CAPÍTULO 14. La venganza de los Blouse
—No lo hago nada mal, ¿verdad? —dijo a voz en alto, calculando antes de lanzar el último enganche. Era un equipo al que había que tratar con mucho cuidado, pues se desequilibraba con rapidez y dependías literamente de tu buena puntería. De pronto el sonido de un motor sonó lejano, pero indudablemente en dirección a la villa. Thomas le hizo un gesto a la rubia de lejos y ésta apuntó con cuidado, lanzándose hacia la planta baja del edificio donde Ymir solía practicar. No se había atrevido con los niveles más altos porque tenía vértigo. Prefería ir poco a poco. Al aterrizar siguió trotando para evitar que el impacto fuera tan grande y se acercó a Thomas, respirando agotada. —Madre mía, ¡esto cansa mucho!
—Sí. Mira, la que viene por allí es Ymir. Podrías enseñarle lo bien que se te da.
Historia sintió un sudor frío recorrerle la nuca al oír esa frase, no sabía que su ama estaría tan pronto de vuelta. Esto la hizo tragar saliva y por puro instinto bajó las manos a las correas, poniendo un tono de voz muy serio.
—Vamos, ayúdame a quitarme el equipo. Estaba en un nivel de gas intermedio, ¿podrías traer el combustible?
Thomas frunció el ceño al verla tan atosigada de repente.
—Tranquila, Ymir suele rellenarlo antes de cada uso, así que no importa. ¿Por qué estás tan alterada? —le preguntó el rubio mientras la ayudaba a deshacerse de todos los cinturones. Les dio tiempo a desengancharle el equipo y el gas de la lumbar, pero no le daría tiempo a ninguno a guardar las cosas. Historia pensó rápido y al tener ya el coche encima de ellos, curvó una sonrisa. Ymir estaba en esta ocasión en el asiento conductor, con unas gafas de sol retro y una expresión labial de pocos amigos, de hecho, no dio ni los buenos días al llegar. Thomas había notado algo raro en la actitud azorada de Historia… y de repente se preguntó si eso de «Ymir me ha dado permiso para usarlo» era verdad o le había vuelto a engañar. Al verla tan nerviosa, optó inmediatamente por la segunda opción.
—Historia, ¿qué pasa?
—Nada, sólo… voy a dejar esto rápido al establo. Estaba en el primer mueble, ¿verdad?
Wagner asintió y la vio salir escopetada. Y lo siguiente que vio fue a Ymir, saliendo del coche sin dirigirle la palabra ni a él ni al jardinero, andando decidida hacia la casa.
A esta le ha pasado algo, pensó. Qué pena. Con el buen humor que tenía cuando volvió de Islandia.
Historia estuvo de vuelta al poco de que Ymir entrara a la casa, cuando de pronto, y antes de poder retomar la conversación con Wagner, el sonido de un nuevo motor resonó cerca de los dos. Un vehículo de gama alta como el de Ymir, pero innecesariamente más ostentoso y de color amarillo chillón. Cuando ambos betas se voltearon a ver al enigmático propietario vieron que era Kaya, de la casa Blouse. Aquella chica era una alfa de ascendencia prácticamente desconocida, no le hacía sombra al linaje de Ymir ni de lejos. Pero la polémica se había desatado poco tiempo atrás cuando Ymir mandó devorar literalmente el cuerpo de su beta Sasha. Las autoridades acabaron dando parte a la casa Blouse, de donde Kaya era una alfa de buen poder adquisitivo y además, hermana de la asesinada.
—¿Y bien? —preguntó la joven rubia, cerrando su vehículo de un portazo y caminando con decisión hacia la entrada. —¿Dónde está esa hija de puta con pecas? Acaba de entrar huyendo, ¿no? Dile a esa zorra que salga. —Ordenó a Thomas, quien se mantuvo indemne y con cara de pocos amigos. Muy a su pesar, asintió despacio y se dio media vuelta, entrando a la mansión y dejando la puerta abierta. Historia no fue capaz de oír todas las palabras de la desconocida, pero sí lo suficiente como para percibir que había un aparente mal trato entre ambos. Como acababa de llegar del establo de dejar el equipo de maniobras, pilló aquel diálogo a medias.
