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CAPÍTULO 3. El primer beso


<<Los alfas no pueden engendrar hijos entre sí, sus gametos son incompatibles.>>

Ver entrenar a Ymir era un placer para todo el que disfrutaba de espectáculos peligrosos. Tenía un equipo de maniobras tridimensionales que se enganchaba a los torreones y con el que danzaba y daba volteretas en el aire, mientras unos voluntarios preparados en distintos ángulos les lanzaban objetos en llamas. Ella esquivaba muy bien. Al caer al suelo, territorio dominado por tigres, se batía en duelo con ellos igual que en las antiguas luchas grecorromanas. Más de una vez había habido un susto, los tigres tenían mucha fuerza en la mandíbula para romper extremidades. Su conversión en titán asustaba a las masas, una muestra más de la fuerza de un alfa. Cuando terminaron las contiendas, Ymir se enfrentó a otros alfas amistosamente, por diversión, demostrando una vez más la potencia de patadas de largo alcance que tenía. Era una gozada verla en el cuerpo a cuerpo, Historia empezó a envidiar su fuerza y enorme agilidad para la lucha. Se defendía bien, incluso contra alfas hombres. Pudo tumbar en el suelo a Reiner con sobrada rapidez.

Después de las comidas y las viandas, muchos amigos de la morena se quedarían a pasar la noche en palacio, como siempre, entre buena música y llena de alcohol y sexo. Historia había tratado de ausentarse al dormitorio antes de que la vieran, pero un guardia le negó el paso y le dijo que tendría que permanecer despierta hasta que Ymir manifestara lo contrario. Así que se pasó el resto de la noche en una esquina charlando con las pocas amigas betas que había hecho en tan poco tiempo, comiendo sin parar y por qué no, bebiendo alguna copa. El griterío de todos lados era ensordecedor, habían demasiadas conversaciones a la vez. Pronto el ambiente se caldeó y observó cómo Reiner empezó a follarse a Levi sin pudor sobre la mesa de la comida, mientras algunos le grababan al bajito la expresión de ser dominado con el móvil. Mikasa había sido prestada por Ymir y estaba justo bajo Levi haciéndole una felación mientras él era embestido, lo que para muchos alfas era una escena muy gentil de sexo, algo que no podía faltar en una fiesta de Ymir.

—Es su hermano… —masculló Historia helada y perpleja, dejando de mirar. Pero sus compañeras betas parecían estar incluso disfrutando de aquello. ¡Todos están locos aquí! pensó Historia. La depravación era demasiada. Si hubiera sabido lo crudo que podía llegar a ser un mundo así entre ricos, quizá se lo habría pensado dos veces antes de ofrecer su candidatura. Pero no podía negar algo que odiaba en lo más profundo de su ser de todo aquello: los últimos días había empezado a sentir algo por Ymir. Algo de desprecio, otro poco de confusión, de ira, pero también sentía un lado oscuro que venía arraigado a un motivo más importante. Todos los humanos tenían sentimientos y ella no podía ser menos. Pero no podía negar algo que en su cuerpo se removió al verla por primera vez: a Historia siempre le habían gustado las mujeres, y una persona como Ymir llamó su atención, y aquello nada tenía que ver con que fuera tan rica y famosa. 

Un fuerte grito de la beta Annie Leonhart, que estaba enteramente atada de brazos y piernas, llamó la atención de Historia. La chica, rubia y delgada pero bien tonificada, gemía de placer mientras el alfa Eren la tomaba una y otra vez, al parecer era suya. Pero los labios de Eren besaban los de otra chica: Hitch Dreyse. Aquella beta tenía fama de infiel y había sido castigada muchas veces, pero había sido bien domada por Eren Jaeger, que perdonó muchos de sus cargos. Además, su vientre suavemente abultado fue reconocido por Historia: estaba embarazada. Generalmente, era un motivo para que la seguridad de la beta estuviera siempre en las mejores manos, pues ese podía ser el futuro alfa y eso la convertía en un foco de envidias. Por otro lado Hange Zoe, una alfa que también tenía pene, grababa con su móvil cómo Jean y Connie se turnaban su tronco y sus testículos cargados hasta que finalmente terminaba sobre la cara de los dos. Historia vio que Ymir estaba de pie desnuda, tambaleándose de lado a lado mientras se servía una copa más. ¿Cuántas llevará ya…?

