CAPÍTULO 17. O no hay ningún motivo, o hay todos los del mundo

Nadie durmió nada en toda la noche. Después de la tormenta, la noche se volvió gélida, pero Dutch pudo poner la embarcación a salvo y Benny fue el único que pudo dormir unas tres horas.
A la mañana siguiente ya visualizaron por fin tierra firme y el canal. Dutch despertó a todos por megáfono y Jane, junto a Rock, fueron los que prepararon el desayuno.
Revy se había pasado la noche en vela desde cubierta; no pudo dormir ni una mísera hora. Se cambió de ropa y se abrigó. Consumió todo el paquete de cigarrillos que le quedaba. A alguna hora de la mañana sus párpados no resistieron más y, pese a las preocupaciones que tenía, cayó tendida en la red que había en proa. Dutch la encontró dormida con la boca abierta y el cenicero con una pequeña montaña de colillas aplastadas. Le apenó tener que despertarla, pero tocaba movilizarse.
—Apenas puedo creerme que hayamos pasado una mañana tranquila después de tanto bailecito…
—Yo casi muero anoche, de no ser por Revy —murmuró Rock, acabándose sus huevos revueltos. —¡Eh, oye! ¡Si te he echado un montón…! —Revy le estaba robando parte del bacon y del huevo y echándoselo en su rebanada de pan.
—Sí, algo pude ver antes de que la puerta me rompiera la crisma —dijo Revy entre risas, señalando con el tenedor a Rock. —Estabas acojonado. Si te hubieras caído al mar, creo que te habríamos perdido de vista rápido. Eso si es que el casco no te partía los huesos primero.
Rock asintió, masticando lentamente al acordarse. Ahora que lo miraba con una perspectiva tranquila, se sorprendía de la fuerza que había sacado de sus brazos. Pero aun más… le sorprendía la fuerza que tuvo Revy por ponerle a salvo.
—¿Cómo coño logró volver a cubierta? —dijo Dutch.
—Con Revy, lo estoy diciendo. Tiene los brazos de acero.
—Pesabas muchísimo. No había manera de levantarte, joder. —Se remangó la chaqueta y mostró su brazo estirado, haciendo una mueca de dolor. —No es coña, yo creo que alguna fibra te has cargado. ¿Pero voy a llorar? No, porque me parecería a ti.
Rock le hizo burla mientras ella se reía. Al final, casi todo su plato se lo comió Revy, pero a él no le importó.
El móvil de Dutch comenzó a sonar. Tras un cruce de palabras, colgó y se lo guardó.
—Bueno, compañía Lagoon… toca descargar la mercancía. Todo el mundo manos a la obra, menos Revy.
—¿Qué pasa conmigo?
—Rock me ha dicho que te has jodido el cuello, así que tú recoge los platos.
—Tsk, ni de puta coña —eructó y subió las botas a una esquina de la mesa, cruzando los tobillos.
—Vamos, chicos, vamos que nos están esperando con maquinaria ahí fuera.
Dutch dio dos palmadas y todo el equipo se puso en pie a trabajar. El cielo seguía muy encapotado, amenazaba con seguir gris y con otra tormenta en algún momento.
Balalaika llamó al poco de recibir el estado de la entrega por parte del receptor. Se habían perdido dos kilos exactos de cocaína. Dutch pasó un buen rato haciendo memoria y repasó cada estante y cada caja que había transportado, pero el kilo correspondía a uno de los paquetes, y recordó con amargura que Benny había cogido una para mostrarle a Jane cómo era la cocaína. Dutch le contó la verdad a Balalaika tras confirmarlo con Benny, asumiendo lo que pudiera ocurrir.
—Pagaré la diferencia, pero ellos no querían dinero en esta descarga, sino todo el material. Y dices que el paquete se ha perdido en el mar.
—Puedes apostar por ello. Benny la cogió para enseñársela a su novia y se quedó en la cabina de mandos desde donde trabaja con el radar. Pero después de las complicaciones que tuvimos anoche, se desparramó y salió volando junto a la puerta.
—A tu vuelta me pagarás la diferencia, Dutch.
—No sólo te pagaré la diferencia, sino que no cobraré el honorario. Ya que no he cumplido con lo que te prometí.
—No, no te pases. Sé pagar un buen servicio. Habría podido ser mucho peor. Pero que sea la última vez que uno de tus hombres mete las manos en mi harina. Confío demasiado en ti como para recibir esa conducta de vuelta.
Dutch se sintió avergonzado, porque ese tipo de conductas nunca habían ocurrido. Colgó tras haber arreglado las cosas y volvió que echaba humo al barco. Tendría unas serias palabras con Benny.
Al final, no hicieron falta los servicios de Rock como intérprete.
Tres días más tarde
Después de la misión, tanto Rock como Revy volvieron a sus respectivos quehaceres. A Rock le costó una barbaridad volver a centrarse en el trabajo, y le sirvió mucho el entrenamiento para enfocarse. Revy le había pedido unos días para pensar bien lo que quería hacer, pero ya sólo habían pasado tres y él estaba que se subía por las paredes, deseando llamarla.
Al fin, el móvil vibró un día con su nombre. Rock dejó de teclear en el laptop y se abalanzó sobre él.
—¿Sí?
—Hola, ¿Rock?
—El mismo. Ya pensé que te habías olvidado de mí…
—Bueno… dije que te daría una respuesta. ¿No?
Rock asintió enérgicamente, como si ella pudiera verle.
—¿Cuándo podré verte? —le preguntó con necesidad.
—¿Tienes algo que hacer esta noche?
Mierda, hay cena de trabajo… Rock se tomó unos segundos.
—Puedo librarme.
—¿Ya tenías otra cita, eh…?
—No te preocupes, me escaquearé. Esto es más importante.
Revy estaba secándose el pelo con la toalla frente al espejo, y al oír aquello desde la otra línea, curvó una sonrisa.
—Bueno… en fin, te veo esta noche a las 10. ¿Sabes dónde se abre la feria? Hay como unos puestos de madera…
—Sí, sí, hemos ido con la banda alguna vez —la cortó, se le notaba con adrenalina en la voz—. Estaré allí.