—Y tú supongo que eres una de sus betas, ¿no? Qué cute. —Dijo con claro sarcasmo ofensivo, mirándola por encima de los hombros. Kaya tenía la misma edad que Historia, sin embargo, era más alta y fuerte que ella, como su sangre de alfa dictaba. Thomas volvió con Ymir y con un par de betas más, Mikasa y Pieck, que iban juntas en bañador, al parecer a la piscina. Claro que ante semejante escena, se pararon a mirar también.
—Es de la casa Blouse, Kaya. La hermana de Sasha. Bastante tarde parece haberse enterado de lo que ocurrió… —murmuró Pieck a Mikasa, justo cuando pasó caminando Historia. La bajita entendió enseguida lo que ocurría y no le gustó un pelo. No esperaba ver ningún enfrentamiento que acabara mal, odiaba que alguien se hiciera daño. Cuando miró a su alfa, vio que andaba con tranquilidad desde el porche hasta ella, mirándola como si le aburriera el hecho de tener que interactuar con ella. Se quitó por el camino las gafas de sol.
—Ymir, mi familia hizo un trato contigo para acordar que mi hermana encontrara un bienestar en esta casa. La unión de tu sangre con la mía era a través de Sasha. ¿Se puede saber por qué me estoy enterando tan tarde de que ha muerto bajo tu protección?
—Porque después de matarla, dejé que mis perros se la comieran. Lo siento, si hubieran dejado huesos, te los habría enviado. Sé que eres muy sentimental.
Historia sintió un profundo vuelco en el corazón al oír el destino que tuvo Sasha, y de igual forma ocurrió con las dos betas que habían pillado esa conversación sin venir a cuento. Una persona más salió del deportivo de Kaya: los padres de Sasha. El padre era otro alfa. Pero ninguno dijo ni una sola palabra, sólo se apoyaron en el vehículo y parecieron esperar. A Kaya le costó encontrar unas palabras que pudieran servir como respuesta a semejante y violenta declaración.
—Tú… eres una hija de puta que no tiene orgullo ni corazón. Has sido capaz de romper un trato por beneficio personal, y eso…
—Todos los Blouse llevan meses robándome e intentando adquirir acciones de mis dominios que no daré. Mis tierras son mías, no ofreceré ni un solo milímetro de césped que me corresponda. Te dejaré marchar tranquila si no abres más la boca.
Ofreció Ymir, acercándose lentamente a la chica. Ahora fue Kaya quien notó la imponencia física de la morena: todo el mundo hablaba maravillas de su belleza, a ella sin embargo, sólo le parecía una especie de marimacho con tetas. Ni siquiera se la veía fuerte, era delgada y tonificada… lo que tendría se lo habría dado el ejercicio, nada más. Y eso no distaba de lo que ella misma hacía.
—Las tierras adquiridas eran… fueron… motivación personal de Sasha. Tendríamos que habernos reunido y hablado las cosas pacíficamente, pero la has matado cruelmente. Y era mi hermana, Ymir —cerró los puños con fuerza, sintiendo contraerse el pecho. —Era mi hermana.
—¿A qué has venido, Kaya? —preguntó Ymir, mirándola de cerca. Estaban tan cerca y tan enfrentadas, que resultaba complicado para la rubia centrarse. Ymir tenía una mirada muy intimidante. Frunció el ceño. Ella también la tenía.
—He venido a vengar su muerte.
Como alfa, Ymir sabía perfectamente a lo que aludía aquella frase, y también lo sabían los veteranos que las acompañaban. La única que sólo podía sospecharlo era Historia, que jamás había presenciado algo así. Vio en la morena una mirada distinta, como si vacilara más pensativa.
—Eres una cría. No acabaré con tu vida—dijo por lo bajo. Historia percibió que Nikolo respiraba contraído, había salido de la mansión para presenciarlo todo. La tensión se podía cortar allí con un cuchillo.
—Tengo la misma edad de esa tipa de ahí, a la que bien que te habrás beneficiado. Ahí no te importa su edad, ¿verdad?
Ymir no cambió ni un ápice la expresión de su rostro, aún parecía estudiar la situación. Kaya negó con la cabeza y se volvió a poner seria, enfrentándola. La señaló con el dedo.
—No pienso hacer uso de mi titán. Eres puro mito. Ni siquiera creo que sepas luchar.
Nikolo miró a Moblit y luego a las chicas, con una clara sensación de agobio. Pieck alejó a Historia de las dos rivales y se situaron más lejos, como dándoles espacio.