—¡Ymir! —Mina Carolina la abrazó justo cuando su ama estuvo a punto de caerse. Ymir bebió un trago larguísimo de cerveza y lanzó el resto del contenido sobre el cuerpo de Annie, que la miró sin dejar de jadear. —Ama… por favor, más tranquila. ¿Estás bien…? —Ymir tenía una constante expresión de diversión atontada en el rostro, trastabillaba para andar. Tenía un mareo encima impresionante. —Deberíamos ir a la cama. —La más alta se soltó de su agarre con el ceño fruncido. —¡Pero Ymir…!

Ymir siguió sujetándose a la mesa avanzando así, y dio otra carcajada cuando vio cómo Reiner le acababa dentro al pequeño Levi. Mikasa apartó la cara justo cuando éste también se fue a correr.

—Esa es mi chica, la única corrida que te tienes que tragar es la mía —le tanteó la cabeza a Mikasa, que sonrió con cierta maldad al sentirla. De pronto apareció Petra, relevando el puesto de Mina. Atrajo a su alfa del brazo mirándola con preocupación.

—Ymir, me parece que no estás en condiciones de seguir bebiendo… deberías…

—¡Pero si estoy perfectamente! —rio a voz en grito la morena. Historia corrió hacia donde estaba sucediéndose todo aquello, pero frenó en seco al ver que Ymir apretaba a Petra contra ella y empezaba a besarla, con tantas ganas que la impregnó de saliva, estaba claro que su embriaguez ni siquiera la hacía besar bien. Historia sintió una punzada de algo dentro, no supo identificar el qué. Sólo vio que Petra se le resistió un poco para convencerla de ir a la cama y la alfa le puso un traspiés en una zancadilla, haciéndola caer bocarriba a la moqueta. Ymir estaba desnuda, pero Petra no, y cuando cayó sobre ella le bajó con fiereza el vestido y las bragas, desnudándola solo de cintura para abajo. Historia apretó los dientes y quitó la mirada cuando desde lejos captó el movimiento de la cintura de Ymir sobre ella, metiéndosela sin parar. Petra gritó un par de veces, pero lentamente su vagina se acostumbró, sabía relajar los músculos y aceptarla, llevaba mucho tiempo con ella y se había acostumbrado a aquellos deseos espontáneos. Ymir estaba tan desinhibida por el alcohol que empezó a suspirar fuerte y rápido, lejos de la apariencia que mostraba cuando estaba sobria. Historia necesitó mirar para ver su comportamiento. Se apretaba contra Petra de la misma manera violenta, aunque se la veía mareada y de repente paró de moverse, con los ojos entrecerrados.

—Ymir, ¿estás bien…? —Historia frunció las cejas y volvió a ir hacia allí al notar que algo no iba bien.

Petra reconoció la expresión de su cara y la agarró del pelo moviéndole la dirección del rostro, logrando que Ymir apuntara a otro lado. Ésta tuvo una potente arcada y empezó a vomitar sin parar en la alfombra. Historia abrió los ojos preocupada con aquella imagen. Petra apretó los labios, se había salvado por poco de que casi le vomitara en el rostro, pero su brazo estaba impregnado. Historia sintió mucha repulsión pero hizo de tripas corazón para acercarse y acuclillarse.

—Deberíamos llevarla al cuarto…

—No la toques. Dormirá conmigo hoy. —Apuntó Petra con cierta rabia, mirando directamente a Historia. La rubia la miró sorprendida y se separó un poco. Reiner se había vestido y ayudó a Petra a incorporar a Ymir, que parecía flotar en sus pensamientos como un vagabundo.

—Te ayudaré a llevarla.

