y esa fue la causa directa de que Balalaika irrumpiera con sus hombres allí mismo. Rock dispuso una identidad, un currículum, una nómina y una firma falsa y a los veinte minutos con el trato ya cerrado, se formó el caos.
—Antes teníamos más encargos del Hotel Moscú. Ahora que tienen todas las rutas marítimas apropiadas, supongo que también tendrán su propia flota y sus propios piratas. —Murmuró Revy con un deje de desdén, mientras observaba junto al resto de la banda la grabación de aquel suceso. Estiró la mano hasta meterla en una bolsa de palomitas y se llevó un puñado entero a la boca. — ¿Cu…?
—Te equivocas. He rechazado varios encargos por motivos personales. Balalaika sigue teniéndonos como primera opción, no quiere abrir contratos nuevos en el ámbito marítimo.
Revy hizo un balbuceo inquisitivo, observándole de reojo. No le entendía.
—Creí que te vendría bien estar una temporada más lejos de Rock —prosiguió él, haciendo que Revy se tomara un tiempo más largo en acercarse el pitillo a los labios.
—A mí me da igual —murmuró después de un rato, encendiéndoselo con un mechero.
—Sí, Revy, a ti todo te da igual… todavía me acuerdo de cómo reaccionaste cuando Benny-Boy entró a la banda. Te pasó igual con Rock. Si te dieran tan igual las cosas, no te pondrías tan destructiva.
—¿Otra vez con esa gilipollez? ¡Pasa página, Dutch!
—No te conocí ayer. Si quieres engañar a alguien, busca a cualquier inepto por ahí fuera. Espera. No lo harás. Porque no te gusta la gente, ¿verdad?
Revy se quedó en silencio mirando la cinta, mientras daba otra calada más larga. Pero aunque mirara la pantalla, le había dejado de prestar atención. Las palabras de Dutch, a quien consideraba una especie de hermano mayor respetable, le recalaban siempre.
—Te lo dije entonces y te lo digo ahora. Si sigues así, acabarás mal.
—Para. Déjame en paz —resolvió la morena, levantándose con gesto hastiado de la silla. Dutch se llevó la cerveza a la boca y le dio un buen buche.
—Ven y sienta el culo aquí, que todavía no te he explicado lo que tenemos que hacer.
Revy asomó una mano por el marco de la puerta y le sacó el dedo corazón. Benny vio el gesto y se contuvo de reír, pero volvió a centrarse en el ordenador.
—Cuéntamelo a mí y cuando esté de mejor humor se la transmito —murmuró Benny.
—Hay que llevar un cargamento hacia el oeste de Roanapur, pasando por un canal artificial. No debería haber ningún tipo de problema, pero hay rumores de que se ha instalado una banda japonesa y ya sabes que no le gusta dejar cabos sueltos. Incluso traerá a Rock como intérprete en caso de que se ponga fea la cosa y ni siquiera nos entendamos. Cree en su potencial verbal para salir de atolladeros. —Se aproximó la lata de cerveza y bebió el último trago, aplastándola seguidamente con la mano. —Esto nos vendría bien, porque andamos faltos de munición.
—Jm. —Asintió pensativo Benny, que en ningún momento dejó de teclear. Dutch se quedó mirándole algunos segundos y luego miró a salón, donde Jane se había quedado dormida tras el almuerzo.
—¿Cómo te va con la princesita informática?
Benny sonrió.
—Tiene sus días malos, como todos. Pero es un ángel en realidad. Eso sí, un poco celosa.
—A lo tonto ya lleváis casi un año. Me extraña que no hayas querido sentar la cabeza y buscaros un apartamento juntos.
—Lo hemos estado hablando, pero ella quiere una casa muy grande y muy lejos de aquí. Para cuando ese día llegue, habré de organizar más cosas.
Dutch asintió. El dinero no lo era todo, pues Benny y los de la banda tenían una buena cantidad ahorrada.
—Necesitaréis nuevas identidades. Eso tenlo más que claro. Te buscan ahí fuera. Tampoco ella es que tenga un historial muy limpio.
Benny hizo una mueca y tuvo que asentir. Los problemas en el pasado con la mafia de Florida podían masificarse si pisaban la frontera. Porque Benny sabía, al igual que cualquiera que hubiera vivido por esos negocios, que una vez había existido un mal cierre de negocios, siempre quedaba algún resquicio, alguien enfadado, alguien atento, alguien mirón… alguien que complicaba las cosas. La compañía Lagoon se había vuelto demasiado conocida por Roanapur, y si era conocida en Roanapur, lo sería en cualquier ciudad donde sus negociantes, lícitos o no, tuvieran condominios.
—Bien. Revy no tiene la opción de elegir, debe venir mañana. ¿Crees que he hecho bien en aceptar, Benny-Boy?
—Creo que sí. —Paro de escribir y se acercó su lata de cerveza, que estaba prácticamente intacta. Después de tragar, miró a Dutch. —También creo que pese a lo bien que la conoces, te puede sorprender.
—Sufrió mucho de niña. Y lo sigue haciendo de adulta. Pero es una de las mejores personas que he conocido. Esa opinión jamás cambiará. Y créeme, lo de Rock le ha dolido. Hace tiempo la oía decir que en cuanto nos dejara y se fuera de la compañía, lo mataría. Y cuando se fue, lo único que hizo fue no mirarle y quedarse callada varios días.
—No soy su confidente, pero eso no hace falta que me lo digas. Se nota a leguas lo que le afectó. También vivo con ella, ¿sabes?
Dutch soltó una risita desganada y se acarició las cervicales.
—Espero que todo salga como tenga que salir. Voy a comprar provisiones para esos días en el barco, necesitaré el todoterreno que tiene un maletero grande. El viaje de ida y el de vuelta, suponiendo que salga sin inconvenientes, durará tres días. Levanta el culo de esa silla y cuando veas a Revy dile que más os vale a los dos dejar todo lo que compre bien guardado y refrigerado en el barco.
—Descuida, pesado. Ahora se lo digo.
A la mañana siguiente
La compra de Dutch no era lo único que había en los contenedores del sótano de la embarcación. La iglesia también le dejó algo de munición y algunas armas nuevas a cuenta de Balalaika, como regalo de bienvenida por haber vuelto a trabajar con ella una ocasión más. Dutch era consciente de que aquella misión no hacía ninguna gracia a la pistolera, pero no le había dicho ni mu el día anterior, así que la recepción de quejas estaba cerrada. El encuentro entre la banda y Rokuro había sido un poco frío hasta para el propio Dutch, pero tampoco le extrañó. La mirada, la expresión de aquel Rock había cambiado, y de pronto sintió el peso de sus seis meses de ausencia. Mientras ellos habían estado más parados, él no había dejado de trabajar y de conocer aún más las ratoneras y las gentuzas de Roanapur. Estaba claro que para bien o para mal, había cambiado.