—Chicas… —susurró a sus compañeras. —¿Van a pelearse hasta que una deje inconsciente a la otra?
Mikasa no respondió, estaba demasiado atenta a aquel escenario. Pieck pegó a Historia en un medio abrazo, susurrándole en el oído.
—Vuelve a casa, Historia. No querrás ver esto.
—Ni hablar. —Se zafó del abrazo y corrió rápidamente adonde estaban las dos alfas, intentando colarse en medio. Al resto de espectadores se les cambió la cara a una de terror.— ¿Pero qué hacéis? ¿Acaso pensáis matar la una a la otra, os habéis vuelto locas? ¡Un poco de sensat…!
La frase de la rubia se cortó de un brusco empujón, que la mandó rodando a varios metros hacia un lado. Adolorida, Historia se levantó ayudándose de la mano de Mikasa. Fue Kaya la que la había quitado del medio.
—¿Ves? —dijo Kaya, sonriendo con descaro. —Esa sí es una criaja. Te gusta que sean débiles y buenas, ¿verdad? Como mi hermana. Oh sí, te encantaba que fuera dócil a base de palos. Puta de mierda.
—¿Sabes? —dijo Ymir, con una sonrisa sardónica. Soltó una suave carcajada y relajó los hombros. —Si te hubieras preocupado más por ella, le habrías parado los pies. Sabías que no me quedaría de brazos cruzados cuando me enterara de vuestra expropiación. Sabías que no usaría la ley para defender mis tierras. —La encaró más, inclinando su rostro al de ella con una sonrisa de oreja a oreja. —Porque YO soy la ley. Y claro que era dócil a base de palos, como todas éstas. Y claro que son buenas. Mira cómo te miran. ¿No te has dado cuenta?
Kaya miró ceñuda a Mikasa y Pieck, que la miraban con lástima. Devolvió la mirada a Ymir, que continuaba hablando con esa asquerosa sorna y despreocupación.
—Te miran así porque saben que si cometes el error de enfrentarte a mí, morirás. Te he dejado una oportunidad de irte de aquí viva, Kaya. Ésta será la segunda. Decide si quieres volver con tus padres en el coche o enfrentarte por una causa muerta para morir también. —Se humedeció los labios, mirándola de arriba abajo. —Tienes coraje, pero no eres fuerte. Vas a morir. Eso te lo prometo.
La rubia había oído suficiente. La separó de un empujón que hizo a Ymir dar dos pasos hacia atrás. Antes siquiera de hacer nada, la morena echó un vistazo rápido a Nikolo y a Moblit, con una expresión que Historia no pudo analizar bien. Pero ellos dos sí la entendieron, y desaparecieron deprisa para meterse en la mansión. Cuando Ymir volvió a mirar de frente a Kaya la vio actuar muy deprisa, tomando impulso para sacudirle una patada tornado en el aire con mucha potencia. Ymir esperó pacientemente y cuando tuvo su empeine a punto de aterrizarle en la mejilla subió la mano y le encerró el tobillo en el aire, haciendo que toda la fuerza empleada para patearla se tradujera en un impacto en seco en el aire. Ymir vio cómo el cuerpo de Kaya quedó suspendido boca abajo, la chica respiraba con mucha rabia, nunca se había visto en esa situación. Se removió incómoda y trató de asestarle una patada con la pierna libre, pero antes Ymir le soltó el tobillo, dejando que se diera de bruces contra el yeso seco de su patio en toda la coronilla. Kaya dio un rebote de dolor y se alejó rápido de su alcance, pensando que la perseguiría, pero ésta se quedó en pie mirándola sin hacer nada.
—¡¡Pelea!! —gritó Kaya.
Ymir soltó una risa leve que enfureció aún más a la rubia. Se estaba burlando de ella. Porque además, no se movió ni un milímetro. Nuevamente tomó carrerilla hacia Ymir y levantó la guardia de boxeo. Mikasa sabía que esa chica no podía ganar, no sólo por la falta de experiencia, sino porque peleaba con rabia y se le notaba. Ymir salía muy temprano a correr y se ejercitaba a diario, incluso estando de viaje.