—Sí, pero que ella no la toque. Es la nueva, lleva dos noches seguidas durmiendo con ella.

Reiner miró a Historia y le hizo un gesto de despreocupación, como si conociera ya el carácter celoso de Petra. Los tres salieron de allí e Historia miró preocupada la gran mancha de la alfombra. Había vomitado muchísimo, y el olor, en lugar de nauseabundo, era a puro alcohol no digerido. Historia cerró los ojos y se volvió al antro en el que se estaba convirtiendo aquello.

Sería difícil pegar ojo esa noche.

A la mañana siguiente Historia se levantó con el desayuno puesto en la cama. Según la normativa y si la alfa no estaba de viaje, cuando eso ocurría era porque estaba desayunando en solitario o con otra beta. Historia imaginó que en la mesa principal estarían Ymir y Petra. Pero se sentía tan preocupada por su reciente «dueña», que se puso la primera camiseta larga que pilló del armario y se calzó, caminando hasta la planta de abajo. En la mesa del jardín, fuera, hacía una brisa estupenda. Era fresca y olía al extenso cultivar que Ymir tenía al frente. Todos los productos sobre la mesa eran sacados del propio huerto. Vio a su alfa con una compresa de hielo helada colocada en la cabeza y se apresuró hacia donde estaba. En la otra silla no vio a nadie.

—¡Ymir!

La morena puso una expresión de desagrado, sintió que ese grito le retumbaba hasta en el alma, tenía una profunda resaca. Historia sonrió y se acuclilló frente a ella, clavando sus enormes ojos claros en los suyos.

—Ymir… ¿estás bien…? ¿cómo te sientes?

—He sobrevivido a resacas peores —dijo en un tono pastoso, acercándose con la otra mano el vaso de té helado.

—Quise cuidarte pero… Petra se me adelantó… me he quedado toda la noche preocupada. —suspiró largamente. Cuando Ymir volvió a dejar caer la mano sobre el regazo Historia la tomó y le sonrió gentilmente. —Me alegro mucho de que estés algo mejor… tenías muy mala cara.

Ymir bajó la mirada a sus manos juntas, y seguidamente a Historia. La pequeña, al sentir una breve conexión con ella, ascendió el cuerpo y rozó su nariz con la de la morena deteniéndose al poco.

—Sé que soy la nueva… pero… —musitó frágilmente. Notó que la otra bajaba el hielo de su frente y la miraba fijamente, sin moverse. Acercó más su nariz a la ajena y la acarició despacio, abriendo muy suavemente su boca para atrapar los labios de Ymir. Ésta cerró los ojos pausadamente al tenerla tan cerca. Sintió que sus labios conectaron por primera vez como un beso casto, y de repente en ese momento, una voz irritada sonó tras ambas. No llegó a haber realmente un beso.

—¿¡Pero qué estás haciendo!? ¡Está conmigo, maldita enana!

Ymir apartó la boca para mirar a Petra, tan iracunda. Había ido a la cocina por más pan. Ymir soltó una risita un tanto malévola y volvió a apretarse la compresa de frío contra la frente.

—¡¡Lárgate!! ¿Es que no me oyes? —chilló la pelirroja.

—Perdón. Perdón, sólo quería saber cómo estaba… —Historia se puso en pie como un clavo y salió huyendo de allí. Al llegar a las escaleras echó un rápido vistazo a la mesa del jardín. Ymir la miró a distancia, ahora completamente seria. La miraba tan fijamente que Historia se quedó clavada en el sitio, pero de pronto, la morena simplemente se centró en lo que decía Petra y ya no dirigió más la mirada a las escaleras.