Horas más tarde
Rock pudo escaquearse de la cena muy rápido. A las 21.00 h habían empezado a comer, y dijo sentirse indispuesto cuando tocaban los postres. Boris lo cuestionó con la mirada, pero Rock aquella noche no estaría disponible para nadie que no fuese Rebecca. Así que con toda la prisa que pudo, se metió en su coche y condujo hasta el recinto ferial donde cientos de puestos de comida y juguetes se abrían paso tras la avenida. Tardó más de lo previsto en aparcar debido a la enorme aglomeración de personas que pasaban por allí, pero finalmente lo hizo y cogió del asiento copiloto un presente.
Roanapur podrá ser una mierda, pero saben montar de vez en cuando cosas bonitas. Le tengo que enseñar recintos feriales mayores que éste, seguro que le encantan.
Halló a Revy en uno de los puestos principales, practicando tiros de balines para ganar un peluche. Derribó sin mucha ceremonia tres latas, pero sólo le tocó un llavero y seguidamente empezó a increpar al dirigente del puesto. Ya la había visto en esas alguna vez, cuando viajaron a Japón. Rock sonrió y la tocó del hombro, a lo que la muchacha chistó y escupió cerca del puesto del hombre.
—Deja de liarla, anda… no te puedo dejar a solas ni un minuto —sonrió al verla y se la llevó del brazo. Revy aún le estaba sacando la lengua al otro tipo, pero cuando se volteó y prestó atención a Rock, éste la sorprendió con un beso. Revy se tranquilizó de inmediato y bajó un poco la mirada, con las mejillas sonrosadas—. Quiero darte un regalo.
—¿Uh?
Rock sacó tras su espalda una bolsita de cartón decorado y se la entregó. Revy metió la mano y saco un pequeño oso de peluche azul. El oso tenía en las manos un subfusil, también hecho de peluche. Revy soltó una carcajada.
—¿Te gusta…?
—Joder, lo colgaré en el cabecero de mi cama.
Rock sonrió y acto seguido la abrazó.
—Pensé que ya no ibas a llamarme… me tienes en ascuas.
Revy fue dejando de sonreír lentamente y miró a Rock a los ojos. Realmente le era complicado sincerarse con sus sentimientos. Se le hacía incluso raro tener que hablar de cosas que uno sentía… de manera verbal. No estaba acostumbrada y le hacía sentir vulnerable. Se humedeció los labios y se tomó unos segundos.
—Quise llamarte, pero no sabía qué decirte —le devolvió la mirada, de manera fija durante unos segundos, pero no se sentía fuerte. Nunca se sentía fuerte para mirar a la cara cuando tenía que abrirse—. Yo… he pensado en los pros y contras. Y creo que deberíamos darnos una oportunidad.
Rock abrió los ojos, sintiendo una ilusión colosal. La volvió a abrazar con fuerza rodeándole la cintura, y la levantó incluso unos centímetros del suelo. Se sentía pleno, muy feliz. Revy sonrió y le miró desde arriba, se notaba su timidez ahora, viendo cómo algunos transeúntes los observaban.
—Eres increíble…
—Va, Rock bájame ya… me estás poniendo en evidencia.
—Perdón, perdón… —la volvió a dejar en el suelo y le acunó la cara con las manos, acariciándole las mejillas una y otra vez.
Rock no tenía idea de las cavilaciones que había hecho Revy para tomar una decisión de aquella magnitud. Nunca había tenido pareja como tal, la vida le enseñaba que confiar en alguien ciegamente podía ser muy peligroso y dañino. Además, sabía que también tenía que aprender a comportarse. Si la vida era entre dos y no en solitario, había que pensar en pos de ambos. Cuando Rock le mantenía la mirada de aquella forma, y la acariciaba, era como si entrara en otro mundo, y de verdad que creía posible ser feliz.
Se pasaron lo que restaba de noche poniéndose hasta arriba de comida y disparando balines en casi todos los puestos, a Revy le encantaba ver cuáles estaban amañados. Se daba cuenta enseguida. Para cuando dieron las 3 de la madrugada, ya estaban cansados de comer y de recorrer las calles y los espectáculos. Rock le ofreció pasar la noche en su apartamento.
A la mañana siguiente
Apartamento de Rock
A Rock le despertó el sonido del móvil sobre las 8 de la mañana. Era Balalaika. Se sentó sobre la cama algo aturullado y bostezando; buscó bolígrafo y papel a tientas con la información que le estaba dando. Cuando colgó, se estiró y echó la mirada al otro lado de la cama. Revy descansaba plácidamente girada hacia la pared. Le apartó delicadamente un mechón del rostro y le acarició la mejilla dulcemente. Ni se inmutó. No quiso despertarla aún, así que hizo el menor ruido posible y se fue a la cocina a preparar el desayuno y a ducharse.
Una hora más tarde, Revy comenzaba a dar vueltas en la cama y a desperezarse. Rock aprovechó para hablarle, inclinándose hacia ella.
—Buenos días. ¿Tienes hambre…?
—Qué bien que he dormido, joder… —musitó balbuceante, girando hasta quedar bocarriba. Rock le acariciaba el brazo y llegó hasta su mano, donde la morena también respondió con caricias. —Debería ver si Dutch ha llamado…
—No he oído tu móvil. ¿Sabe que estás aquí?
Revy asintió perezosamente y metió la mano bajo la almohada para coger su móvil. Se fue incorporando poco a poco.
—No, no ha llamado. Últimamente ha rechazado tanto encargo que casi parece que estamos de vacaciones.
—A mí me ha llamado Balalaika. Tengo trabajo que hacer mañana, hoy me ha dado algunos datos.
—¿Misión larga?
—Más o menos. —Recogió el papelito y volvió a leer lo que había escrito antes. —La cosa es que tengo que viajar a Japón. Y esta dirección, ahora que la estoy releyendo… —alzó una ceja y le mostró el papel— Mira. ¿Te quiere sonar de algo?
Revy se frotó los párpados y cogió el papel. Con la otra mano se acercó el vaso de zumo que Rock le había traído en una bandeja. Tragó y se encogió de hombros, devolviéndoselo.
—No me suena. He estado poco por allí, la última vez fue contigo y todo el tema de los Washimine.
