CAPÍTULO 11. Secuelas mentales, secuelas físicas
<<Entre las pocas prohibiciones que un alfa debe tomar en serio, se encuentra el consumo y tráfico de coderoína. Los motivos son reservados.>>
Ymir no había podido pegar ojo en toda la noche. Moblit, angustiado y terriblemente afectado tras los acontecimientos sucedidos en la fiesta de la noche anterior, había llamado a todos los contactos de los que el linaje Fritzel disponía para iniciar una investigación clandestina. El protocolo a seguir en estos casos no estaba en el manual entre un alfa y un beta; cuanto menos supiera un beta de lo que ocurría, mejor. La coderoína modificada para alfas estaba terminantemente prohibida, aunque fuera un alfa quien traficara con ella. Las mutaciones temporales provocadas en el organismo de los mismos podía ser fatal a todos los niveles. Pero lo que les abstenía realmente de probarla era un hecho insólito: muy lejos de las drogas comunes, y a pesar de entrar en un estado berserk de total éxtasis para el consumidor, se había visto casos en los que los corazones reventaban espontáneamente ante la demanda energética. Y no quedaba claro qué alfas se libraban de aquel destino. La coderoína modificada no era vencida por la regeneración, motivo por el cual Ymir se pasó toda la noche retorciéndose de dolor en la cama. Moblit llamó a los médicos más cercanos de confianza y se pasaron la noche velándola y haciéndole pruebas. Las betas fueron encerradas en sus habitaciones por seguridad, pues el olor podía alterar gravemente los sentidos del afectado y activar de nuevo un estado berserk. Si ese estado volvía a ocurrir, su corazón podía sufrir desgarros al instante, que no se regeneraban.
—¿Cuánto se puede aguantar así…? —preguntó el moreno irritado, viendo el continuo retorcimiento del cuerpo de Ymir. El médico, Kev, apretó bien fuerte la correa que la retenía a la viga que había tras la cama. Aquellas correas habían sido utilizadas en alguna sesión de sexo para alguna esclava, vinieron que ni pintadas para el caso. —¿Por qué coño se retuerce así? La hicieron vomitar la droga.
—Veo que ni en esta casa están muy bien informados. Esa cosa a la que llaman droga es un veneno.
—Ya lo sé —masculló cabreado. Quiso hablar pero un grito desorbitado de Ymir, que empezaba a sudar del cuello, le interrumpió. La chica tensó sus largas piernas y giró bruscamente el rostro hacia un lado, gimiendo de dolor. —Es la segunda vez que consume.
—Sí, conozco su historial, es lo primero que he mirado. Tiene muy buenas marcas de salud. Pero eso no importa nada con la coderoína —alcanzó un tubo de ensayo y recogió con bastante dificultad muestras del sudor de la alfa. Moblit observó que las muñecas de Ymir se retorcían como una posesa, intentando librarse de las correas. Tensó la garganta de repente y jadeó largamente, cerrando los ojos con fuerza.
—Me está poniendo nervioso. Habría que llamar al cuerpo especial por si logra soltarse. Ella tiene mucha fuerza…
—Lo he llamado ya, no te preocupes, Mob. Pero amigo, alguien la ha hecho buena con esto. La coderoína se agarra a los órganos internos y al cerebro como una garrapata. ¿Ha herido a alguien?
—Ha matado al chico del establo, ya me he puesto en contacto con su familia. —Se cubrió la boca y luego el cuello, como si fuera él quien sudara. —Me han dicho que nos van a meter una demanda hasta las últimas consecuencias.
—Es alfa. La perderán. Dales una buena suma de dinero y ya está.
—Hay gente a la que no le vale eso. —Dijo con dureza, pero el médico no pareció prestar más atención. Al volver la mirada a Ymir no sabía ni qué sentir. —Ha violado a una de sus betas, la más pequeña.
—Y eso a quién demonios le importa. Es una beta. —Puso el tubo de ensayo en su maletín y observó de reojo la notificación de su móvil. Eran los resultados del análisis de sangre.
—Me importa a mí —contestó él, airado. —¿Cuándo te has vuelto así de frío? ¿Se te ha olvidado por qué te metiste a esta rama de especialización?
Aquella pregunta revolvió las memorias del médico, que le devolvió una mirada de circunstancias. Suspiró largamente. El hombre estudió a los alfas hasta la saciedad, pero en algún momento, también se dejó arrastrar por sus intereses y las comodidades que ofrecía ser su médico privado.
—¿Qué edad tiene la chica?