Historia anduvo conociendo mejor la enorme mansión en la que vivía, se sentía en la obligación de hacerlo ahora que asumió que también era su casa. Todas las habitaciones de las betas estaban separadas por mucha distancia o bien en distintas plantas, para que cada una tuviera su propia intimidad. Los baños eran gigantescos, el vestidor de Ymir impresionante. Estuvo cotilleando sus zapatos y tacones entrando allí sin permiso y se impresionó de la cantidad de vestidos de colores que tenía. Solía llevar ropa más masculina, pero se dio cuenta de que en el fondo y pese a su enorme atributo natural, no dejaba de ser una mujer. Jamás la había visto con vestido. Seguro que con lo alta y estilizada que era todo aquello le sentaba de maravilla. Después, hacia la hora de comer, Historia conoció mejor a Moblit y a Nikolo, dos trabajadores que servían desde hacía algunos años en la mansión. Moblit se encargaba del papeleo político y la agenda de Ymir, y Nikolo era el cocinero de todas las inquilinas. Ambos eran muy agradables y simpáticos, y mientras conversaba con ellos, se lo pasó muy bien, igual que si fuera una cría.

—¿Puedo salir por mi cuenta? Ya saben, hacer las compras, o darme un masaje, dar una vuelta con el coche…

Nikolo hizo una mueca.

—Puedes, pero casi siempre necesitarás una tarjeta firmada de Ymir. Ahí fuera la gente necesita saber quién eres. Los violadores y traficantes de esclavas no osarán tocarte si perteneces a ella. Pero también puedes ser objetivo de otros clanes que la envidian. Es un poco peligroso.

—Entiendo… pero… —suspiró— No puedo estar aquí siempre. Esta semana se me ha hecho muy larga.

Moblit sonrió.

—Pronto es la ceremonia de candidatura de Erwin Smith. Tiene que seleccionar una chica beta. Ymir asistirá.

—¿De veras? —ladeó la cabeza la jovencita, curiosa. —¿Yo iré con ella?

—A esas ceremonias los alfas invitados sólo pueden llevar a una de sus betas. Es en dos semanas.

—Vaya. Eso parece imposible. —Rio sin ganas la muchacha, suspirando.— Y por otro lado, ¿dos semanas? Yo esperaba poder salir a hacer alguna excursión o algo…

—Díselo a Ymir. No suele poner mucho problema a la hora de dejar salir. Pero eres nueva y aún necesita fiarse de ti. Especialmente desde lo de… Sasha…

Historia asintió, tomándose aquello con más seriedad.

—¿Cuándo es el cumpleaños de Ymir, queda muy lejos?

Moblit hojeó su agenda y después de un rato respondió.

—El 20 de agosto. Pero es también víspera de la muerte de su padre. No suele celebrarlo, y no le gusta que le regalen nada. La última que intentó hacerle una gran fiesta sorpresa…

Moblit y Nikolo se miraron entre sí, sin saber si continuar.

—Digamos que la desterró —completó el moreno.

—Parece tan insensible a veces… —suspiró. Moblit puso una mueca y asintió. —Me gustaría salir a montar a caballo, y también probar ese equipo de maniobras tridimensionales con el que juega con los demás alfas.

—Es un deporte para alfas. Requiere mucha fuerza física. —Intervino Nikolo —Ten cuidado, si te caes puedes morir. Además, no es aconsejable si padeces vértigo. Ha habido alfas que se han desmayado de la impresión.

Historia escuchó todas aquellas historietas por largo rato, la verdad es que la entretenían. Ymir nunca parecía estar quieta, había tenido una vida complicada y una agenda dinámica desde que se convirtió en alfa. En general, los trabajadores le cayeron bien, pero no tanto los vigilantes exteriores y los interiores, que también miraban las cámaras de seguridad. Esos… eran siempre muy callados y siniestros.

Por la noche

—¿Ymir…? —Historia susurró en la oscuridad, al oír un breve chirrido de la puerta. Se volteó en la cama adormilada y vio la alta figura de la morena quitándose la ropa. —¿Duermes hoy aquí…?