—Ya. Pues esta calle está bastante cerca de donde viven mis padres. No es que me haga mucha gracia. —Revy se quedó mirándole sin decir nada durante unos segundos, y volvió a beber del zumo. Esta vez se lo terminó de dos buches y volvió a dejar el vaso en la mesita. Rock carraspeó y volvió a guardar el papelito—. Pero bueno, es trabajo, no puedo quejarme. Durará una semana. ¿Te gustaría venir conmigo?
—Se te olvida que yo también tengo trabajo aquí, ¿sabes?
—Pero podríamos habar con Dutch. Sólo es una semana. No quiero ir solo a Japón, ya… no me siento parte de Tokio.
Revy soltó una risilla malvada.
—Hay que ver, que ahora voy a tener que acompañarte hasta el baño. ¡Sólo es una semana! —Rock curvó media sonrisa y se acarició la nuca, pensativo. —Pero hablaré con él, si te hace ilusión.
Rock amplió su sonrisa y gateó en dirección a Revy, buscándole el rostro y echándola hacia atrás con su avance. Revy sonrió agarrándose a su hombro y le comenzó a besar, cada vez más tumbada, hasta que él se le colocó encima y comenzó a acariciarla. Los suspiros de Rock al besarla delataban su excitación. Había veces que llegó a tener algún contacto así con algún niñato, en el pasado, pero tras lo vivido de niña, eran momentos que contenían tensión. Pero Rock era tan bueno y sensible, tan atento, que sus demonios del pasado no llegaban a despertar. Sabía comportarse y tratarla. La hacía sentir bien, muy bien… de pronto sintió cómo le metía la mano entre las piernas y acariciaba despacio, pero con cierta intensidad. El tanga que llevaba era fino y el japonés pudo sentir que estaba húmeda. Se apartó de sus labios y se irguió sobre sus rodillas, juntándole las piernas en alto para deslizarle hacia arriba su minúscula prenda interior y lanzarla a otro lado. Revy tragó saliva y cerró momentáneamente los ojos, aunque no lo pareciera, debía concentrarse antes de follar, porque el principio siempre le traía un vago recuerdo de lo que podía doler. Pero era Rock.
Es Rock…
Rock le separó las piernas tras desnudarla y ni siquiera volvió a la boca. Pegó la suya a su vientre, luego al abdomen, y empezó a hacer chupetones sonoros, con los ojos completamente cerrados. Disfrutaba de su olor, del calor que desprendía su cuerpo. Se le puso dura al oírla gemir cuando abarcó de repente su clítoris con la boca, pegando bien los labios y chupando sin succionar, lentamente, rozando el clítoris en círculos lentos. Revy gimió en un tono apenas audible, pasando la mano por el cabecero. Bajó la mirada hacia él y se puso muy cachonda viendo cómo su boca se rozaba y se amoldaba a sus labios vaginales una y otra vez, aunque se notara su intensidad, también lo hacía con lentitud, pero la presión de su lengua era lo suficientemente fuerte para hacerle sentir corrientes de placer una y otra vez. Suspiró fuerte y abrió la boca, arqueando hacia arriba la espalda cuando sintió un dedo penetrándola. Cerró los ojos y soltó un resoplido fuerte. Con la otra mano Rock se dedicaba a acariciarle el muslo, aunque paró de hacerlo y le metió la mano bajo una de las copas del sostén; sintió enseguida el pezón erguido de la morena.
—Ah… —a Revy le empezaba a costar aguantar los gemidos. Abrió los ojos mirando al techo, y frunció las cejas al sentir una nueva oleada de placer con el raspar de su lengua sobre su clítoris. Tensó los muslos un solo segundo, y él sacó la mano de su pecho para volver a acariciarle el muslo de arriba abajo, notando su tersidad. Se animó excitado al sentir las dos manos de Revy hundiéndose en su pelo, acariciándole cariñosamente. Abrió los ojos y la miró excitado desde allí, con la boca ocupada; apretó dos dedos contra su cavidad. Revy jadeó nerviosa y volvió a tensársele involuntariamente el abdomen. Rock suspiró de placer viendo cómo salían sus dedos de húmedos.
—Me encanta oírte… —musitó separando un segundo su boca de ella y lamiéndola en la ingle. Le puso la piel de gallina de nuevo. Enroscó un poco los dos dedos que le tenía dentro y Revy se retorció un poco. Volvió a centrarse en su clítoris y volvió a penetrarla, ahora con mayor rapidez. Revy apretó los dientes y soltó un bufido corto y arrastrado, Rock apretó el ritmo. De pronto la oyó gemir más agudo y esto terminó de levantarle la polla, dura como una piedra; Revy arqueó del todo la espalda y gemía rápido, con los ojos cerrados. De pronto dio un jadeo cansada y dejó caer de golpe la espalda sobre la cama, recuperando la normalidad en las respiraciones. Abrió despacio los ojos y respiró mirando el techo. Fue menguando también la fuerza con la que le había agarrado del pelo. Rock lamió sus fluidos y retiró los dedos de ella, que salieron conectados por un extensible hilo transparente. Sonrió de lado la miró desde abajo.
—Joder… —murmuró la chica, soltando un suspiro fuerte y relajando las piernas. Rock se bajó los calzoncillos y se cogió el miembro con la mano. No quería hacerlo justo al poco de provocarle a Revy un orgasmo, la idea era penetrarla con el orgasmo al caer, pero no podía evitarlo; al escucharla gemir tenía que continuar hasta acabarla. Revy aún respiraba entrecortada cuando le volvió a separar las piernas y apretó el glande entre sus labios, que comenzaron a dilatarse cuando empujó suavemente la cintura contra ella. Revy dio un quejido esta vez de sorpresa, y levantó la cabeza para mirar sus cuerpos.
—Tranquila… —le susurró, pegando la frente a la de ella. Revy apretó un poco la mandíbula al sentir que seguía apretándose contra ella y bajó la mano a su cintura, deteniéndole un poco.
—La tienes grande —dijo con un tono quejumbroso, tenía las cejas fruncidas.
Rock asintió, embobado y sin poder apartar la mirada de sus sexos unidos, y el cuerpazo de Revy. Las líneas de sus abdominales se marcaron al tensar el cuerpo cuando notó que trataba de entrar en ella de nuevo. Volvió a frenarle las caderas y Rock hizo un ejercicio mental para contener las ganas de embestirla con fuerza. Era difícil combatir la libido que sentía, pero quería que ella se sintiera cómoda y que no le doliera, sólo quería darle placer. Sacó el glande de su interior, lo único que había conseguido introducir, y rozó el largo de su pene entre sus labios en un vaivén suave, que volvió a tensar a Revy del gusto.