Las primeras horas transcurrieron muy tranquilas aunque Benny advirtió desviaciones ligeras debido al mal clima que tendrían por la noche. Ya lo hubo pronosticado el día anterior, pero no podían demorarse más a petición de la rusa. Mientras los dos estaban en la cabina de mandos, Revy se dedicaba a despiezar y limpiar con mimo cada parte de sus revólveres. Rock acababa de terminar de ordenar algunos documentos e hizo la cena. Después de pasearse por todas las habitaciones y la cabina de mandos, volvió a la sala y dejó un plato con comida cerca de Rebecca.
—Aquí estoy de nuevo, trayéndote algo de comer. Llevas muchas horas callada.
Revy miró por el rabillo del ojo el plato y volvió a centrarse en lo que estaba haciendo. Tenía hambre, el dulce aroma del boniato caliente con canela y pollo estaba tentándola. Al final montó el arma y la enfundó en la cartuchera, pero se lo descruzó del pectoral y dejó ambas armas sobre el sillón.
—Esto huele que alimenta —murmuró poniéndose cómoda y colocando el plato por delante. Lo empezó a degustar y su rostro lo confirmó, estaba riquísimo. Rock sonrió al verla disfrutar con la comida. Se sentó en el sillón de su lado, dejando las armas en una esquina de la mesa.
—Me alegra que te guste. Creo que es lo más bonito que me has dicho de mi comida.
—No seas llorón, eh. Que no te diré más nada sino. —Cruzó las piernas y se devoró el plato rápidamente. Rock aguardó educadamente a que terminara para ofrecerle un cigarro, que también aceptó de buena gana. Fumaron callados, mirando el anochecer a través de una de las ventanas. Al estar la compuerta abierta, una brisa helada entraba hacia dentro; pronto empezaría a sentirse frío. Dirigió una mirada furtiva a Revy: ella iba casi siempre con shorts vaqueros desgastados y algún top oscuro, y no fue una excepción aquella vez.
—¿No tienes frío?
Revy negó con la cabeza y se levantó para dejar el plato y los cubiertos en el fregadero. Ni se le pasó por la cabeza dejar de fumar para ponerse a lavarlos, era una desordenada y no le gustaba limpiar, así que a Rock no le extrañó nada que no moviera un dedo por fregarlos. La vio sentarse y estirar las piernas… y apoyar la cabeza en el respaldo, cerrando los ojos.
—No te quedes dormida con el cigarrillo en la boca.
—No tengo sueño aún, ni lo tendré. —Murmuró con la voz algo arrastrada, al dejarse el cigarro entre los labios. —Estás pesadito, eh…
—No, qué va. En realidad sólo pensaba en que te podrías quemar si se te cae.
—Menudo problema.
Rock encogió un poco los hombros y miró por el ojo de buey. Había nubarrones de un gris muy feo a la vista. De pronto se oyó la voz de Dutch por el megáfono de todos los compartimentos.
«Señores y señoritas, sepan ustedes que esta noche habrá tormenta. Nada grave, sólo más bamboleo que al que les tenemos acostumbrados. Sobre todo para las princesitas del viaje, Rock y Jane, no os asustéis. Fin del comunicado.»
Rock no cambió su expresión del rostro, simplemente siguió fumando. Y Revy hizo igual.
Dos horas más tarde
El movimiento del barco se había acentuado más de lo que el propio Rock esperaba. Estaba muerto de cansancio y sueño, necesitaba dormir, pero por muy agotado que tuviera el cuerpo, la mente no se sentía segura de entrar en fase REM con algunas sacudidas que el barco estaba teniendo. Al final, despidiéndose de la posibilidad de dormir al menos cuatro horas, salió de su camarote y fue buscando en sigilo al resto de la tripulación. Encontró a Revy tirada en la moqueta de su camarote y se alarmó, pero cuando se arrodilló a su lado y la giró se dio cuenta de que estaba totalmente sopa.
—¿¡Cómo puedes seguir dormida después de casi desnucarte!?
Revy frunció las cejas y balbuceó algún improperio, y cuando entreabrió los ojos y se encontró a Rock, dio un largo bostezo.
—Qué pesado estás, joder… ¿es que tienes miedo, uh? ¿Por eso has venido aquí? —se frotó uno de los párpados y volvió a bostezar. Se agarró al colchón del que se había caído, pero cuando intentó incorporarse un nuevo bamboleo les arrojó a los dos al suelo nuevamente, rodando hasta golpearse contra la pared. Rock se sonrojó inevitablemente al verse con la cara aplastada por los dos enormes pechos de la china. Revy bufó cabreada por el golpe que se había llevado y se sostuvo al marco de la puerta para levantarse, despegándose de Rock y tendiéndole la mano después. Cuando ambos se pusieron en pie, se sostuvieron a lo que tuvieron más cerca.
—El barco lleva una hora dando esos tumbos, ni siquiera sé cómo has podido dormirte…
—¿Sabes el por culo que ha dado Dutch con una simple misión de cargamento? Me ha tenido como una burra esclavizada llevando y trayendo trastos pesados en el coche para cargarlos. Me duele todo, y encima… —cortó la frase en una mueca de dolor, mientras se acariciaba la zona cervical.
—¿Te has dado ahí?
—Sí, joder, me he dado con todo el maldito muro.
—Déjame ver. —Rock aprovechó que hubo unos segundos de calma y se puso a un lado de ella. Cuando acercó la mano sintió que Revy se movió un poco hacia un lado, siguiéndolo con la mirada.
—No hace falta, estoy bien.
—Ya sé que estás bien, sólo quiero comprobar cuánto de bien.
—Bueno —repuso un poco insegura, aunque no pudo continuar hablando porque enseguida sintió la presión de los dedos de Rock. Cuando deslizó con más fuerza el pulgar por uno de los músculos puso una mueca de dolor.
—¿Bien aquí?
—Sí, sí, muy bien —le golpeó la mano y pasó por su lado, cogiendo rápido el paquete de cigarrillos.
—Sigues siendo igual de cabezota que siempre, ¿verdad?
—El cabezota eres tú, ya te he dicho que estoy bien.
