CAPÍTULO 25. La caída de la máscara
La mañana pasó y estuvo realmente ajetreada, como los dos días anteriores en los que había ido de tienda en tienda entregando currículums. Si la contrataban en una tienda de ropa, estaría salvada. Ahora que tampoco era estudiante y legalmente seguía emancipada, le urgía encontrar trabajo si no quería tener a los servicios sociales pisándole los talones y buscándole una familia de acogida los meses que tenía por delante con los diecisiete años. El fiscal tenía potestad para anular su emancipación si ella no pod . . .
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