Cuando se besaron ahora lo hicieron con más frenesí. Ella subió ambas manos por los brazos de Rock y notó lo fuerte que estaba, se notaba que había pasado por el gimnasio durante aquellos meses. Clavó las uñas en uno de sus tríceps cuando volvió a sentir que trataba de penetrarla, y separó los labios en un suspiro.
—Relaja las piernas, ya verás… —Revy asintió y obedeció, y se dio cuenta de que al relajar sus piernas, el pene de Rock se abrió camino mejor, aunque hasta cierto punto. Estaba muy excitada, era innegable, pero le costaba recibirle. De pronto la abrazó fuerte desde arriba y se hundió en su cuello; su cuerpo se golpeó contra ella con un ritmo marcado. Revy dio un grito y se agarró a su espalda, y enseguida sintió el peso masculino y su vaivén más intenso. Para su sorpresa, sólo dolió al principio: su cuerpo cedió al tamaño como ya había hecho en otra ocasión, pero esta vez el placer fue instantáneo. Rock sintió también la dilatación y golpeó sus caderas contra ella con más ganas, y Revy empezó a gemir excitada, sintiendo la presión del golpe como un estímulo fuerte y placentero. Rock le levantó el sujetador hacia arriba y se quedó observando sus pechos embobado, con las manos apoyadas a cada lado de su cabeza, miraba embelesado cómo éstos botaban cada vez que entraba dentro de ella. Revy estaba totalmente entregada y adoraba verla así, siempre se le hacía mágico. Entre jadeos, subió la mano a la mejilla de Rock y él le devolvió una mirada lasciva sin dejar de penetrarla. Le mordió suavemente el dedo pulgar. Empezó después a gimotear del gusto, notaba que dos gotas de su sudor nacido en el cuello caían por la intensidad de las embestidas y caían sobre el cuello también sudado de ella. Revy se fijó en su expresión y le tocó el pectoral.
—Rock… recuerd-…
Rock le cortó el habla bajando y besándola, transformando sus palabras en un gemido conjunto. Se golpeó más rápido contra ella, sintiendo con mucho placer cómo los choques de ambos sexos hacía un fuerte ruido al impactar. Empezó a gemir más azorado, y Revy movió la cara hacia un lado y le agarró del cuello sin fuerza para que la mirara.
—Rock —él la ignoró y en un momento dado dio un bufido de placer mas grande, chocándose una última vez fuerte y deteniendo los movimientos duros. Siguió jadeando, claramente extasiado tras el orgasmo que acababa de tener y se quedó con el miembro enteramente metido dentro de ella. —Joder, Rock…
Rock entendió al poco, tras salir de su locura sexual, que acababa de terminarle dentro. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza. Revy cerró los ojos soltando una respiración pausada y recuperando el aliento.
—Te me has corrido dentro, joder.
—Ni siquiera me he acordado. —Se excusó, respirando muy agotado. Al sacar despacio su enorme miembro de Revy contempló, a los pocos segundos, que algo de semen salía de ella también. La morena se frotó la cara con la mano.
—Es igual, ya me tomaré la pastilla. Pero que sepas que me sientan como el culo.
Rock asintió algo avergonzado al no saberse contener, ya tenía una edad para saber que algunos actos podían evitarse. Acarició a Revy del muslo y le acarició la vagina con los dedos, mirando todo el cuerpo sudado de la mujer.
—Es increíble el cuerpazo que tienes.
—Sí, sí… intenta arreglarlo… —musitó divertida, dejando caer las piernas estiradas sobre la cama. —Voy a ducharme.
—Vamos. —Se autoinvitó Rock, siguiéndola desde atrás con una sonrisa. Revy empezó a correr riendo.
—¡Vete a la mierda, quieres follarme otra vez!
—¿Yo? ¡Qué va!
La atrapó riendo desde atrás y fueron abrazados hasta el baño. Revy no dijo nada respecto al apartamento de Rock, pero se daba cuenta de que debía estar cobrando bastante bien, pues se notaba el alto standing. Tanto él como Eda, que habían trabajado alguna vez para Balalaika, tenían buenos honorarios. Pronto estos pensamientos tampoco tuvieron importancia alguna.
Se ducharon juntos. Dentro del calor del agua y el vapor, Rock la giró y le separó las piernas, y volvió a follar con ella. Aquel fue un recuerdo bastante memorable. Revy estaba muy apretada y la oyó gemir con fuerza, y verla desde atrás con el cuerpo y el pelo completamente mojado era una imagen que se llevaría a la tumba. La azotó de la nalga y la embistió con cierta rapidez, y Revy empezó a gemir débilmente, teniendo que agarrarse a los soportes anclados de la pared cuando tuvo un orgasmo. Rock sacó el miembro de su interior esa vez y se corrió fuera, sobre su lumbar, aunque el agua diseminó aquello rápido. Suspiró con fuerza y la rodeó desde atrás, respirando lento y calmándose, junto al corazón acelerado de la mujer. Revy se giró y le besó largamente, uniendo sus lenguas y abrazándole del cuello. Él la correspondió por un largo minuto.
—Te quiero, Revy… —susurró pegado a su cuello, abrazándole la cintura con fuerza. Sentía que el agua les unía más, impregnados mientras se abrazaban y acurrucuban.
—Y yo… yo también —respondió.
Tokio, Japón
La pareja aterrizó en tierra firme de madrugada. Balalaika le había dado instrucciones más concisas de lo que tenía que hacer allí: al parecer, era únicamente una misión investigativa. Tenía la apariencia perfecta, era un japonés más, cualquier otro hombre de Balalaika llamaría innecesariamente la atención y algunas pandillas de Tokio estaban al loro de toda persona que entraba y salía del aeropuerto. La rusa había convenido todo para que no fueran pillados al salir del jet privado; esa parte del plan salió bien. Se subieron a un blindado que no lo parecía, lo más parecido a un turismo como otro del montón, y fueron llevados al piso franco que Rock había encargado por una aplicación local. Balalaika permitió esa acción de Rock: prefería que en su patria, hiciera a su antojo, al ser japonés siempre llamaría menos la atención. Si se hospedaban en un hotel era más arriesgado, y más en el hotel de lujo que ella previó ponerle en un principio.