Rock puso los ojos en blanco y se encaminó a cubierta, ambos salieron por la escotilla y caminaron hasta la cabina de mandos. Benny estaba en popa mirando los radares de seguridad, aunque por lo que vieron los dos al pasar, no había novedades. Dutch tenía la música puesta a toda pastilla y se escuchaba incluso antes de llegar a la mitad del barco.
—Decidle al grandullón que baje el volumen. Si tiene que descansar, paramos aquí. No creo que pase nada, estamos en mar abierto. Aún falta mucho para llegar al canal.
Rock asintió y fue a transmitir el mensaje. Cuando entraron, Dutch bajó el volumen.
—Benny se está quejando de que no le oyes casi nada por el transmisor. Que le bajes a la música —murmuró Revy, bajando la cabeza para entrar en la cabina, igual que hizo Rock.
—Como no me ponga la música así de alta, me quedo dormido. Este viaje está siendo un infierno… tanto en el control como en el aburrimiento.
—No es que andemos muy bien de munición de todos modos… si hay problemas, casi mejor que nos pille en el canal o en la mismísima frontera, qué quieres que te diga. —Masculló Rebecca, con el cigarro ya encendido entre los dientes. Se dedicó a comprobar la recámara de sus dos armas cortas.
—En mar abierto no hará falta. De todos modos, ¿qué hacéis vosotros dos despiertos? El cambio de guardia será a las 7. Deberíais descansar, y Benny-Boy también.
—Benny no se fía de que nos intenten hacer una emboscada por mar.
Dutch negó con la cabeza.
—No son bandas tan organizadas. Si hay peligro, ese peligro estará en alguna costa, cuando estemos a punto de llegar. Y Balalaika ha sido muy precisa con sus indicaciones. No quiere negociar la entrada con su cocaína, y menos en una ruta de carga que le pertenece. Si es así, es cuando empezará a haber sangre.
Rock notó su organismo activarse con la última frase, anteriormente habría sentido miedo… ahora sólo era una adrenalina debido a la incertidumbre, y la certeza de que si la banda japonesa estaba de malas, él tendría que ceñirse a un plan de diálogo en el que ni confiaba.
—¿Pero no se sabe nada de ellos? —cuestionó la mujer.
—Se cree que son pandillas de la periferia que no tienen mucha idea de cómo funcionan los negocios.
—Niñatos —convino ella.
—Probablemente, aunque si son niñatos con fusiles, habrá que tener cuidado. No podemos olvidar lo pocos que somos.
—Si es una pandilla, no esperes que sea grande en una ruta de Balalaika. Ni siquiera sé por qué no los ha mandado matar todavía.
—Revy… acabamos de llegar a la misma conclusión.
Y se hizo el silencio. Revy miró de reojo a Rock pero apartó deprisa la mirada, y Rock sintió que desconfiaban de él.
—A mí no me ha contado nada —se defendió—, sé lo mismo que vosotros.
—Convengamos en que es un poco raro que la rusa deje campar a sus anchas a una decena de niños con armas en sus rutas, sobre todo cuando son de descarga.
—A lo mejor ese es el motivo por el que no ha hecho nada y no prevé que haga falta hacer nada. No parece que tengan nada establecido allí… por eso mismo no sabemos si estarán o no.
—Entonces cree que son pandilleros de cuarta que no sabrían ni acertar a 5 metros, ¿no? Eso explicaría el tipo de calibre que nos ha enviado.
Revy se había mantenido callada en todo momento, dejando a su jefe hablar. Pero no pudo contenerse.
—Aunque supiera algo, él no nos lo dirá. No trabaja con nosotros.
Rock la miró, controlando internamente la irritación que le supuso oírla. Apretó un poco los labios… mejor era dejarla que hiciera sus propias observaciones. No quería peleas.
—Rock nos lo diría. ¿Verdad, Rock? —preguntó Dutch, con la vista pendiente al frente.
—Por supuesto que sí. Mis valores y mi honestidad nunca han cambiado. Sois importantes para mí. Y jamás participaría en una misión que os pusiera en riesgo. ¿Acaso no confías en Balalaika? Bien, entonces, ¿por qué aceptas la misión?
Dutch separó la mano derecha de la palanca y levantó el índice, en señal de advertencia.
—No te pases de la raya, jovencito. Conozco a Balalaika desde hace más tiempo que tú, y puedo asegurarte qué cosas es capaz de hacer y qué no. No estoy diciendo que nos pueda tender una trampa. Simplemente digo que en beneficio de sus negocios nos puede ocultar información, cosa que hace con todas las organizaciones con las que se relaciona. Es una profesional, y sabe que yo también.
Rock frunció el ceño. Iba a quedarse callado, pero no lo hizo.
—Estupendo. Y entonces… tú. Sí, tú. Mírame.
Señaló a Revy con el mentón, y ésta le miró arqueando las cejas.
—¿Qué pasa?
—¿Por qué me has mirado así, eh? ¿Es que te estás guardando algo? No te cortes. Desembucha, vamos. Qué coño te pasa.
—Uy, Rockie, Rockie… cuidadín con el tono que me empleas, porque todavía puedo abrirte un segundo agujero entre las nalgas.
—No, hablo en serio. ¿Qué te pasa, eh? ¿A qué ha venido esa mirada? ¿Desde cuánto tú te callas algo? ¿quieres recriminarme? Hazlo, vamos.
—Lo gilipollas que te estás volviendo sí que es recriminable. ¿A ti te aguantan así en el Hotel Moscú?
Rock negó con la cabeza airado y se marchó de la cabina. Los pasos se le oyeron hasta que un rayo en el cielo se manifestó y comenzó a chispear, entonces, el ruido del mar embravecido ocultó casi todo lo demás. Revy le siguió con la mirada unos segundos y se retiró el cigarro de la boca, desviando la atención sobre Dutch.
—¿Qué le pasa ahora a este llorón? —le preguntó, aunque Dutch hizo una negativa.
—Paso de vuestras movidas, no son problema mío. Los dos sois ya muy mayorcitos. —Revy puso los ojos en blanco y se echó hacia el respaldo, bufando. —Pero una cosa te diré, Revy. Tienes el deber de protegerle si tras el canal, nos tirotean. Es esencial que él llegue vivo o las cosas se pondrán feas. Y no te veo muy por la labor de defenderle.
Revy se mantuvo, para su sorpresa, callada. Dutch se bajó un poco las gafas y la miró seriamente.
—Es un trabajo como otro cualquiera, eso es lo que quiero que tengas presente. Porque si Balalaika no queda contenta con esto, eso sí que repercutirá negativamente en nuestra empresa. Y no voy a consentírtelo, Rebecca.