Ymir no respondió. Historia, que tenía los ojos acostumbrados a la oscuridad, pudo discernir que tenía también una expresión somnolienta. No sabía qué había tenido que hacer ese día pero si llegaba de madrugada era normal que estuviera cansada. La vio quitarse el sujetador y quedarse sólo con unos bóxers. Al girarse hacia la cama Historia la miró semidesnuda, era tan pequeña… las pupilas de Ymir se agrandaron ligeramente, no se esperaba verla sin camiseta. Las sábanas estaban bien ceñidas a su figura. La morena se aproximó más al borde e inclinó el cuerpo unos centímetros, alcanzando con una mano el pecho derecho de su beta. Ésta dio un suspiro inesperado, abriendo más los ojos y fijándose en los ojos oscuros de Ymir, que la miraban fijamente.

—¿Ya no te duele la cabeza?

—No —ahora contestó, en un susurrante hilo de voz. Clavó una rodilla en el borde y se inclinó más sobre ella, contorneando su pezón con el pulgar derecho, despacio. La rubia cerró los labios haciendo un minúsculo gemido, disfrutando del contacto. Era la primera vez que la tocaba con suavidad, y su pezón respondió enseguida, erizándose. Ella también llevó la mano a uno de los pechos de Ymir, acariciándolo desde abajo, pero la morena la tomó de la muñeca y la dejó apoyada en la cama, acortando distancias con su rostro.

—Déjame tocarte —murmuró Historia, sintiéndola tan cerca que sólo le salía susurrar. Trató de hacer fuerza para liberarse de su agarre pero Ymir no aflojó ni un ápice, y al final dejó caer la cabeza hacia atrás. No podía llevarle la contraria físicamente, era absurdo. Tenía que ser más astuta. Si siempre se la quedaba mirando a los pechos era porque era algo muy excitante para ella… la rubia se humedeció despacio los labios y aprovechó que la tenía tan cerca para subir un poco su cabeza y acariciar la nariz con la de la pecosa, cariñosamente. Ymir detuvo las caricias por su seno y pareció responder, elevando unos milímetros su mentón para sentir mejor ese roce.

Eso es, Ymir… sé que no eres un monstruo.

Movió sus labios hacia los de la más alta y aprisionó su labio inferior, besándolo despacio.

Mi primer beso… y mi primer beso con ella…

Lo soltó dejándolo más húmedo y abrió lento su boca, ladeando la cabeza para atrapar mejor la boca ajena

Lo soltó dejándolo más húmedo y abrió lento su boca, ladeando la cabeza para atrapar mejor la boca ajena. Ymir no respondió hasta que Historia inició aquel nuevo contacto, y cerró los ojos. Moldeó sus finos labios con los de la rubia, sintiendo su olor, su sabor, la suave y cálida lengua que empezaba a rozarse contra la suya. Aquello la encendió y la dejó plenamente concentrada en el beso. Si puedo sacarle este lado, definitivamente quiero seguir con ella, pensó la rubia con dulzura. Era el primer beso que se daban y no quería que se terminara jamás. La conexión de un alfa con un beta revoloteó dentro de ella, como un lazo invisible, en ese instante supo que todo era real, las cláusulas del contrato que tuvo firmar no se inventaban nada. Ymir fue distanciándose de ella y soltó la mano que tenía atrapada. La beta quería ponerse encima, así que se levantó desde los codos sonriéndole, pero Ymir la bajó rápido de nuevo a la cama, apretando una mano en su hombro. Historia parpadeó, chasqueando la lengua como si estuviera enfadada consigo misma por no lograrlo.

—Está bien… tú encima…

Ymir se levantó de la cama y se quitó la ropa interior que le quedaba; la otra tragó saliva al ver de nuevo semejante cargamento entre sus piernas, ya completamente levantado y endurecido. Tenía la punta brillante de retener sus fluidos preseminales. La vio sacar de debajo de la cama una especie de caja en la que Historia no había reparado nunca, y cuando la abrió, vio varios juguetes sexuales dentro de ella.