—Tú puedes elegir no enfrentarte a ella. —Gritó Historia a la más alta, que la ignoró por completo. Ymir también levantó los puños en guardia. Kaya tomó impulso de cadera para atacarla directamente con la derecha, pero tenía adelantada la pierna derecha también, por lo que supo rápidamente que era una finta. Kaya debía ser zurda. En lugar de responder, Ymir balanceó el tronco hacia atrás vertiginosamente y cuando efectivamente vio que ahora recargaba el puño izquierdo, le soltó una potente low kick que le desestabilizó la guardia, así desvió la trayectoria del puñetazo. Ymir aprovechó que tenía el brazo adelantado para retorcérselo en medio segundo debajo de su axila. El cuerpo de Kaya empezó a moverse a su conveniencia como el de un muñeco. Trataba de hacerle la zancadilla para convertir aquello en una lucha de agarres en el suelo, pero era incapaz de hacerla caer. Cruzó con más fuerza su pierna entre las largas de Ymir, concentrada en tirarla a toda costa, pero de repente recibió un codazo en el ojo que le durmió media cara. Ymir giró para tenerla de frente en menos de un segundo, y sin dejarla recuperarse le asestó una patada mucho más violenta directa al cuello, que impactó tan fuerte que resonó el eco de la piel. Kaya cayó al suelo sin siquiera trastabillar.
Historia empezó a sentir que el corazón le latía muy fuerte y tuvo otro amago de ir a separarlas, pero Pieck la agarró del brazo.
—Ni se te ocurra meterte ahí, pequeña.
—¿Es que nadie va a hacer nada? ¿Por qué? Maldita sea, ¿¡por qué!?
Ni Pieck ni Mikasa respondieron. Se notaba que Historia, acerca de historia de los alfas, sólo tenía el nombre. Pero desconocía todo lo demás. Nadie debía perturbar un combate a muerte entre dos alfas, muchísimo menos un beta. Si se entorpecía la pelea podía ser perjudicial para uno o para otro, y el bando afectado tenía pleno derecho a cobrarse la vida del beta por la interrupción. Vio que Kaya empezaba a arrastrar los brazos para erguir la cabeza, y cuando la levantó, la tenía ya hinchada del codazo y la caída contra el suelo. Ymir la miraba impasible desde arriba, en pie. Kaya no soportaba ese sentimiento de inferioridad, tenía espíritu de cazadora, así que reunió fuerza y valor para volver a ponerse en pie y subir su guardia. Esta vez, fue un poco más metódica. Calculó mejor la distancia de la pecosa. Se dio cuenta de que, cuando ahora empezó a lanzar puñetazos, Ymir la tenía muy bien medida a ella, sabía la distancia máxima a la que aspiraban sus brazos, por eso la esquivaba golpeara como golpeara. En una de las combinaciones se adelantó de un salto y la agarró de las corvas, logrando por fin tirarla al suelo. Ymir se puso alerta y cuando la vio escalarle encima del cuerpo la sujetó de los brazos, evitando que trepara más arriba.
—Te lo dije —arrastró Kaya la voz, luchando contra los brazos de Ymir pero sin separarse de sus piernas. Las tenía bien agarradas e iba ascendiendo poco a poco. —Ni siquiera hace falta que use mi titán. Si lo usas tú, serás una deshonra.
Como se dio cuenta de que no podía quitársela aún de encima hasta que viera algún hueco, Ymir se quedó sentada y evitó que la agarrara de la zona pectoral a base de puñetazos. Le sacudió uno, y luego otro. Cuando Kaya se quitaba la mano para avanzar rápido en su cuerpo le soltó otro, y otro por la otra mejilla. En el último pronó bastante la muñeca y logró clavarle los nudillos en la boca, lo que hizo que la rubia pusiera una expresión de dolor y parara de ascender.
—Madre mía, cómo le está dejando la cara… —Mikasa suspiró y se apartó de ambas, marchando hacia el hall sin mirar atrás. Historia volvió a intentar ir a pararlas, por tercera vez, y Pieck la agarró del brazo con más contundencia, girándola hacia ella.