—Cállate, joder, ya lo sé. Es sólo que… me saca de mis casillas.
—Siempre lo ha hecho. Pero no olvides que tú lo trajiste a Black Lagoon.
—Vas a estar toda la vida recordándomelo, ¿verdad? Qué cruz, joder… —echó la mirada al techo y puso las botas sobre la mesa de botones. Dutch le movió un poco el tobillo para que no pisoteara nada.
—¿Vas a contarme lo que te pasa con él de una vez? Porque no me importa en absoluto, pero me importará que la cagues por estar despechada.
Revy sintió una sensación similar a la traición cuando le oyó aquella palabra. Se le quedó mirando sorprendida, y luego suspiró separándose la colilla de la boca.
—Joder. Así que eso piensas de mí —sonrió irónica y lanzó la colilla al suelo, mientras quitaba las botas y se ponía en pie. Dutch la miró de reojo—. No dudas de mi profesionalidad. Dudas de mí, lo cual es peor.
—No me malinterpretes, Rebecca.
—Qué cojones malinterpretarte, te he entendido a las mil maravillas. —Le cortó. Revy desenfundó y apuntó a la compuerta abierta por la que Rock se había marchado. —Haré la misión porque la has aceptado, y porque tengo profesionalidad. Pero claro que no quiero llevarle ni protegerle, ni estar a su lado.
—Escucha, Revy. Ya sé que no estás a gusto. Pero es trabajo. Y el trabajo no entiende de relaciones interpersonales… no en los círculos que nos movemos. Eso lo sabes perfectamente.
Revy enfundó el arma y suspiró poniendo los brazos en jarras.
—No me he quejado en ningún momento. Jamás. Lo que has mandado lo he obedecido sin rechistar. Así que no seas tan mamón —esto último lo musitó en un tono más bajo, sabiendo que le podía caer bronca. Bajó la cabeza para salir a cubierta, cuando Dutch elevó la voz.
—Y deja que te diga otra cosa más.
Revy volvió la cara hacia él. Notó un pinchazo en el cuello bastante doloroso.
Y encima me he jodido el cuello, esto va mejorando, pensó con desgana.
—No sé con exactitud qué os habéis traído entre manos los dos, pero me lo puedo imaginar. Si la situación está tensa, habladlo. Joder. Que ya sé que no eres la abuela de las galletas, pero te conozco y se puede hablar contigo civilizadamente… habla con él.
—Que no puedo, Dutch —murmuró pegándose al marco de la compuerta, bajando la mirada. Tenía el ceño fruncido y arrastraba las palabras. —No puedo, él es de un mundo muy diferente, me… me hace sentir mala y fracasada.
A Dutch le cambió la expresión del rostro. Miró el retrovisor para observarla.
—¿Mala y fracasada? ¿Qué dices…?
—Es un maldito japonés salido de la vida media de Tokio, un… un finolis uniformado. Ha tenido una vida decente y no ha tenido que matar para sobrevivir. Somos de mundos opuestos. Y cada vez que estoy cerca de él, oyéndole cuestionarme o cuestionar los métodos, me… —se agarró el cuello, cerrando un instante los ojos—… me ahoga. Jamás he sentido esa sensación de mierda. Sólo pienso en cerrarle la boca de un puñetazo, no sabes cómo me controlo para no hacerlo.
—Me contó sobre la primera vez que le arreaste. Y desde entonces lo sé.
—¿Qué? —bajó la mano, agarrándose fuerte al marco al sentir un nuevo vaivén más fuerte por el trayecto.
—Después de lo del submarino vuestra relación se tensó. Y estuvo tensa muchos días, porque él te plantó cara y tú, al no tener más armas verbales, le diste un puñetazo. Entonces ahí radica vuestra diferencia.
—¿¡Cómo se le puede explicar a un finolis como él que el mundo real no es lo que él vivía!?
—Bueno, Revy, ahí lo tienes. Intentando entenderlo desde su perspectiva adulta. No puedes convertirlo en niño y hacerle pasar por las mismas calamidades que tú para que te entienda. Pero no ha parado de intentarlo desde que nos conoció. Ha dejado su casa y su familia. ¿No significa eso nada para ti?
—¡¡Porque quiere dárselas de héroe!! ¡¡Ni siquiera sabe cómo funciona un arma, no sabe disparar!! No sabe hacer nada, piensa que las cosas pueden resolverse por vía pacífica. ¿¡Qué puedo esperar de alguien con esas convicciones!? Y… qué puede esperar él de mí, si… yo no puedo expresarme hablando, ni él a puños.
Dutch sintió que tenía que tener cautela con las palabras que seleccionaba. No había sido consciente hasta el momento de lo afligida que podía llegar a estar Revy, y no precisamente por la relación fallida con Rock, sino por la percepción que tenia de sí misma. La oyó suspirar, y pulsó unos botones para activar la conducción automática cuando vio algo de calma en el oleaje. Al girarse y acercarse a ella no le sorprendió demasiado verla afectada. Se frotaba un párpado húmedo, retirando dos lágrimas furtivas que se desprendían de sus pestañas. Le puso la mano en el hombro.
—¿No te das cuenta de que te haces daño a ti misma y nada más?
Revy negó con la cabeza, tenía una expresión de cabreo. Se dejó apoyar en la pared.
—Y encima ahora, el muy cabrón cuestionándome porque no se qué puta mirada le habré puesto. Pues claro que le miro mal, joder, si ni siquiera sé por qué ha cambiado de bando.
—No ha cambiado de bando, simplemente ha cambiado de intereses. Y no me mires así, no es lo mismo. Somos aliados del Hotel Moscú. Jamás nos convendrá tenerles en contra.
La chica trató de tranquilizar un poco su expresión y de calmar el cuerpo. Odiaba llorar, le parecía debilidad absoluta, el tema de Rock empezaba a serle tabú y Dutch ya se había dado cuenta. El barco comenzó a bambolearse con más fuerza, tanta, que tanto Dutch como Revy se golpearon contra una de las paredes de la cabina. Rock salió rodando desde muy cerca, lo que llamó la atención de la mujer, que pensaba que hacía rato que había vuelto a bajar por la escotilla.
—Tengo que ponerme a los mandos, ¡ve a por Rock!
Revy asintió y corrió por cubierta. Se le hizo cómico ver a Rock incapaz de frenar, dando vueltas sin parar como una croqueta, y finalmente lo pudo agarrar del brazo, evitando que se chocara contra la barandilla.