Por cosas como esta me gusta tenerte en plantilla, Rock. Caes en cosas a las que yo no doy importancia. Bien pensado, le dijo por teléfono cuando fue informada de que la estancia sería en un piso normal y corriente, pero apartado de las grandes muchedumbres. Así sería fácil reconocer coches vigía y gente mirona.
Cuando se instalaron en el apartamento, no tenían muchos vecinos. Revy se fijó en todos con los que se cruzó, le gustaba tener a la gente desconocida calada. Los japoneses con los que se cruzó le devolvieron la mirada con cierto recelo: Revy era chinoamericana y se notaba demasiado. La forma de sus ojos delataba un origen mixto, no era china del todo, pero no era japonesa, y encima era mezclada con un gringo. Los japoneses que se daban cuenta de esto y la veían con un japonés, ya los habían convertido en foco de algún comentario. Rock la convenció de no armar ningún numerito en el edificio ni en lugares públicos, y Revy, acostumbrada al rechazo desde que era una niña, dijo que nada haría si no tenían la desfachatez de insultarla a la cara.
Pero las cosas se complicaron. El segundo día, en el que Rock estaba ausente custodiando un edificio de casetas políticas bajo orden de Balalaika, uno de los vecinos en el bloque pilló a Revy en el pasillo y le llegó a ver las pistolas escondidas bajo el abrigo. El hombrecillo, acobardado, se echó a un lado. Revy le siguió con la mirada y se ajustó bien la chaqueta, pero sabía que la había visto. El hombre llamó a la policía, y entonces todo el plan comenzó a torcerse. Era el segundo día solamente, y al regresar al apartamento, Rock vio asombrado que tres coches patrulla estaban aparcados frente al edificio. Salió del coche rápido y corrió hacia el interior, sólo para ver a Revy con unas esposas a las espaldas y cagándose en todos los muertos de los policías.
—¿Qué diablos está pasando aquí?
—Ese cabronazo, que me ha denunciado sin ningún motivo. —Revy escupió al lado donde se situaba el chivato que había telefoneado a las autoridades, y en ese momento uno de los policías la agarró de la coleta y la obligó a mirar hacia adelante.
—¡¡Eh!! —Rock se puso muy nervioso y cabreado, y cuando se acercó a ellos, el policía llevó la mano a la cartuchera. Alzó las manos y le miró fríamente, interponiéndose entre ellos y el coche.
—Si la lleváis a comisaría habrá problemas graves. Por favor, hagámonos todos a un lado y déjenme explicar lo que ocurre.
—La chica tiene una identidad falsa, caballero. Tenemos sospechas para creer que puede estar tramando un ataque local.
—Si fuera usted escucharía lo que tengo que decir. Si no… —miró el reloj de pulsera— calculo que en un par de horas estará fuera y volviendo aquí. Pero ustedes probablemente estén sin placa.
Los policías se miraron entre sí y prestaron atención a su compatriota. Se la llevaron apartada a uno de los callejones y Rock les acompañó sacando su tarjetero del bolsillo interno de la chaqueta. Revy aguardó a un costado, apartada de todos ellos, mientras otro la mantenía a ella sujetada del antebrazo. Cuando le miró a los ojos se dio cuenta de que le estaba mirando descaradamente las tetas, y alzó la voz.
—Para eso sí que no te importa mi nacionalidad, ¿eh, desgraciado? Puto madero de mierda.
El hombre apartó la mirada y endureció el agarre en su brazo, controlándola al sentir que empezaba a zafarse.
Rock volvió con los agentes al cabo de unos diez minutos. El que parecía el jefe habló en japonés cerrado al que sujetaba a Revy, y éste la soltó con asco.
—QUÍTAME LAS ESPOSAS, HIJO DE PERRA.
—Dígale a su novia china que calme el tono de voz o mis hombres tendrán libertad para calmarla. —Murmuró el jefe a Rock. Rock hizo caso omiso, y disfrutó viendo cómo el que era gritado tenía que usar la llave mientras Revy seguía recordándole cómo se cagaría en sus padres. Revy desconocía el peso de sus palabras en Japón, pero se pasaba de la raya. Lo cómico y relajante era que no podían responder… porque Rock les había hablado de quién les envió allí. Y era evidente que conocían el alcance de las uñas largas de la rusa. No hizo falta explicarles el trasfondo de la misión. Revy se acarició las muñecas en cuanto la liberaron.
—Dame mis pistolas, perro de mierda.
—Revy —dijo Rock, mirándola más serio—. Relájate, ¿Vale?
—No me van a poner las putas esposas en las manos. Nunca más.
Rock no ahondó en aquel tema, sabía que Revy tenía un trauma con aquello. Suspiró hondo y la tocó del hombro. La notó muy tensa pero la comprendía. Sabía que esa manera de expresarse tan salvaje era una carcasa construida por el dolor del pasado. Cogió las armas de manos del policía y se las tendió. Revy las enfundó de vuelta y caminó en dirección al apartamento. Rock hizo un gesto de despedida con las autoridades y trotó hasta ir a su lado, susurrándole.
—Mañana encontraré otro piso desde el que operar. Trata de mantener la calma, ¿eh? —la acarició de la lumbar. Revy miraba fijamente al vecino que la había denunciado, sin apartar sus ojos marrones. El hombre abrió los ojos al ver que volvía sin esposas y con sus armas. Revy desenfundó y abrió la recámara mientras andaba hacia él. Tras comprobar que seguían todas sus balas la cerró con un movimiento brusco de muñeca y giró el arma en el dedo índice una sola vez, cogiéndola de la empuñadura con fuerza. Se la enfundó de nuevo. Rock untó las manos e hizo una pequeña reverencia frente al vecino, pidiéndole disculpas por los altercados y prometiendo que mañana se marcharían del bloque. El hombre, un poco acobardado viendo que tendría que aguantar otra noche con una sicaria a dos puertas de la suya, se apresuró a marcharse sin mediar palabra.
Mientras comían, poco a poco se fue pasando el mal trago.
