CAPÍTULO 37. Una actitud sospechosa
El médico finalizó las curas sobre Belmont. Después de perder varias veces la consciencia, por fin despertó en su habitación. Le recomendó estar en cama, pero Ingrid estaba poco menos que irritada y nada más salió por la puerta aquel licenciado, se puso en pie y dio un puñetazo en la pared. —¡Ingrid! ¡Vuelve a la cama! —Akane se levantó del diván y le puso las manos sobre su hombro sano. Había hundido la pared, y tenía cristal azul en los nudillos pelados—, deja de hacerte más daño, por favor. —¡Quería salir! Si el imbécil de Kenneth no hubiera puesto […]