—Pero imbécil, ¿¡estabas escondido oyéndonos!?
—¡¡Suéltame!! —dijo Rock enfadado, pero tuvo que agarrarse rápido a la baranda cuando parte de la popa se levantó para caer nuevamente sobre el mar, haciéndolos caer a los dos. Revy se aferró con fuerza a otra de las barandas y logró ponerse en pie primero. Rock permaneció tirado aún, con la vista fija en la puerta que se abría y cerraba violentamente por la fuerza del viento.
—¿Cuánto tiempo tiene esa puerta? Chirría… —comentó Rock poniéndose en pie con cuidado. La madera de cubierta estaba muy resbaladiza ahora que el chispeo había pasado a ser lluvia. Estaba tan oscura la noche, y con tanta niebla, que Rock se dio cuenta de que no había navegado lo suficiente. Siempre que habían cumplido las misiones como piratas había sido fuera de aquella inclemencia. Se retiró la humedad de la lluvia de la cara y señaló la escotilla.
—¡Vamos dentro! —gritó a Revy. Ésta asintió y fue con cuidado pasando las manos de un soporte a otro.
—Esto es más peligroso de lo que parece. Ve agarrándote a algo.
—Sí. ¡Ya casi estamos! —Rock se agachó para abrir la escotilla metálica y un fuerte viento lo volvió a hacer rodar, peligrosamente hacia las barandillas. Revy abrió los ojos pasmada y se quedó flipando al verle abrazado a los hierros con los antebrazos… pero con el cuerpo hacia el lado del mar.
—¡¡Pero serás capullo!! ¿¡QUÉ COÑO TE HE DICHO, EH!? ¿VES COMO NO SABES NADA? —gritó, aunque el torrencial se seguía llevando todo el protagonismo. Miró a un lado y a otro: no tuvo contacto visual con Benny, así que dio por sentado que él tampoco con ellos, y Dutch llevaba un cinto para evitar salir despedido mientras intentaba controlar el barco. No había cuerda ni nada con lo que pudiera ayudar a Rock. Chistó cabreada y aguardó el mínimo segundo de calma para dar dos zancadas hacia la barandilla, ante la que se chocó con la misma fuerza que Rock.
—¡Revy! ¿Estás bien…?
—¿Cómo coño has ido a quedar del otro lado? Imbécil, si te caes vas a morir. ¿Sabes la fuerza que tiene el mar?
—¡¡Deja de acojonarme y ayúdame a pasar al otro lado!!
Revy oyó un crepitar más fuerte, un trueno, y seguidamente un ruido que no le gustó nada, proveniente de cubierta. Era la puerta que había estado golpeándose una y otra vez durante el viaje, una bisagra se había soltado y era sólo una portezuela de madera que nada tenía que ver con la arquitectura de la cabina donde Dutch conducía. Era posible que si no estuviera cerrada, Benny hubiera sufrido algún daño. La escotilla se alzó de repente y dejó ver a Jane.
—¡¡QUÉ COÑO OCURRE!! ¿VAMOS A MORIIIIIIR?
—CÁLLATE, TARADA, Y VUELVE ADENTRO. —Gritó Revy a pleno pulmón, y agarró a Rock de las manos. El barco se agitó erigiéndose del lado este, justo el contrario en el que estaban, y la morena se asustó: el peso del barco no estaba siendo suficiente para permanecer rectos. El oleaje y el viento estaban totalmente en contra. Su cuerpo empezó a deslizarse por las barandillas en la misma dirección que el de Rock. Tuvo que soltarle una de las manos para agarrarse a la barandilla más inferior. Pudo evitar quedar del otro lado, sin embargo él empezaba a perder fuerzas. Recordó que, desde que había empezado a entrenar con el salvajismo que lo hacía, sus músculos habían crecido, pero aun así le costaba mucho hacer las dichosas dominadas. Ahora que todo el peso de su cuerpo estaba deslizándose hacia el vacío recordó que era como hacer una dominada más larga y tortuosa.
—¡Sube las piernas! ¡Sube las piernas y mételas a este lado, rápido!
Rock apretó los dientes y hasta las venas del cuello se le marcaron cuando trató dolorosamente de ascender el peso de sus piernas. Revy se soltó de la barandilla inferior, arriesgándose para meter el brazo y cogerle del muslo. Hicieron fuerza juntos y lograron llevar un pie al otro lado, pero el barco volvió a combarse y estaba todo tan resbaladizo, que Rock perdió sujeción y todo su cuerpo quedó colgando.
—¡¡BENNY!! ¿¡DÓNDE ESTÁS!? —gritaba Jane. Seguía teniendo la cabeza asomada por la escotilla, y lentamente trataba de subir los peldaños, pero la lluvia ya había dejado de ser amigable. Se le mojó la cara y el cabello enseguida, y un azote de aire le hizo volar las gafas. —¡¡NO!! MALDITA SEA, ¡NO VEO UNA MIERDA!
Revy volvió a oír un ruido chirriante y un golpe de la puerta de madera. La tenía demasiado cerca.
—Esto es absurdo… —gimió Rock y miró hacia arriba. Tenía una mano fuertemente agarrada a la barandilla y la otra agarrada a Revy. Revy tenía el bícep tan apretado y sobresalido que parecía que le iba a reventar.
—Mierda… —farfulló ella, sintiendo que el peso de Rock empezaba a ser demasiado incómodo, no podía con él. Miró el mar, mientras sentía cómo el agua seguía empapándoles por completo. Pensó en cómo funcionaba por tiempos todo, incluyendo el violento vaivén del barco. Cerró los ojos y trató de concentrarse. Rock miraba a Revy desde abajo fijamente.
—Tú eres más útil que yo allí.
Revy abrió los ojos, mirándole con los dientes apretados.
—¡Cállate, déjame pensar!
—No quiero que te caiga esa maldita puerta encima. Voy a intentar hacer un esfuerzo para subir, ¿estamos?
Revy asintió.
—Al mismo tiempo. Espera a que el vaivén venga a nuestro favor. ¡Uno, dos…!