—17. Quiere irse, joder. Y no me extraña. —Señaló a Ymir, que parecía balbucear entre sudores. —La primera vez que consumió fue voluntariamente y pateó a Petra hasta hacerla abortar.
—¿¡Có… cómo!?
—Ymir no lo sabe. Sabe que le dio una paliza porque se lo conté. Pero si le contaba lo del aborto… no… no sabía cómo coño manejar aquella situación. Se quedó muy afectada por lo de Nanaba.
—Te quejas mucho de la jerarquía, pero callándote eso no le has hecho ningún favor.
—Porque lejos de toda la mierda en la que se ha convertido siempre ha sido como mi hermana. ¿Qué se supone que tengo que hacer yo? ¡Hago lo que puedo!
El médico le dejó de mirar de repente en cuanto el cuerpo de Ymir empezó a convulsionar sin previo aviso.
—Mierda. Llama a mis compañeros. YA. Que preparen el equipo de cirugías de emergencia.
—¿¡QUÉ!?
—Tu hermanita se nos queda en el sitio si te quedas ahí parado. Decide contigo mismo lo que tienes que hacer. Toma una decisión. La respetaré. Pero mi obligación aquí y ahora es salvarla.
A Moblit se le cortó la respiración. Ymir arqueó salvajemente la espalda entre gemidos, abrió la boca y empezó a salir líquido azulado de ella, salpicando la almohada. Moblit corrió hacia la planta baja para avisar al resto de médicos.
Dormitorio de Historia
Ya eran más de las diez de la mañana. Historia había sido atendida de madrugada. Tenía una grapa en el cuero cabelludo que le quitarían en unos días. Lo que más le dolía era el brazo y el dedo, porque una vez pasados los efectos de la anestesia, era como sentir perfectamente todo lo que tenía roto. Apenas podía moverse y el cabestrillo era incómodo.
No… lo que más me duele… no es eso…
Parecía mentira las horas que llevaba despierta. La mitad de ellas, llorando. ¿De verdad tenía que seguir aguantando aquello? ¿Por su padre, que ya no tenía salvación? ¿O quizá debería aguantar hasta que él falleciera a causa de la enfermedad? Así por lo menos, el sacrificio valdría la pena: tendría mejor salud dentro de lo malo si seguía tomando las medicinas tan caras que tenía que tomar. Mejor no pensarlo.
Mejor no pensar en nada o acabaré en una maldita depresión.
Cerró los ojos y trató de concentrarse en dormir. Veía sangre y dolor, y la palma de Ymir dándole bofetadas sin parar. Se tocó la cara con la mano temblando, compungida, hasta que otra vez la pena la invadió y las lágrimas cayeron de sus cansados ojos.
Lo siento papá… me voy de aquí…
Dos días más tarde
La mansión no paró de recibir visitas no deseadas. Los vigilantes echaron a los primos de Ymir, y siempre con el miedo a que apareciera la idiota de Ariadna en algún momento, a traición. La cámara de vigilancia había captado aquella noche que alguien de las características de Ariadna, su prima, fue la que lió aquel tinglado para intentar matarla. La familia de Ymir por parte de tío paterno estaba completamente desligada de Ymir, ella no quería saber nada de ellos. Moblit tuvo una sobrecarga de trabajo cuando se vio con la alfa fuera de juego. La operación había sido una salvajada. El equipo de emergencia estuvo nueve horas con la chica abierta en canal y entubada hasta los pulmones.
El moreno, después de acomodar y retrasar todas las intervenciones sociales de Ymir hasta el mes siguiente, sentía que se merecía unas vacaciones.Muchos desencuentros y discusiones tuvo que enfrentar al teléfono. Pero ya estaba hecho. Su único apoyo moral en esa locura de casa eran Nikolo y Thomas Wagner, los únicos en sus cabales y a los que sentía también como hermanos. Cuando concluyó la última llamada, le llamaron a su móvil personal: Kev, el médico, estaba ya en la cancela exterior. Había venido vestido con ropa casual.
—Kev, ¿ha pasado algo?
—No especialmente. Vengo a revisar a las dos mujeres. ¿Las betas han salido de sus cuartos?
—No, les he pedido que no lo hagan.
—Bien. Traigo los resultados cerebrales de Ymir. Pero tengo que verla en persona primero.
Dormitorio de Ymir
Cuando atravesaron la puerta, Kev se fijó en que había aumentado el número de cerrojos. Al parecer Moblit había tomado también medidas con la dueña de la mansión.
—¿Ha despertado?
—No. Sigue inconsciente.
