CAPÍTULO 6. Las pastillas marleyenses
—Cariño… —se agarró a sus hombros, y subió una de sus pequeñas manos a la nuca de Ymir. Al acercar su nariz a ella y olerla, notó ese aroma tan característico, tan atrayente que tenía la de piel más morena. Ymir volvió a jadear ahora más fuerte y abrió los ojos para mirarla fijamente. Estaba bastante nerviosa, no sabía manejar tal placer y eso la animalizaba. Los golpes contra Historia se sumaron a un fuerte tirón de pelo con la otra mano, donde la agarró para hacerla mirar arriba y tener más accesibilidad a su cuello. Allí la mordió y […]