Cuando el barco meneó hacia el este, toda la cubierta crujió, Revy vio por el rabillo del ojo que la maldita patosa de Jane había empezado a dar giros descontrolados por no lograr sujetarse a nada, y la maldijo. Cómo podían tener en plantilla a semejante estúpida. No soltaría a Rock para tratar de ayudarla. Si soltaba a Rock, era imposible que viviera. Ya lo había calibrado todo. La fuerza del mar, los golpes contra el casco. Rock sacó una fuerza de donde no la tenía y logró ascender, usando el brazo de Revy, hasta que la mano opuesta se cerró en la barandilla intermedia. Revy entonces sacó su otra mano y le agarró los brazos, tirando con fuerza hacia atrás para seguir ascendiendo el cuerpo. Rock se mordió el labio jadeante, él mismo notaba lo que le costaba subir su peso, no quería pensar en lo que le estaba costando a Revy mantener aquella postura. De pronto miró acobardado hacia la derecha, ella también, y vieron cómo la puerta arrancada de la otra cabina salió volando, para impactarse contra un costado de Rebecca. La puerta logró hacerle ceder un poco la posición, pero lo que hizo fue flexionar las piernas como si hiciera una sentadilla.
—Sigue escalando —gritó, y Rock no perdió más tiempo. Con una dificultad que no conocía, pudo por fin subir ambos pies a las barandillas. Tenían las manos completamente enlazadas, agradeció que ella nunca se quitara los guantes para trabajar, porque ahora estaba viendo la utilidad del cuero con aquella lluvia. Rock estaba empapado de agua, pero sabía que mucha era puro sudor. Oyó un quejido femenino.
—Venga Rock… sube…
—No puedo, me voy a… —intentaba continuamente pasar una pierna por encima de la baranda y saltar al otro lado, pero al mínimo empujón del viento perdía la estabilidad. Revy volvió a contener un quejido interno, el dolor del cuello empezaba a convertirse en una especie de puñalada. La puerta la había terminado de joder de todo. Cuando Rock trató de tercera vez de subir la pierna, Revy contuvo el aliento y cambió muy rápido la posición de una de sus manos, soltándole el brazo para agarrarlo del cuello de la camisa y tirar hacia ella. Ambos aterrizaron en cubierta jadeantes y maltrechos.
—Vamos, Revy. En pie. Rápido.
Revy asintió, aunque no tenía fuerzas, y él estaba sobrevalorando las suyas. Lograron ayudarse entre ambos y ponerse en pie. Dutch no había sido consciente del episodio que habían vivido, pero lo que sí vio fue a Jane salir prácticamente despedida por los aires, así que puso el automático para ponerla a salvo.
Planta interna del banco
Para cuando Revy y Rock llegaron abajo, supieron que Benny se había dado un fuerte golpe en la cabeza y había estado desmayado en el peor momento. La tripulación estaba a salvo allí abajo; Dutch tendría que subir de nuevo a la cabina de mandos en cuanto se asegurara de que todos estaban bien.
—Ya está recuperando la consciencia —dijo Jane, con una sonrisa. Revy masculló algo en voz baja y se le acercó deprisa, agarrándola de los pelos y cruzándole la cara de un bofetón que hizo que Jane se estampara contra la pared. Rock interfirió y la agarró de la muñeca, levantándosela.
—¡Revy, ella no sabía de la gravedad!
—¡Esa tarada es una inútil, le dije que no saliera y sólo complicó las cosas! Dsh… au. —Cerró un ojo y puso cara de dolor, al tensarse el cuello no paraba de darle calambrazos. Se lo tocó y dio un tirón para que Rock la soltara.
—¡Maldita zorra… estás loca! —gimió la rubia, palpándose la mejilla. Benny se acababa de despertar y viendo el percal que había, manifestó que casi mejor se hubiera quedado a dormir unos minutitos más. Pero tanto Dutch como él tenían que volver a sus cabinas.
—La puerta de la cabina de Benny ha volado por los aires, creo que la madera estaba podrida. —Masculló Revy, palpándose continuamente el cuello. —Tened cuidado, sólo vosotros estáis ahí fuera.
—Estad todos atentos a las transmisiones del walkie. Será ahí donde os pidamos ayuda en caso de necesitarla. Vamos, Benny-Boy. Siento decir esto, pero aún no puedes descansar.
Benny asintió adolorido y se puso despacio en pie. Dutch subió despacio la escotilla. Y Benny, antes de subir, se dirigió al resto de la tripulación.
—Lo que acabamos de vivir han sido sólo sucesos desafortunados… confiad en nosotros, este barco llegará sano y salvo. No subáis arriba hasta que el tiempo mejore, ¿estamos? Jane, no salgas de tu camarote. —Señaló un botiquín de pared. —Y eso para el que lo necesite.
Jane asintió, miró mal a Revy y se fue dando un portazo. Rock y Revy cerraron desde dentro la escotilla, a petición de Dutch.
La situación vivida había sido demasiado intensa. Cuando los dos se sentaron en el mismo sofá y dejaron la mirada perdida en la mesita, no sabían qué decir. Pero Rokuro no podía guardar silencio. Tomó aire lentamente, muy lentamente, y lo soltó igual de despacio. Miró a Revy sólo por el rabillo del ojo.
—Gracias por salvarme la vida.
—A este paso vas a tener que hacerme tu guardaespaldas… no paro de salvarte la vida.
—Bueeeeeno, tampoco te pases. Es la segunda vez.
Revy se humedeció el labio inferior, repasándolo de lado a lado con la lengua, mientras miraba la pared. Parecía estar pensativa con algo. Rock le miró el cuello y carraspeó para llamar su atención, señalándolo.
—No es nada —murmuró ella, y se acercó la caja volcada de tabaco sobre la moqueta, que habría sido también una víctima de los bamboleos del barco. Al estirar el brazo le dio otro calambre. —¡Ah, joder!
—Ah, no es nada, ¿no? —Rock se cruzó de brazos y la miró con media sonrisa. —¿Me dejas devolverte el favor?
—Eres peor que una ancianita que pide dinero fuera del mercado… —arrastró las palabras con dificultad al tomar la caja. A ella misma no podía mentirse, tenía las cervicales bien jodidas. Dejó la caja de tabaco abierta sobre la mesa y sacó papel de liar.
—Revy, vamos. Ven a la cama.
—¿Q-qué…? —dejo de mirar el papel para mirarle a él, con los ojos como platos.
—Que dejes eso. Te vas a tumbar ahora mismo. No me harás suplicártelo. —El japonés se puso en pie y la tomó con delicadeza de la mano, quería que le hiciera caso pero evidentemente no deseaba ejercer la fuerza para empeorarla. Revy se puso en pie poco a poco y resopló.
—Tranquilito, tranquilito, ya voy. Pero pierdes el tiempo.
—¿Sabes lo que es un fisioterapeuta, has ido alguna vez?
—No, finolis.
—¡No me llames finolis!