—Es normal. Tranquilo —al atravesar la puerta sacó de su riñonera una libretita y un bolígrafo. Se acercó a Ymir y vio que las costuras seguían igual que hacía dos días. De su piel emanaba vapor constantemente. El termostato situado cerca de las suturas ponía los datos esperados. —Se recupera —asintió más tranquilo, apuntando los números que veía.
—Me dijo tu ayudante que la abrieron en canal.
Kev asintió.
—Anestesia local rápida y la abrimos desde el pecho hasta el abdomen. Limpiamos los órganos y cauterizamos enseguida.
Moblit arqueó las cejas.
—Vamos, que le quemaste todos los órganos.
—Controladamente, para eliminar todo rastro del veneno. Si no ha vuelto a convulsionar, es buena señal.
—¿Y el cerebro?
—Ahí no podíamos tocar, así que habrá regiones aún infectadas. No te preocupes. Es bastante fuerte. Quien haya atentado contra ella, estará rabiando. Vigilad toda la comida con lupa antes de servírsela. —Le empezó a retirar el tubo de la garganta y acto seguido, las vías de los brazos.
—¡Espera! ¿Se-seguro que estará bien…?
—Sí. Seguro. —Asintió tirando a una bolsa de desechos los tubos. —Sé que no puedes llevarle la contraria, pero si se pone violenta sin razón, pégale un tiro en el pecho.
Moblit abrió los ojos la ver que su amigo se sacaba una pistola diminuta, casi parecía hecha para un crío.
—Tranquilo, no me mires así. Es un tiro nervioso, eléctrico, le bloqueará los sentidos y te dará tiempo a traerla aquí y ponerle las correas.
—¿Y cómo sabré si no es violencia habitual? Es bastante difícil.
—Porque está muy débil. Le va a doler todo. La regeneración de los órganos quemados es natural, ya no tiene la droga afectando en ellos, pero apenas tiene energía. Irá lento. No debería tener esa actitud sin ningún motivo. En cuanto despierte debe beber mucho líquido para acelerar la regeneración.
—Y supongo que no recordará nada de lo que ha hecho, como la otra vez.
Kev suspiró, apretando los labios.
—No creo. Alguna cosa, quizá. Y por amor del cielo, vigilad bien la comida y la bebida.
Moblit asintió.
—¿Qué pasa si alguna beta consume coderoína?
—Si es la misma que le han puesto a Ymir, las matará a los cinco minutos. Con suerte. Por cierto, las chicas ya pueden moverse en la casa con tranquilidad. El olor ya no afectará a esta leona.
Moblit volvió a asentir. Menudo marrón con la puta droga de los huevos. Estoy harto, pensó.
Cocina
La mansión había vuelto lentamente a la normalidad, las chicas ya deambulaban por donde querían con libertad. Moblit se tomó el derecho de darles total libertad de movimiento, pero saliendo al exterior con escolta y muchísima precaución. La única que no salió de su cuarto fue Historia.
—¿Historia no baja a comer? —preguntó Nikolo, preocupado. Moblit levantó el rostro de su plato y miró a las chicas. Mikasa contestó.
—No. En cuanto acabe le llevo yo la comida, apártale un poco.
El rubio asintió y dejó un cuenco apartado con las lentejas.
—Ha intentado escaparse. Me lo dijo el guardia. —Farfulló Petra, pinchando un trocito de chorizo. Moblit comprimió la boca.
—Me lo dijo a mí también. No lo va a conseguir y menos en su estado. Pero… me preocupa…
—Siempre os preocupa ella. Está más mimada… —bufó la pelirroja, acabándose su cuenco.
—No es mimada, joder. Ymir le hizo mucho daño, está traumatizada —defendió Mikasa, con el ceño fruncido.
—¿Y a ti no? ¿Y A MÍ? ¿ALGUIEN SE PUSO TAN MATERNAL CUANDO ME HIZO LO QUE ME HIZO A MÍ? —Petra le lanzó violentamente la cuchara, y tras impactarle en la cara Mikasa se puso en pie cabreada, alzando la voz.
—A TODAS NOS HA HECHO ALGUNA PUTADA. A TODAS, PETRA.
—Pues iros. Iros todas y dejadme sola con ella. No la queréis realmente.
—Ni tú tampoco —murmuró Pieck, sin levantar siquiera la vista de su plato. Petra apretó los labios y la encaró.
—Tú deberías callarte. Jamás te ha hecho daño alguno. Ventajas de haber sido la primera, ¿no? De aprovecharte de que tenía catorce añitos cuando la conociste.
Pieck sonrió, ignorando a aquella estúpida. Creía que lo poco que sabía le era útil para lanzar sus pullas.