—Hay algo que no me ha dado tiempo a contarte, con todo lo que se ha liado hoy. —Revy le miró mientras masticaba, con curiosidad—. En mitad de Tokio he pasado por la peluquería donde mi madre trabaja… y estaba de servicio. La he visto después de un año desaparecido. Se ha puesto a llorar y todo.
Revy bajó la mirada al plato de comida y tragó con algo de dificultad.
—Sí. No se me ha olvidado eso. ¿Hablaste con ella?
—Bastante más rato del que me hubiera gustado. Dijo que no bastaba conque le escribiera de vez en cuando, que tenía que ir a verla en físico más veces. Le he dicho que estoy con una persona maravillosa.
—Rock, oye…
—…me gustaría que os conocierais. ¿Es tan malo? —se apresuró a preguntarle, mirándola de reojo. Revy suspiró.
—No lo sé. Son japoneses y también tendrán el palo metido por el culo…
—Ese es mi padre. Probablemente le choque ver que no eres la japonesa con la que quería casarme. Pero tendrá que entenderlo.
—¿Por qué es necesario que les conozca? Estas situaciones me generan presión.
Rock guardó silencio y calibró sus palabras. Asintió despacio y siguió comiendo.
—Está bien. En ese caso, les haré una visita cuando vayamos a marcharnos y ya se verá.
Revy le miró de reojo y bajó despacio los iris. Una parte de ella se sentía mal si aquello le molestaba a él, pero sabía que no iba a caerle bien a sus padres. En su interior, lo sabía. Y eso podía peligrar la recién nacida relación que tenían.
—Además… aún es muy reciente. Sigamos a nuestra bola y luego prestaremos declaración a los demás. ¿No crees?
—Se hará lo que tú digas. —Posó su mano sobre la de ella, y se miraron fijamente. —No tengo ninguna obligación con ellos a estas alturas. Me dio un poco de pena, porque es una señora mayor, pero te dije que estoy totalmente desvinculado de mi anterior vida y es la verdad.
Revy ladeó una sonrisa a medias y asintió un poco. No le gustaba cómo se organizaba la vida del ciudadano medio en aquellos países. Y no quería formar parte tampoco. Rendir cuenta a más seres humanos que no fueran Rock, sobre todo teniendo en cuenta que acababan de retomar «algo», era demasiada exigencia.
Al día siguiente
La pareja encontró un nuevo piso donde asentarse para que Rock completara su investigación. Lo malo de aquellos mandados era que requerían el tiempo completo del japonés, dependiendo del día. Revy no se molestó en desarmar la maleta, al llegar al nuevo apartamento, la dejó a un lado tirada y se tumbó en el sofá con una lata de cerveza en la mesilla, en lo que Rock ordenaba sus camisas.
—Es probable que mañana no esté aquí hasta la tarde. Tenemos una reunión con el contacto de Balalaika. Quién sabe cuánto rato podré estar hablando con él.
Revy le miraba de reojo y bostezó, acomodándose hacia un lado.
—Me voy a sobar.
—Eh, Revy —caminó hacia el salón y lanzó al aire una pequeña tarjeta, que la chica atrapó al vuelo. La leyó con un ojo, apoyada contra el reposabrazos. —Te tengo que pedir un favor. ¿Podrías ir a recoger eso por mí a la oficina de correos? Sino, tendré que aplazarlo a mañana y tampoco sé si estaré libre.
Revy rezongó un poco y dejó la tarjeta sobre la mesita, volviendo a hundir la cara en el mullido sofá.
—¿Eso es un sí o un no? —le preguntó mirándola con los brazos en la cintura, sonriente.
—Que sí, pesado. Pero no me empieces a convertir en tu chacha, eh… ya sabes lo poquito que me gusta hacer de recadera.
Rock se agachó frente al sofá y la volteó un poco para verle el rostro. Mantuvo la sonrisa y le dio un beso en la mejilla, mirándola con ternura.
—Gracias. Eres la mejor.
—S…sí. Soy la mejor. Ahora déjame dormir —se ruborizó un poco, seguía desacostumbrada a los elogios. Ocultó su rostro rápido y se deshizo de las botas con los mismos pies.
Rock acabó ordenando ambas maletas él solo. Sonreía mientras lo hacía, pensando que Revy empezaría a recriminarle que le había escondido la ropa. No sabía encontrar sus prendas si no estaban por ahí tiradas, y tampoco es que tuviera mucha variedad de ropa. Se percató de repente de que casi todo el dinero que la compañía Lagoon ganaba, era reinvertido en armamento y munición y el combustible de los barcos, que no salía nada barato. El resto se iba en pagar la factura de la luz de la maquinaria de Benny y en la misma compra de comida… por no hablar de los desperfectos que los conflictos propios de Roanapur acababan tarde o temprano sucediendo. Siempre había imprevistos en Roanapur que costaban caros. Siempre. Cogió el top negro que Revy había lanzado a una esquina del sofá y le dio la vuelta, doblándolo correctamente y guardándolo en el cajón. Su móvil vibró y se apartó a la terraza, aunque cuando vio el número se lo pensó dos veces. Inspiró hondo y al final descolgó.
—¿Sí?
—Rokuro… he tenido que decirle a tu padre que estás por aquí… quiere verte.
Rock puso una expresión de desaliento y trató de no elevar demasiado la voz.
—¿Pero es que no me oíste, mamá…? Te dije que no quería encontrarme con él, cuanto menos sepa de mí mejor.
—¡Es tu padre! ¿Cómo iba a ocultárselo? ¡No he podido! Y… me estaba notando rara. Prácticamente me lo ha acabado sonsacando.
—No me lo creo —terció el japonés, resoplando largamente. Se tomó unos segundos en continuar. —¿Para qué es esta llamada?
—Bueno, supongo que le has comentado a la chica con la que estás que aquí viven tus padres… ¿no es cierto? Verás, es que tu padre quiere conocerla también.
—Eso no será posible. Ella no se siente aún cómoda, es muy pronto. —Miró a sus espaldas un solo segundo y bajó aún más el tono—. Y aunque estuviera cómoda, no le presentaría a papá. No es el tipo de mujer que él espera.
—¿Qué quieres decir? Seguro que es maravillosa, vamos… ¿ni siquiera puedo conocerla yo?