—¿Y eso? —preguntó desconfiada, la oscuridad no la dejaba ver bien qué formas tenían. Ymir palpó varios de ellos y accionó un juguete de estimulación clitoriana que vibraba. Pasó la lengua una sola vez por el artilugio y con las rodillas apoyadas sobre la cama, mirando a Historia bocarriba, le separó las piernas y le apretó el aparato contra el clítoris. Historia abrió la boca y empezó a gemir nada más lo hizo, abriendo los ojos. Arqueó con fuerza el cuerpo, desconocía por completo esa sensación tan extrema. Intentó contenerse pero empezó a jadear con debilidad, moviendo por inercia las caderas adelante y atrás. Ymir se dedicó a mirarla sin ninguna expresión en el rostro, disfrutando en silencio. De pronto sintió que Historia se removía inquieta y ascendía la cadera cuando Ymir alejaba el aparato, por lo que la volvió a empujar contra la cama.

—Te enseñaré a que no se te canse la mano. —Dijo. Historia la miró con el cuello transpirado, aquel estúpido juguete casi la hace venirse al primer minuto e Ymir se lo alejó tan miserablemente. Bajó la mirada a su miembro y empezó a masturbarlo despacio, sintiendo cómo sus venas se hinchaban y se endurecía más y más. —Si dejas de hacerlo, yo dejaré de hacerlo. 

Historia suspiró bufando al comprender. Asintió sin poder hablar bien y bajó la otra mano también a su clítoris. Ymir le agarró con violencia la mano y se la apartó de allí, dándole un cachete suave en la cara. 

—Ni se te ocurra. No te lo he permitido.

La más baja la miró sufriendo, y abrió en un fuerte gemido la boca al sentir de nuevo el vibrador en su clítoris de forma tan repentina y placentera. Jadeó cansada y empezó a mover la mano con insistencia sobre el miembro duro de Ymir. Era consciente de que su expresión facial debía parecer el de una mujer totalmente descontrolada, pero no podía evitarlo, jamás había sentido tantísimo placer tan rápido, ¿qué coño eran esas tecnologías? Ymir no volvió a intervenir con la voz. Al no tener la costumbre de masturbarla, la mano de la beta se agotó y paró unos segundos, en los que Ymir también distanció el vibrador. Suspiró en respuesta, resignada, y reanudó. Pero reanudó con una mirada lasciva, contemplando con mucha excitación el miembro empinado de la morena, el estar cerca del orgasmo estaba sacando su lado más salvaje. Pronto la vio poner esa mueca de nuevo, esa mueca escurridiza que se iba de su rostro tan pronto como venía. Ymir pensaba que aquella rubia tenía suerte, pues le ponía muy cachonda y lograba hacerla venirse rápido, por lo que su calvario tampoco duraría mucho. Historia abrió los ojos y se puso muy tensa de repente, parando de mover la mano en seco y respirando muy seguido. Ymir lanzó el juguete al suelo aún vibrando y la rubia se quejó lastimera, mirando la trayectoria hasta caer en la alfombra.

—¡No…! ¡Iba a seguir! —dijo enfadada y muy frágil, sentía que se había quedado a las puertas del orgasmo. Ymir se quedó quieta y cuando su chica retomó el movimiento de la mano volvió a poner esa expresión pasajera, como si sintiera a su cuerpo prepararse. Dos largos dedos de Ymir entraron en la cavidad ajena. Ésta emitió un jadeo largo y profundo, sintiendo un inmenso placer cuando se puso a apretar su punto G con insistencia, sintiendo que iba a orinarse encima.

—Ymir, sigue… sigue… ¡voy a…! —cuando habló estaba tan perjudicada que dejó de masturbarla e Ymir paró en seco, esta vez con una sonrisa maliciosa. Historia quiso quejarse con toda la rabia del mundo, pero aunque le hubiera fastidiado la intensidad del orgasmo, notó que su cuerpo igualmente llegó, y su vagina empezó a contraerse. Se arqueó varias veces excitada, sudando, y al acabar se sintió agotada. Ymir se chupó los dos dedos con los que la había penetrado, saboreándola, y bajó la mirada a su miembro. Enorme y duro lo tenía.