—Parad. Sabéis tan bien como yo que no os podéis ir de aquí tan fácilmente. Firmasteis un contrato de por vida. Esa firma sí fue voluntaria, todas quisisteis estar aquí al principio —afirmó Nifa.
—Eso no es verdad. Cada una tuvo sus circunstancias —dijo Mikasa. —Al igual que Historia.
—Pues nada, que se vaya a tomar por culo. La ayudaré a escapar. —Dijo Petra. Se secó la boca con la servilleta y se levantó, marchando al piso de arriba. Moblit la sujetó del brazo y la volteó.
—Petra, hablaremos de este tema más adelante. No le comas la cabeza a Historia, déjala descansar que es lo que más necesita ahora mismo.
—Bien. —Respondió secamente, soltándose y subiendo cabreada hacia el piso de arriba. El portazo hizo temblar el pasillo. Las chicas en la mesa tenían una cara de preocupación, cada una por sus propias razones.
—Ymir no es mala, pero Historia no la perdonará —murmuró Mina Carolina, callada hasta el momento. —O no debería hacerlo…
—¿Y precisamente vas a hablar tú? ¿Tú, en serio? —dijo Mikasa, aún cabreada por el dolor de la cuchara punzando en una de sus cejas.
—A mí me gusta que sea dominante. Al principio era brusca, pero en cuanto dejó de doler, me di cuenta de que me gustaba.
—A mí me pasa igual —aseguró Nifa. —Pero estás confundida. Lo que pasó anoche no fue sólo una dominancia, buscaba hacerle daño físico sin motivo afectivo-sexual. Quería hacerla sufrir. Fue horrible.
—Bien… —suspiró Moblit. —Pieck. Ella te quiere mucho. ¿Crees que podrías hablar con ella?
La de pelo negro terminó de comer y se quedó varios segundos callada, pensativa.
—Yo no voy a mentirle. Lo sabes perfectamente.
—Jamás te lo pediría. Sólo quiero saber lo que quiere hacer. Ver si… es posible llegar a algún acuerdo.
—Ymir la violó, pero no lo hizo de manera consciente. Historia no olvidará que la violó sólo por eso. Le dará igual todo, como es lógico y normal. Si voy a hablar con ella no voy a posicionarme. Esto es una putada gigante.
—Joder —Moblit se levantó tan fuerte que todas le miraron sorprendidas, no solían verle tan estresado. —¡Si sabéis cómo son los contratos! ¿¡PARA QUÉ COÑO FIRMÁIS!? —dio un golpe en la mesa. —Beta es la forma de llamaros esclavas, ESCLAVAS. Ymir tiene un carácter de mierda, pero jamás la hubiera tratado así si la envidiosa de su prima no hubiera metido sus manazas en la fiesta. Y ahora, ¿QUÉ COJONES HAGO YO CON HISTORIA?
—No grites —dijo Mikasa, con un nudo en la garganta. Suspiró y se frotó la frente, despacio. —Leí la letra pequeña muy tarde, pero no me iré de aquí. Ymir es capaz de hacer muchas bajezas, pero sé que… lo de anoche…
—Es que da igual —sostuvo Nifa—. Es que se lo ha hecho y punto, da igual que en condiciones normales no lo hubiera hecho. Yo también querría largarme.
Moblit se fue iracundo a la planta de arriba, y todas volvieron a oír otro portazo. Mikasa se levantó despacio y también se acercó las escaleras.
Dormitorio de Historia
La rubia se secó las lágrimas al oír abrirse la puerta, el cuerpo se le tensó.
—¿Se puede…? —al reconocer que la voz no era la de Ymir, respiró tranquila. Mikasa se acercó lentamente y se acuclilló frente a la cama. —Hola, peque. ¿Cómo va ese brazo?
—Me duele bastante.
—Dale al botón cada vez que necesites y subirá la que esté más cerca, ¿de acuerdo? —pronunció en voz baja, acariciándole la cara con cuidado de no rozar sus magulladuras.
—Mikasa… yo…
—Dime. Hablemos todo lo que quieras.
—Quiero irme de la casa. Si no es posible de manera legal, me escaparé. Esperaré a que el brazo se recupere un poco…
—Sé que estás muy dolida por lo que pasó —suspiró. —Entiendo que quieras marcharte.
—No la viste. No viste cómo se puso. Creí que iba a matarme. Era un monstruo… yo… no creo que lo aguante muchas más veces… y si eso es lo que os hace cuando está cabreada.
