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CAPÍTULO 12. El punto de inflexión

Cuatro años más tarde

—Parece que tus amigos están poniendo difíciles las cosas ahí fuera. —Una sonrisa se plasmó dulcemente en sus labios. En el rostro de su amiga, al otro lado del cristal, sólo había pasividad y secretos. Annie Leonhart seguía durmiendo, indemne a lo que pasara en el mundo exterior. Hitch necesitó distracciones tras la muerte de Marlo, por lo que pidió hacer la ronda custodiándola. Armin iba allí con mucha asiduidad, había visto el cambio en Annie y en la propia Hitch, quien se cortó el pelo en cuanto el flequillo creció hasta sus hombros. El cambio físico había venido de la mano con los cambios y la madurez mental, que lentamente había ido condimentando la personalidad de sus compañeros y los de la propia Policía Militar.

Un día Armin llegó junto a Mikasa, ambos de pelo aún más corto que años atrás, y aguardaron en la puerta hasta que la rubia terminara su guardia.

—¿Hitch?

La chica dio un respingo al ser pellizcada en el hombro. Se giró rápido, enarcando una ceja.

—Qué susto, con esa voz de ratón que tienes… ¿qué pasa?

Armin y Mikasa se miraron entre sí unos segundos. Le contaron lo que había ocurrido en Liberio.

Reunión extraordinaria en el Cuartel de la Policía Militar

Llevaba sin ver una conglomeración de policías militares de ese calibre desde que era una recluta. El Cuerpo de Exploración, Guarnición y los sectores más cercanos de la Policía Militar estaban formados por una estricta posición legionaria, todos ellos con el puño cerrado sobre sus corazones y con la mirada en alto, mirando el altar desde el que Pixis se alzaba unos metros, andando de un lado para otro.

—… pero entiendo que las condiciones sean precarias y el mal pronóstico os asuste. Si he venido hasta aquí y os he reunido a todos, es porque tengo la firme convicción de que algunos más de vosotros, los que no pertenecéis al Cuerpo de Exploración, todavía quiere contribuir a la seguridad de esta isla y enfrentar la avalancha que se nos viene encima. Seré claro, lo que va a ocurrir matará a un quinto de esta población. Y probablemente os mate a todos vosotros. Pero de otro modo también moriremos, sólo que sin defendernos. Tras el ataque a Liberio orquestado en secreto por Eren Jaeger con Zeke, sabemos que una horda de titanes de todos los tamaños se acerca a estos muros y que traerán algún humano en cuerpo de titán con ellos dispuesto a abrir otro agujero, con el fin de que el resto de titanes arrase con lo que encuentre.

«Pero ese no era el plan de Eren. El plan de Eren en realidad es confuso y creo que no va a compartirlo con nadie«, alegó Mikasa a Hitch cuando la fueron a encontrar.

Estas palabras eran las que recordaba Hitch mientras Pixis trataba infructuosamente de atraer a algún policía militar a la causa, pues el Cuerpo de Exploración había sufrido muchas bajas las últimas fechas.

—Necesitamos a todos los posibles. En la Policía Militar se supone que están los mejores, ¿no? ¿Por qué no refrescan la memoria para demostrarse a sí mismos que eso sigue siendo cierto? ¡Vamos! ¡¡Entreguen sus corazones!!

Pixis sabía atraer dócilmente a las masas, pero aquella vez era diferente. Armin y Mikasa habían contado a la rubia que las habladurías acerca de lo que Eren quería hacer era demasiado arriesgado, y aunque muchos se hubieran volcado en su causa, aquello nada tenía que ver con la cantidad de titanes que se acercaban desde Marley. Probablemente la Coordenada había sido empleada de alguna forma… y… y hasta ahí al parecer podía conocer Hitch Dreyse, nada menos que una policía militar. Muchas teorías conspiranoicas habían pasado por los cuarteles el último año, pero nunca se imaginó que en el exterior de los muros, a muchos kilómetros de allí, su misma raza iría contra ellos. Que ser una eldiana suponía estar condenada por otros eldianos. Se escapaba casi al entendimiento racional. Y se preguntaba dónde estarían todos esos libros como el que conservaba Armin de su abuelo, hablándole de tantas cosas de allá afuera. Armin y Mikasa habían compartido todo lo que sabían con ella y les avisaron que hiciera lo que hiciera la Policía Militar, debía mover los hilos sociales que pudiera para evitar el enfrentamiento directo con la facción Jaegerista. La horda de titanes incluso podía haber sido provocada por Eren para ganarse el beneplácito de los eldianos que vivían en Paradis y así convencerles con muerte y destrucción de que el objetivo debía ser atentar contra Marley. Un método convincente, no cabía duda. Pero por mucho que Hitch insistió en tomar la palabra frente a sus compañeros, los nervios estaban a flor de piel y no pudo ayudar. Pixis seguía intentando atraer más contribuyentes.

—¿Treinta y dos soldados de la Policía Militar? ¿Eso es todo? —los agentes de capas de unicornio se mantenían cabizbajos. Hitch observó con sus enormes iris ámbar a un lateral: ninguno de sus compañeros ni compañeras parecían querer moverse. Mientras Pixis seguía provocándolos, una chica más acabó apretando con más ahínco el puño en su corazón y marchó junto a los que se iban con la legión. Una muerta más, pensó Hitch. Pero cuando la vio girarse y charló con Hange para que apuntaran sus datos personales, abrió los párpados. Era Viv, una amiga con la que se reclutó. El mismo día, a la misma hora.

—Eres una tonta… —susurró en un hilo de voz casi inaudible, sintiendo algo interno. Nadie más osó moverse.

Pixis cerró los ojos y quedó así por largos momentos. Pero movió los labios despacio.