—Ella no es muy… —»sociable, agradable, amigable», ¿qué adjetivo podía usar? Con todos los que se le venían a la cabeza se sentía mal novio—. Digamos que le cuesta un poco relacionarse con los demás. Y es franca.
—¿Franca?
—Directa, concisa, tajante. Si no le gusta papá, se lo hará saber y querrá irse para no volver.
—Vamos a intentar que eso no pase, Rokuro… hijo mío… pero no puedes desaparecer así de aquí y volver después de un año para decirnos no sólo que tienes trabajo sino que tienes novia.
Rock se mordió la lengua, maldiciéndose por no habérsela mordido antes. Había hablado antes de tiempo.
—Me precipité al decirte que era mi novia, mamá. Ella… bueno. Prefiere no poner nombres.
—Necesito que vengas a casa con esa chica y nos cuentes exactamente a qué te dedicas, ¿vale? ¿Qué día te vendría bien?
Rock apretó los labios. La mirada se le enfrió.
—No. No volveré a casa. —Se separó el móvil de la oreja y colgó. Su madre le volvió a llamar inmediatamente, pero desvió la llamada. Inspiró hondo. Las cosas habían cambiado demasiado, no podía estar ya tan cerca de la familia. Una de las cosas en las que Balalaika hizo hincapié había sido en no perder el tiempo con planes secundarios, y ya bastante sentía que se lo estaba pasando por el forro al hacer planes «secundarios» con Revy, porque quería llevarla a algunos escondites bonitos de Japón antes de regresar. Intentó anteponerse a la inteligencia de su madre: si daba por sentado que estaba con una mujer, daría por sentado que al estar en Japón, querría llevarla a esos lugares. Así que la clave para que su propia madre no le tendiera una «emboscada» para encontrarse con los dos, sería jugar con la hora. No era una mujer nocturna, así que los planes con Revy serían nocturnos. Eso descartaba algunos paisajes. Lo dejaría para otra ocasión.
Mi fallo ha sido entrar a la maldita peluquería. Ahora, mis actos están todos condicionados. Manda cojones que siga traicionándome mi pasado y mi debilidad. ¿Es que no he aprendido nada?
Centró la mirada en las vistas que ofrecía el balcón… y recordó lo que había ocurrido no muy lejos de Roanapur, cuando Roberta se había vuelto loca en su desesperación por huir de los fantasmas del pasado, usando a García como su vía a la redención. Rock había hecho lo impensable porque las cosas salieran como él quería. Recordó la expresión de calma de Roberta cuando volvió a abrir los ojos, sin un pie y a falta de dos dedos de la mano derecha. Estaba feliz tan solo por saber que iba a volver a trabajar en la casa de los Lovelace como criada… porque así…
…porque eso… eso era…
—…una forma de acabar con su bestia interna.
Él se transformó entonces en un monstruo también, pero a pequeña escala, y con el único fin de salvar vidas. Aspiró tan fuerte el aire que sintió cómo sus fosas nasales se dilataban… y lo soltó de golpe. Su móvil volvió a vibrar. Esta vez era otro número. Frunció el ceño y se quedó mirando con desconfianza la pantalla. Al cabo de unos segundos, descolgó y habló con un tono neutro.
—¿Quién es?
—Estás en Japón, cerca de la casa donde creciste. ¿No es así?
Era una voz de hombre. La reconoció tras unos segundos de ensimismamiento.
—Ah-eh… ¿Mr. Chang?
—Hey, Rock, qué pasa. Cómo va eso. ¿Bonitas vistas desde el apartamento que os acabáis de agenciar?
Rock se giró vertiginosamente en el balcón, mirando en todas direcciones.
—¿Acaso me estás viendo ahora mismo?
—Nah, nada de eso. Tranquilo. Sólo me ha llegado el chivatazo de la policía japonesa.
Cagamos, pensó Rock.
—No sé qué te habrán contado, pero Revy y yo sólo estamos aquí de vacaciones.
—Ay, Rock, Rock. Pero cómo se te ocurre decirle a dos agentes de tres al cuarto el nombre de Balalaika. ¿Es que no has aprendido nada?
Rock sintió que sus vértebras traspasaban un cortocircuito provocado por la incertidumbre. Y tener incertidumbre en los mundos que él se movía, era peligroso. Siguió mirando hacia los pocos bloques vecinos que tenía, pero no vio ninguna ventana ni persona sospechosa.
—No se me ha ocurrido nada mejor que decirles para espantarles.
—No, y les has espantado. —Comentó con una risilla—. Les has espantado pero bien. Te aconsejo salir de la avenida principal mañana, al menos desde las 9 de la mañana a las 2 de la tarde. Habrá tiros. Y esto no te lo dirá Balalaika.
—Para el carro, Chang. Explícate en condiciones, no puedo obedecer una orden que no venga de la rusa así por las buenas. Me juego el cogote.
—Tendrás que hacerlo. Porque ella no lo sabe. Y me caes bien, Rock. Y ella también, pero ella… tiene que entender el enorrrrrrrme y catastrófico conflicto de intereses que está generando su maravilloso Hotel Moscú. Si nos barren, nos defendemos. La he pillado en una transacción que podría poner en juego todas sus condecoraciones militares.
—¿Por qué ibas a arriesgarte?
—Ay, Rock —volvió a hablar con su usual tono simpático, pero lleno de ambigüedad y poder—. Será mejor que no hagas preguntas cuyas respuestas no quieres conocer. Te estoy intentando salvar la vida, amigo. Quédate en ese bonito apartamento, o la palmáis. Así de claro. Y tendré en cuenta tu actitud después de la hora que te he dado mañana. No me hagas enfadar, ¿vale? Hay más gente implicada. Y que no me entere yo de que la llamas, ¿ehm…?
Le cortó sin permitirle hablar. Rock no sabía qué ocurría. Su primer impulso fue buscar el contacto de Balalaika para cuestionarla, pero… le invadió la suspicacia. Chang podía matarle igualmente, sabía dónde estaba y con quién. Le dio un arranque de ira y golpeó fuerte la barandilla con el puño. Ésta retumbó enseguida en una reverberación metálica, y lo siguiente que oyó fue a Revy pateando y agujereando la puerta de tela y apuntando a Rock con las dos pistolas. El japones levantó las manos acobardado, pero al reconocerla relajó los hombros. Revy frunció el ceño y se enfundó las armas.