—Créeme, Historia. Tu vida debe valer más. Si interrumpes, vas a morir. No por su mano necesariamente. La ley es así. —A Historia se le cambió el rostro al saber aquella condición. Suspiró intranquila y volvió la mirada a la pelea. Abrió los ojos al ver que Ymir había logrado revertir la postura y estaba sentada sobre Kaya, sin detener la maratón de puñetazos. Algunos ya los daba desganada, sin tomarse la pelea en serio. La chica intentaba agarrarle los puños, pero no veía bien con su sudor y la cantidad de sangre que tenía en las pestañas, tenía el rostro roto por todas partes. Si alguna se transformaba en titán a aquellas alturas, los medios de comunicación sabrían que sería por no saber aguantar la pelea en forma humana, hecho que era muy repudiado pues era la salida fácil. Pero en aquel momento, donde Kaya tenía tanto dolor hasta para respirar, realmente se lo estaba pensando, sus heridas no tendrían tiempo de regenerar si seguía así.Historia miró a los padres de Sasha y Kaya, que parecían estar discutiendo. De pronto se acercaron más a la contienda y Pieck apretó su hombro, intranquila.
—No deberían acercarse —dijo con las cejas fruncidas. Moblit ya hacía rato que había vuelto a la entrada, y observaba todo desde una saludable lejanía.
Kaya gritaba, intentaba con toda la fuerza que su cintura le permitía revertir la posición, pero aunque lograra hacer tambalear a Ymir, no llegaba a quitarla de encima.
—¿Bien, ahí abajo? —preguntó Ymir, y antes siquiera de darle chance a que pensara le clavó el puño bruscamente en la nariz, haciéndola gimotear. Le dio un codazo en la cara y después se levantó poco a poco, no había rastro de cansancio alguno en ella. Kaya se apresuró a levantarse, y al hacerlo tan rápido el cuerpo le dio un mareo enorme. Empezó a trastabillar. Ymir aguardó tranquila a que parara aquel baile involuntario, Kaya estaba muy mal.
—Tienes aguante al dolor —murmuró Ymir curvando una sonrisa. La sangre caía de la cara de la chica a goterones, sobre todo de su nariz, que la tenía ya dormida y rota. Levantó la guardia de nuevo y esta vez los puñetazos le salían tan cansados que la morena apartó con su mano la trayectoria y respondió con otro puño directo a la cara. El impacto arqueó fuertemente a la rubia hacia atrás y cayó de nuevo al suelo. Ymir fue detrás de ella y la pateó, logrando girarla bocabajo. Una vez así se acuclilló y le rodeó desde atrás el cuello con los brazos, en una postura que alertó a Moblit y a Pieck. Era un mataleón. Los padres Blouse acrecentaron los decibelios de su discusión. Historia no sabía qué ocurría.
—¿Y ahora qué…?
—Es un mataleón. La está asfixiando. Y Kaya está muy cansada…
Historia miró con desazón que Kaya emitía boqueos claros de falta de oxígeno, y aunque agarraba los brazos de Ymir, esta apretaba más y más, era una técnica infalible, y si los brazos estaban bien enlazados, no había forma humana de salir de esa. Kaya empezó a agonizar y las piernas dejaron de movérsele, lo único que le salió hacer en sus últimos suspiros fue pensar en convertirse. Su padre, repentinamente, lanzó un cuchillo cerca de su alcance, el ruido de la hoja alertó a todos los presentes. Kaya bajó la mirada y logró alcanzarlo a tiempo. Ymir frunció el ceño pero la rubia fue demasiado veloz, llevada quizá por el instinto de supervivencia. La apuñaló en un costado, y supo enseguida que la atravesó entre un par de costillas, menuda puntería. Ymir boqueó aire por la impresión tan repentina de aquel dolor y descruzó los brazos rápido, liberando a Kaya. Ésta gateó tosiendo y sangrando sin parar, recuperando el aire perdido, estuvo a punto de desmayarse y habría sido el fin.
—¡¡Ymir…!! Dios, ¡Ymir! —Historia se volvió loca y dos de los vigilantes acudieron a la pelea, sin intervenir. Sólo sujetaron a la beta y se dirigieron a distancia a los padres de Kaya.
—Es nuestro deber informarles de que ese gesto ha sido grabado por las cámaras de seguridad y habrá consecuencias —dijo uno de ellos, apuntando con un rifle a los dos Blouse. El alfa le señaló con el dedo.
—Me da igual, dispare. Cualquier cosa por salvar a estas idiotas de alguien como ella. Morirá sin hijos aquí hoy y es mi última palabra.