—Sé que no puedo obligar a nadie a dar su vida. Pero créanme… flaco favor se hacen quedándose a esperar las rocas explosivas desde aquí. En cuestión de horas, probablemente un gigantón con apariencia de simio volverá a aparecer y entonces no sólo el Cuerpo de Exploración será testigo de la gran fuerza titán y de sus consecuencias. No sé si lo que esperáis vosotros, los que no os atrevéis a entrar en la legión, es que los días continúen sin pena ni gloria como otro día más en la ciudad interior. Cuando nos vayamos y sacrifiquemos nuestros cuerpos, debéis saber que al matarnos, ésta es la siguiente parada. Y logren matarnos a todos o no, vendrán. —Vio varias expresiones horrorizadas a sus palabras. Pixis no reculó. —Los que hoy nos vamos no nos vamos solos allá por ser valientes, o porque no tengamos miedo. Tenemos miedo a nuestra propia valentía, que nos ha hecho estar ahí. Tendremos miedo al verlos acercarse en masa, tendremos miedo cuando sintamos que vamos a morir. Pero moriremos con orgullo. Y si no, regresaremos con orgullo.

Hitch sintió un escalofrío helado en su nuca, al sentir revivir a Marlo con aquellas palabras.

«Estoy igual de miedoso que lo estaría cualquiera. Pero si siempre tuviera miedo y no hiciera nada al respecto, entonces sí sería un cobarde

¿Era ella una cobarde? ¿O era inteligente? No, no era cobarde

¿Era ella una cobarde? ¿O era inteligente? No, no era cobarde.

Sólo quiero vivir en paz, se repitió.

Pero la paz no existía a esas alturas. La tranquilidad les había sido arrebatada. Tenían que luchar, o dejar que les matasen los que habían decidido luchar en el bando contrario. Fuera como fuera, luchar era lo único que podían hacer. Como eldianos y como humanos. Aquello era una maldita guerra.

Hitch cerró los ojos, sin poderse creer lo que iba a hacer.

Dio un paso adelante, poniéndose recta para saludar y cambiando su dirección a la aglomeración del Cuerpo de Exploración. El silencio llegó hasta el propio Pixis. Los compañeros de la mujer guardaron asombrados el más cruento de los silencios.

—Pero me darán una medalla por esto, ¿no? —murmuró con tono jocoso cuando llegó donde Hange, que la recibió con las mejillas coloradas del gusto y de la expectación. Que Hitch fuera con ellos cambió la perspectiva radicalmente de muchos policías que aún seguían cabizbajos. Si ella iba, que nunca había sido muy habilidosa, si ella que su mayor sueño era la vida pacífica y la falta total de compromiso y complicaciones, ¿qué narices hacían quietos los demás?

Hitch estaba teniendo miedo de su propia valentía. Lo que hizo Marlo en sus últimos segundos de vida. Notó que un leve rayo de sol y de brisa caliente le agitó los cabellos. Notó el brillo fugaz de su colgante, siempre ceñido a su cuello, y aquello le aumentó la frecuencia cardíaca.

—Te cuidaremos como a nuestra pequeña bebé, Hitch. ¡Bienvenida! —decía Hange emocionada, dándole un abrazo. Se dio cuenta de que la muchacha estaba algo pálida, pese a su determinación. Cuando Zoe se giró, vio una fila de por lo menos cien alumnos más. —¡INCREÍBLEEEEEEEEEEEEE, INCREÍBLE, INCREÍBLEEEEEEEEE!

—¡Hange!

—Perdón, comandante. Voy, voy VOY, VOY. ¡Gracias, Hitch! ¡Gracias! —Hange se sentó a tomar datos, tarea para la que necesitó a Armin y Mikasa por la cantidad increíble de policías militares que acababan de sumarse a la causa suicida, tras ver la decisión de nada menos que Hitch Dreyse. La chica sintió los nervios erizándole el vello, una fuerte sensación de inseguridad, de peligro, de alerta sin ni siquiera haberse enfrentado aún a un titán. Su cerebro ya sabía que tendría que hacerlo, que las posibilidades de explorar los bosques exteriores sin encontrar titanes rozaba el cero por ciento. Lo había asumido, y estaba asustada.

«Pero creo que cuando veía el final, se arrepintió de estar allí«, recordó decir a Floch cuando habló de los últimos momentos de su amigo. Sintió el punzamiento de una herida que aún no estaba del todo cerrada en su corazón, que fue el darse cuenta de lo engañada que se había tenido a sí misma creyendo que Marlo no se había arrepentido de dar la vida.

—¡¡Hitch!! ¿Has… estás… estás segura? —Armin se tomó un rápido descanso para alcanzar a su amiga de las manos, le brillaban los ojos de ilusión.

—Por supuesto que no. Pero no puedo fallarle, ni fallarme a mí misma.

—¿Hablas de…?

—Hablo de mí. Y de Marlo. Él no era ningún cobarde. Y tampoco estaba enamorado de una cobarde, le pese a quien le pese. Y me lo demostraré. Puedo con esto y más. —Armin abrió la boca estupefacto, sintiendo el fervor y la valentía que aquella chica, la más inesperada en ofrecerse, irradiaba. Sin poder contenerse la abrazó y Hitch acabó por reír.

—¡Has hecho que venga más de la mitad de tu cuartel!

—Pues claro. Muevo masas. O de quién te crees que eres amigo, ¿eh?

 O de quién te crees que eres amigo, ¿eh?

(Recordatorio a lectores: este fanfic no deja de ser ficción derivada de la historia principal. A partir de este punto, los siguientes capítulos son enteramente inventados por mí y debe de ser así a la fuerza, puesto que Hitch es un personaje muy secundario en el anime pero es la protagonista de esta historia. Espero que disfrutéis de todo lo que le tengo preparado.)

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