—Casi te agujereo la cara, imbécil. ¿A qué ha venido ese golpe? Pensé que nos asaltaban.
—Esto no es Roanapur, no saques eso con tanta facilidad —la reprendió, haciendo que la mujer le mirara mal y chistara la lengua.
—Encima que te protejo… bah. —Se dio media vuelta y metió la cabeza por la tela que había roto, pero Rock la cogió de la muñeca y la hizo voltearse hacia él. Revy le devolvió una mirada confusa.
—Escucha. Esto es serio. Creo que Mr. Chang ha estado husmeando en los planes de Balalaika, no me preguntes cómo ni por qué. Pero sabe que estamos hospedados aquí.
—¿Y qué más da?
—No me ha querido explicar mucho… pero dice que corremos peligro si mañana estamos por la avenida… a la hora que Balalaika me dijo expresamente que fuera. Parece que va a haber un tiroteo.
—¿Con qué motivo?
—¡Como si me explicaran las cosas a mí!
—Desde luego… eres la última mierda para la rusa.
—No —negó con la cabeza, agriando la mirada—, ella no me ha ocultado nada.
—¿Ah no? ¿Y cómo estás tan seguro?
—Bueno… no… no tiene motivos para hacerlo.
—Chang es peligroso de cojones, ¿sabes? Él sí tiene motivos para trastornar a la rusa. Querrá joderla y asumir su poder.
Rock se quedó mirando a Revy, pero trataba de darle un enfoque a la situación. Se frotó la perilla con la mano.
—Si hay un tiroteo es porque no quieren que se realice la reunión a la que yo tenía que asistir como intérprete. Sé la información que va a tratarse en esa mesa. A lo mejor no quiere que yo la diga, o la sepa, en caso de que los japoneses tengan algo que aportar.
—¿Qué es lo que se hablará en la reunión?
Rock estuvo a punto de contestarle, pero de pronto, un pensamiento intrusivo le hizo dudar de Rebecca. La miró fijamente.
—No puedo contártelo.
Revy ladeó una sonrisa de suficiencia.
—No creas que podré ayudarte si no sé toda la información.
El chico negó con la cabeza.
—Es información clasificada sobre un sector de los nuevos negocios que quiere instaurar por aquí.
—Dame detalles, Rock. ¿Droga, armas, tartitas de maíz…?
—No puedo.
Revy soltó una risilla más divertida, cruzándose de brazos.
—Por favor, no sé qué coño piensas que voy a hacer con esa información… no seas tarugo. Sólo quiero saberlo para poder ayudarte. Tampoco es que me haga ilusión andar por la calle y que me bombardeen, ¿sabes?
—No he dicho nada de bombardear.
—¡Es un decir!
Rock empezó a disociar lentamente. La oyó, pero su enfoque fue directo hacia sus propios pensamientos. No se fiaba. Por qué iba a hacerlo, ya había visto suficiente mierda en Roanapur. Miró a Revy de arriba abajo, y se mordió lentamente el labio inferior.
—Olvida lo que te pedí antes acerca del paquete. Yo me encargaré en cuanto tenga libres diez minutos. Mañana no te muevas de aquí, ¿estamos?
—Lo que tú digas —se colocó el cigarro en los labios y se zafó de su agarre, pero se le cayó el tabaco cuando sintió un tirón más brusco, y un agarre mayor, que la volvía a girar hacia él.
—Es importante que no te muevas de aquí. Me harás caso por una vez en tu vida, Rebecca.
—Ya te he oído, ¡suelta! —movió el brazo pero Rock no la soltó, al contrario. Le enroscó más los dedos, empezaba a cabrearle la actitud vacilona y arrogante que siempre tenía con él. La miró a los ojos. Se estaba cabreando, pero él también.
—¿Por qué te tomaste tanto tiempo para aceptar darme una oportunidad? ¿Eh? ¿Qué coño era lo que tenías que pensar? —el antebrazo de Revy dejó de moverse, y le devolvió una mirada directa, como si aquella pregunta le impresionara—. No me mires así. ¿Por qué coño aceptaste? ¿Te envió alguien aquí para vigilar lo que hago?
—Tú, capullo, tú me enviaste aquí porque querías enseñarme Japón. Y tú te expusiste a formar parte de la plantilla de la rusa, ¡no me vengas con gilipolleces! Haber sido más espabilado, estas cosas pueden pasar.
—Será la última vez que me insultes. ¿Eso de capullo? Ahórratelo. No soy tu puto juguete para que me hables siempre como la mierda. —Le soltó bruscamente del brazo, haciendo que Revy incluso diera un paso atrás. Pese a su propio carácter impulsivo, aquel trato la pilló desprevenida, parpadeó varias veces mirándole, y acabó cerrando con fuerza el puño tras su espalda, contenida.
—Que te jodan —masculló al pasar por su lado, y se metió dentro de la casa.
Rock la siguió con la mirada inerte, pensando más bien en lo que podía llevar a Revy a traicionarle con una misión simple.
O no hay ningún motivo, o hay todos los del mundo, le oyó decir una vez a Balalaika. Bufó bajando la cabeza y tratando de estabilizar las respiraciones; acababa de pasar por un momento tenso. Las manos frotaron con fuerza su rostro, se sentía cansado mentalmente. Era agotador estar pensando qué tramaba una mente ajena a la suya, y más cuando la mente de Chang se había antepuesto a sus pasos en el pasado. Empezó a comprender lo poco que le gustaba que se le adelantaran y que le tomaran por idiota. No había dejado su trabajo de oficinista para que le siguieran tratando como un trapo. Revy haría lo que le había pedido, o la tomaría por una espía también. Eda le había pillado por sorpresa. Pero a ella no le saldría bien la jugada.
Cuando los ánimos se relajaron, al cabo de unas horas, Rock trató de tener un acercamiento con ella, pero Revy por poco le contesta con un bofetón, así que entendió que no era el momento de hacer las paces.
Mejor, porque no deseo hacerlas, pensó automáticamente al ser rechazado. La miró con desconfianza y se fue a dormir a la cama. Sabía por descontado que era la única cama que había, así que si no quería partirse la espalda tendría que ir con él.
Pero Revy no se asomó por la habitación en lo que quedaba de noche.