Revy soltó una carcajada, aunque se arqueó demasiado hacia atrás y se le cortó la risa, volviendo a palparse la nuca sin darse cuenta.
Camarote
Cuando llegaron al camarote de Rock, éste puso una toalla en la cama y le dejó intimidad para que se desvistiera. Pero cuando se fue tumbando en su cama, Revy se dio cuenta enseguida de que se había hecho bastante más daño del que creía. Le costó un horror quitarse el top, y cuando fue tumbándose bocabajo, sintió otro crujido que no le gustó nada. Tragó saliva y fue muy lentamente pegando el vientre a la toalla, y agachando los brazos flexionados hasta que por fin su rostro tocó la almohada. El hecho de mantener girada la cara hacia un lado le estaba generando un calambre que iba y venía.
—¿Se puede ya…?
—Sí. Espero que sepas lo que estás haciendo, a ver si todavía me dejas peor.
—No soy ningún profesional, pero mi padre era… bueno. Es fisioterapeuta, si es que nada ha cambiado.
Revy trato de relajar todos los músculos para disfrutar del masaje, pero se dio cuenta tarde de que aquello distaría años luz de ser algo placentero. Rock presionaba con fuerza, con demasiada fuerza, y al tercer segundo se puso tensa entera.
—¡¡Vas a aniquilarme, animal!!
—Quieta, por favor. Si te mueves o estás tan tensa te haré un daño horrible. Confía en mí, ¿vale?
Revy frunció el ceño, mirándole de soslayo.
—Confía en mí. —Repitió, y le recogió su largo pelo con la mano, echándolo a un lado de la almohada para que no estorbara. Volvió a apretar específicamente en la zona cervical, masajeando con dureza. Revy gimoteó adolorida y cerró con fuerza los ojos. Rock sabía perfectamente cuánto podía doler aquello, las contracturas de Revy hablaban solas. Fue recordando la postura que tenía cuando recibió la puerta de madera, suerte tenía de no haberse descolgado el hueso mandibular. Supo tocar todas las contracturas, pero las alisaba con una fuerza metódica, y no pasaron más de cinco minutos cuando Revy volvió a quejarse.
—Me está doliendo —murmuró, con el rostro enrojecido. —Paremos un momento.
Rock asintió y procedió a masajear la espalda sin hacer descontracturas. Esto logró que Revy se relajara por fin, cerró los ojos. Le crujió algunos huesos con cuidado, relajó sus hoyuelos de las lumbares con los pulgares y repasó el largo de su espalda con los puños. Al recargarse sobre ella para ejercer la presión, notaba su suave aroma corporal. Pero antes de que ese pensamiento fuera a más, su mente le recordó lo que había pasado antes de la tormenta.
—Oí tu conversación con Dutch. —Murmuró serio, sin dejar de mirarle la espalda. Revy abrió los ojos, y se notó incómoda pese al momento de paz que le daba el masaje. Rock sintió que se ponía tensa de nuevo. Su cuerpo era un templo de la expresión del alma, sobre todo en alguien tan agresiva como ella. Rock soltó una larga bocanada de aire. —Nunca he pensado que seas mala, y mucho menos una fracasada.
—… —Revy no dijo nada. Le daba vergüenza que Rock la hubiera oído.
—Ahórrate los insultos, ¿vale? Necesitaba escuchar lo que sentías, y por eso os hice creer que me iba. No sé por qué te sientes así desde que vine a Black Lagoon.
Revy relajó la mirada, ahora centrada en algún punto de la habitación.
—Eres un buen tío, Rock. Pero me sienta mal tenerte cerca, porque me hace dudar de lo que estoy haciendo y a lo que me dedico.
—¿Y qué hay de malo en eso? ¿Qué hay de malo en cuestionarse cosas? ¿O el rumbo de la vida?
Revy emitió un quejido con la garganta al volver a sentirle por el cuello. Le hacía daño. Jamás iría al fisioterapeuta si aquella tortura era lo que le aguardaba. Le contestó con la voz agotada y algo apretada de resistirlo.
—Es más… difícil de lo que piensas… siempre he hecho lo mismo… joder, qué tortura medieval…
—No importa cuánto tiempo hayas hecho lo mismo. Cualquier cambio a mejor siempre es bienvenido.
Revy sudaba por el esfuerzo de aguantar las manos de Rock. Pero lo que verdaderamente le incomodaba era el rumbo de la conversación.
—Ese es el problema, ¿lo v-ves…? Das por sentado que necesito un cambio y que ese cambio será a mejor por la vida que llevo… ¿n-no es cierto…?
—¿No quieres tener una vida normal? ¿O simplemente crees que esa vida no está hecha para ti, y por eso crees que es mejor comunicarse a tiros?
Rock estaba tocando temas espinosos en los que sabía que podía salir muy mal parado, además, no era psicólogo. Logró alisar dos de las tres contracturas musculares gordas que Revy tenía en la nuca, y al centrarse en la tercera, no la vio cambiar ya la expresión de su cara.
—Si estoy cerca de ti, me haces sentir una asesina. Pero no una asesina de las buenas. Me haces sentir mala persona. Y sé que el mundo es mucho más cabrón y está más jodido que yo. No puedo quedarme ahí, sintiendo cómo me juzgas con tu mirada y tu lástima.
Rock logró alisar también esa última contractura, pasando con bastante fuerza sus dactilares por toda zona que encontró afectada. Y no le contestó hasta que hubo terminado. Con cuidado, volvió a subir despacio las tiras de su sostén a los hombros, y percibió cómo la piel femenina se agrietaba al tener un escalofrío puntual. Revy se humedeció los labios y poco a poco levantó el cuerpo de la cama, sentándose sobre la toalla. Le dolía aún un poco, pero el cambio a mejor era brutal tras el masaje. Rock la observó de hito en hito: adoraba todo de ella. Su cara, sus ojos, su boca, su cuerpo, su pelo empapado… Revy bajó la mirada y volvió a humedecerse los labios de nuevo.
—¿Sabes por qué acepté esta misión?
Revy negó con la cabeza.
—Porque… —titubeó un poco, pero cogió fuerzas. Quería decírselo. —Quería volver a verte, Revy. Te he echado mucho de menos.
Revy chistó y desvió la mirada hacia un lateral del suelo, evadiéndole todo contacto visual. Rock sonrió al detectar en ese gesto algo de timidez.
—Siempre has sido un sentimental.
—He visto cosas fuertes estos últimos meses, y he entendido cómo una persona puede llegar a normalizar hasta una maldita misión de sicariato.
La expresión de Revy cambió por completo y le miró atónita.