—Mentiría si te dijera que es fácil. Pero… —hizo una pausa. ¿Debía decírselo? ¿Estaba bien condicionarla? Fuera como fuera… se merece saber la verdad. —Historia, ¿Sabes que Ymir estaba bajo la influencia de coderoína?
—No sé qué es eso, y ME DA IGUAL —levantó la voz y rompió a llorar, incómoda en la cama. A Mikasa le daba angustia verla así, coló rápido las manos bajo su espalda y la levantó hasta sentarla, y así poder abrazarla. Se quedó enfundada en sus brazos y por lo menos así, Historia no se sentía tan sola.
—Vale, tranquila… sé que te da igual. Es normal que te dé igual. Maldita sea. —Historia la abrazó con el brazo que podía, hundida en su hombro. Respiraba compungida.
Dormitorio de Ymir
Petra entró silenciosamente a la recámara de su propietaria, no quería despertarla si es que estaba dormida. Al asomar la cabeza contempló con mucha impresión que todo el largo de su cuerpo estaba cruzado por dos suturas bastante gruesas, le recordó a una película donde se veía un cuerpo tras la autopsia. De entre los hilos emanaba vapor, señal de que estaba regenerándose. Eso calmó una parte de ella. Sin embargo… la otra parte de Petra parecía estar maquinando algo oscuro. Era una sensación sumamente extraña, su parte más humana, que le indicaba que se alejase de la mujer que tanto daño le había hecho. Su rostro se descompuso de sorpresa al ver que los rasgados párpados de Ymir se separaban y en menos de un segundo ya la observaba, tumbada en la camilla.
—Ymir… —reaccionó acercándose a pasos lentos. Ymir la miraba fijamente, pero con el rostro totalmente agotado y vencido por el dolor. Parecía costarle respirar. —Ymir… ¿te duele algo…? Sólo venía a ver cómo van tus heridas.
Ymir cerró despacio los ojos, notaba una lacerante punzada de dolor en cada fibra de su ser. Su mente no atinaba ningún recuerdo. Nubarrones, todo era…
Oscuro. Frío.
No, no todo.
Un rápido flashback la hizo recordar un grito desgarrador que no era suyo. El grito de…
—Hi… —al despegar sus resquebrajados labios sintió que la garganta le rajaba igual que si tuviera un rallador de verduras atorado en las cuerdas vocales. Frunció las cejas y tragó saliva, proceso que también le dolió.
—¿Qué…? ¿Intentas decirme algo? ¿Necesitas algo, Ymir…? —preguntó suavemente, hasta ponerse a su lado. La acarició del rostro, pero notó que la morena tensaba la garganta.
—Ag… agu…
—Sí —asintió rápido la pelirroja, y se movió hasta la jarra de agua que había a su lado. Activó la posición de la camilla que le permitiera estar sentada y enseguida suspiró, llenándole un vasito con algo de agua. Se acercó a ella y la ayudó a beber despacio, a buches cortos. Al hacerlo, el vapor empezó a emanar de sus cosidos mucho más rápido, ganando velocidad. Petra sonrió al sentirse útil. Ymir tragaba el agua con más ímpetu, consiguiendo fuerza en el cuello. Al acabar dejó caer la cabeza hacia atrás, respirando cansada.
—Moblit nos ha dicho que cuando despertaras te dolería mucho. No puedes moverte, ¿vale…? Y no hables…
Ymir no estaba en condiciones de hablar, sentía como si le hubieran atravesado el cuerpo con estacas por todas partes, aquel dolor no era humano, ni ningún humano estaba preparado para sobrellevarlo. En condiciones normales, un alfa más débil podía haber muerto en la cirugía.
—Me quedaré el tiempo que necesites, ¿de acuerdo, Ymir…? —le acarició la mano, e Ymir la miró débilmente, pero con la imperturbabilidad que la caracterizaba. Al descender sus iris hasta la mano que le tenía sujeta, tuvo otro flashback. Ella agarraba un dedo de Historia y se lo partía hacia atrás.
—Hi… Hist…
Cuando Petra adivinó el nombre que iba a pronunciar, notó cómo su rabia crecía en su corazón.
—Se quiere ir. Ha intentado escaparse sin decírselo a nadie. No quiere estar contigo —dijo rápido, sin lograr reprimir su lengua. Sintió que Ymir cerraba los labios, asimilaba la información con lentitud, pero por más que quisiera reaccionar, le era imposible, las heridas internas se estaban llevando todo el protagonismo. Cuando sintió que la mujer se dormía, acarició sus largos mechones castaños, que habían crecido aquel último tiempo.
Eres preciosa, dijo para sus adentros.