—Sigue moviendo la mano. —Historia obedeció y movió con cansancio la misma mano. Ymir cerró los ojos tensando el abdomen y lentamente empezó a colocar las rodillas a cada lado del cuerpo de Historia, apuntándola a la cara con su enorme glande. Historia no deseaba que se le corriera en el rostro, no era una imagen que le agradara.

—¿Lo hacemos un rato nosotras…?

—No. Abre bien la boca.

—¿Y si…?

Ymir la cacheteó más bruscamente de la cara, haciendo que Historia reprimiera un gemido de dolor. Notó que el orgasmo de Ymir, que parecía tan cerca, se retrasó por ese gesto. Historia calló su opinión, esta vez era ella quien estaba siendo injusta bajo leyes de una jerarquía injusta. Era una beta, no podía decidir qué hacían en la cama, y la bofetada le había escocido bastante. Historia relevó con su otra mano porque la anterior la tenía ya dormida, y pudo recuperar un buen ritmo que volvió a endurecérsela rápido. Ymir tenía las rodillas clavadas en el colchón y la miraba desde arriba con mucha fijeza.

—Abre la boca —le ordenó. Historia contempló que el abdomen fibrado de Ymir se contraía, pero su rostro seguía indemne. La rubia empezó a hacerlo todo lo rápido que pudo y abrió su pequeña y rosada boca, sacando su minúscula lengua. Oyó un fuerte suspiro de Ymir con la visión de aquella escena. Bajó su mano a la mano de Historia, acompañándola en la masturbación con más fuerza y velocidad. Historia levantó la mirada hasta sus ojos y de pronto sintió una pesada descarga directa en su boca. Ymir siguió moviendo con frenesí la mano y su abdomen se contraía una y otra vez, sin parar de dispararle todo su semen en la boca y labios. El que cayó en la lengua fue recogido por Historia, que cerró antes de tiempo y una última descarga le llegó a los labios cerrados, escurriéndose hasta su mentón. Ymir ahora la miró con una expresión ligeramente contraída por el placer, estudiando el rostro de la rubia desde arriba. Vio que ponía una expresión de asco al sentir el sabor amargo.

—Traga. —Le exigió con la voz endurecida. Historia la miró algo suplicante y sintió que la primera descarga tuvo que tragársela, le había llegado muy dentro de la garganta. La que había en su lengua era muy fuerte y acabó escupiendo, pasándose la mano por la boca.

—Sabe muy fuerte.

—La próxima vez te lo tragarás todo. —Escuchó toser a Historia. La rubia estaba sorprendida de la cantidad de corrida que esa mujer le acababa de regar en la boca, sobre todo porque todos los días parecía follar, menuda reserva… respiró agotada y se tocó la muñeca adolorida con la otra mano. Ymir se acostó sin más sobre la cama y cerró los ojos. Se quedó dormida tan rápido que la rubia la miró sorprendida, tocándola con el dedo del hombro sin ningún estímulo de vuelta. Se agachó a por el vibrador y lo apagó, y enseguida fue al baño a limpiarse la boca y también la mano.

Cuando regresó y se acostó a su lado, se quedó mirándola por largos minutos. Podía ser una bruta, pero… no era inaccesible emocionalmente. Tenía la sensación de haber conectado mejor con ella, al menos, y rezaba porque no fuera algo pasajero. Al tocarla en la espalda mientras descansaba, volvió a sentir un fulgor recorrerla de arriba abajo.

—Qué es esto… —susurró, mirando su propio cuerpo como si le extrañara. Había sentido antes algún cosquilleo por alguna otra chica de su clase, pero nada tenía que ver con el sentimiento actual. Era algo sólido y al mismo tiempo suave, algo fijo, pero también esparcido por cada fibra de su ser. A apartar las yemas de los dedos de ella, notó como si el cuerpo le pidiera abrazarla. Así que eso hizo. Mientras iba cayendo dormida lentamente, sus mejillas se colorearon al recordar el beso que habían tenido.

 Mientras iba cayendo dormida lentamente, sus mejillas se colorearon al recordar el beso que habían tenido

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