—No, Rock… dime que no.
—Yo no apreté el gatillo.
Entonces contempló cómo se aliviaba. Respiró hondo y se dejó caer en la pared, estirando las piernas sobre la cama.
—Joder, menudo susto.
—¿Por qué lo dices?
Revy inspiró fuerte y le miró. Negó despacio con la cabeza y susurró.
—No quiero que te conviertas en aquello que más detestas. Cuando lo hagas no sólo notarás que tocas fondo, sino que no hay vuelta atrás.
A Rock le impactaban aquellas palabras, sobre todo viniendo de alguien que ya había cruzado numerosas veces esa raya. Si alguien podía normalizar ver muertes que sucedían a un metro de ti, ¿podría también normalizar ser el que acababa con esas vidas? La respuesta era clara, por supuesto que sí.
—No sabía que te preocupara eso.
—Nunca sabes nada ni te das cuenta de nada… eres tan… idiota, todas las veces…
Rock empezó a odiarse en aquel instante, Revy tenía toda la razón. Que no lo supiera expresar de manera tranquila no lo hacía menos capullo. Pero empezó a odiarse por otro motivo más, y era el hecho de que deseaba besarla. Se le quedó mirando fijamente, sintiendo que su corazón se agitaba sólo de imaginárselo. Le puso la mano en la mejilla y la acarició, y Revy le devolvió una mirada confusa. Empezó a alejarse, pero él se aproximó más, hasta casi tener su rostro pegado al de ella. Revy bajó la mirada y suspiró.
—Te quiero, Revy. Con todo mi corazón. Quiero estar contigo.
—¿Pero qué estás diciéndome, Rock…? —preguntó con un tono quebradizo, como si apenas pudiera creerle. —¿Quieres tomarme el pelo?
—¿Te parezco de broma? ¿¡Te parezco de broma, eh!? —de repente su tono autoritario y seco la dejó callada, mirándole fijamente. Revy negó paulatinamente con la cabeza y volvió a bajar la mirada.
—No puedo… no puedo. Y… no puedo ofrecerte nada. Ni siquiera una relación normal.
—No quiero una relación normal, maldita sea. Quiero irme a vivir contigo. A viajar, o a trabajar. Me da igual. Me da igual dejarlo todo, Revy. Pero que sea contigo. Creí tener una vida construida pero… sólo reencontrarme de nuevo contigo me deja claro que no soy dueño de mí. Necesito estar a tu lado, ¿vale? Por favor… sólo… sólo quiero saber si sigue siendo recíproco…
Revy sentía que las pulsaciones le iban como locas y Rock le estaba susurrando todas aquellas cosas pegado a sus labios… tragó saliva. No sabía qué hacer. Pero tardó más de un par de segundos en ofrecer respuesta alguna, y el japonés eliminó toda distancia para besarla, atrapando ansiosamente sus labios. Revy dio un suspiro suave, cerrando los ojos y le correspondió, uniendo sus labios y sus lenguas con cierta timidez al principio, para acabar siendo un beso apasionado. Rock separó sus labios de ella sólo un segundo y se pegó a su cuerpo, respirando y sintiendo su olor mucho mejor. La atrajo con cuidado de la parte de atrás de la cabeza y volvió a besarla, amasando su cintura con la mano izquierda. Sentía su abdomen musculado.
—Vamos, Revy… dime que me quieres… —susurró pegando la nariz a la de ella, oía a Revy suspirar.
—Eres un cabrón, no me dejas ni respirar —dijo, ligeramente excitada por semejante contacto labial.
Rock se sentía poco a poco más y más fuera de sí, no podía creer que Revy acabara de corresponder a su acercamiento. Cuando notaba su parte mansa, era como si pareciera una pequeña leona asustada que no permitía que se acercaran a su jaula. Pero una vez le mostrabas lo bueno que podía ser querer a alguien, ella misma demostraba su gran corazón. Siguieron besándose, y según avanzaban los minutos Rock no pudo contenerse y la agarró de un pecho, amasándolo con ganas. Revy dio un quejido breve y distanció su boca, deteniéndole la mano. Susurró.
—Acabemos el trabajo… y luego hablaremos de esto, ¿de acuerdo…?
Rock sintió que le costaba un horror distanciarse. Volvió a intentar besarle pero Revy se le adelantó y le empujó con suavidad de los hombros. Asintió despacio.
—Está bien, pero… tengo muchas ganas de verte desnuda…
—Tengo muchas cosas en las que pensar. Si crees que no puedes esperar, en el baño tienes el papel higiénico.
—Joder… no seas tan dura, Revy… —musitó con una risita, pegado a ella. Revy sonrió, pero su sonrisa delataba un pensamiento más profundo. —Si ocurre algo, por favor, no te lo guardes… este es el momento de ser sincera.
Le miró fijamente, centrándose en esas últimas palabras.
—Es… es que no quiero cometer ningún error.
—Qué error, Revy. —Suspiró y la encaró—. ¿¡Qué error!?
Era la segunda vez que le saltaba de esa manera, y Revy se cabreó.
—No puedes venir después de seis meses a intentar follarme, ¿¡vale!? —le espetó y levantó la voz. —Vuelve a gritarme y te parto la cara, Rock.
Rock apretó los labios y se distanció un poco, mirándola fijamente. Se mordió el labio con fuerza, pero al final lo soltó.
—Sigues cabreada por lo que tuve con Eda, ¿no es cierto? ¿No vas a olvidarte?
—¿Quién ha mencionado a Eda?
Rock suspiró frotándose los ojos y comprendió que estaba metiendo la pata de nuevo. ¿Por qué se ponía tan nervioso? ¿Era porque no podía tener lo que quería en el momento que quería? ¿Desde cuándo había dado tal paso atrás en su educación?
—Sé que no la has mencionado. Pero fue la razón de que la última vez no quisieras seguir adelante.
—La razón fuiste tú, y vuelves a ser tú. —Cogió su top y pasó rápido por su lado, pero Rock la tomó del brazo y la volteó.
—No, Revy. Está bien, esperaré lo que haga falta.
—Lo único que te pido es que no me toques la moral. Hemos estado sin vernos mucho tiempo y no quiero precipitarme. ¿Puedes entenderlo, o te tengo que hacer un dibujo?
Rock negó con la cabeza, avergonzado.
—Tienes toda la razón. Para mí el tiempo también ha pasado, pero es que siempre he estado pensando en ti.
Revy suspiró y dio por zanjada la conversación. Retiró la muñeca hacia atrás y se cambió de camarote.