Ymir se quedó prácticamente quieta en el sitio, poniéndose de lado con gran dolor. Kaya seguía recuperando la respiración apartada de ella, mirándola. La morena apretó los labios y cerró los ojos… de un impulso se arrancó el cuchillo del cuerpo, conteniéndose de gritar. Su camiseta rápidamente empezó a extender una mancha. Respiró con mucha dificultad y más rápido, y soltó el arma, pero Kaya gateó y la recuperó.
—¡¡No!! ¡¡Ymir, cuidado!! —la morena abrió los ojos y se encontró a Kaya con el puñal en alto. Logró atraparla del brazo, pero la chica rápidamente cambió la hoja de mano y la volvió a apuñalar con fuerza en el mismo lugar, haciendo que Ymir diera un grito roto. Historia se revolvía en sí misma viendo aquella salvajada. No era justo. Empezó a sentir un ataque de nervios incapaz de hacer nada. Kaya rotó el instrumento y lo retorció en las heridas, haciendo que Ymir gritara muerta de dolor y soltara saliva por la boca. El cuchillo se lo dejó clavado para evitar su regeneración, y le escaló encima hasta sentarse sobre ella. Ymir respiraba de manera muy desigual, francamente dolorida. Cuando la rubia le dio el primer puñetazo logró separarle enseguida las manos hacia arriba, pero le temblaban su propios brazos, extenderse con una puñalada en el cuerpo era demasiado. Kaya estaba tan agotada, que apenas podía librarse de su agarre, por lo que dio una patada al mango del cuchillo para abrir más su herida desde dentro, sonriendo al oír el grito insoportable de la morena, revuelta en dolor.
—¡¡Conviértete en titán y sé tu deshonra!! ¡¡Vamos!!
Ymir la miraba con rabia, apretando los dientes. Pensó rápido… aunque lograra quitarse el cuchillo y comenzara a regenerar, la regeneración tardaría varios segundos en hacer efecto, ya le dolía demasiado. Pero no le dio tiempo a pensar por sí misma un mejor método, porque de repente, Kaya se liberó de una de las manos de Ymir y le sacó el puñal con la intención de clavárselo una tercera vez. El instinto de supervivencia actuó en ella y la agarró con mucha fuerza del rostro, empujándola hacia atrás. La chica estaba tan desfallecida que cayó de espaldas y antes de reaccionar tenía a Ymir encima. Lo único que pudo ver y sentir fue la rodilla ajena clavándosele en la muñeca contra el suelo, impidiéndole usar el cuchillo, y una rápida descarga de puñetazos sobre ella. Uno tras otro, perdió la cuenta enseguida, al tercero o al cuarto. Estaba empleando tanta fuerza en dárselos, que su contrincante empezó a perder la consciencia despacio, aturullada. Al octavo puño Kaya giró la cara a un lado y ya no respondió de ninguna manera. Tenía el rostro irreconocible, deformado, lesionado por todas partes, con ambas cejas rotas, la mandíbula desencajada y un tapiz de sangre. Ymir se levantó temblando del suelo con el pelo de la chica en la mano, arrastrándola hasta ponerla sentada. Puso una mano en la parte superior de su cabeza y la otra en el mentón, y en ese instante la madre gritó.
—¡¡No!! ¡Por favor! ¡Por piedad! Nos ha entrado miedo, ¡perderemos todo lo que tenemos! Pero por dios, no la mates… es la única hija que tenemos.
Ymir levantó la mirada hacia ellos varios segundos, y sin dejar de mirarles, le rompió el cuello a Kaya de un brusco movimiento, torciéndole la cabeza. No lo había hecho para dejarla parapléjica ni atontada. Había aplicado la fuerza justa para acabar con su vida en un segundo. Esa insolente no volvería a despertar. La madre empezó a lanzar un montón de improperios y se abalanzó sobre ella, pero antes de que llegara a tocarla un par de tiros lanzó a los Blouse al suelo, en un charco de sangre que cada vez se hacía más grande.
Historia había dejado de mirar cuando Kaya murió, abrazada fuertemente a Pieck, estaba tan conmocionada que era incapaz de llorar. El corazón le iba a salir despedido por la boca. El sonido de los disparos la hizo gemir del susto y sus brazos se apretaron más contra la morena, que la chistó.
—Sh, tranquila… ya ha terminado todo.
Moblit negó con la cabeza y ya tenía el móvil en el oído, tanto él como Nikolo sabían que Ymir iba a ganar, aunque temieron por un momento aquella acción de los padres. Sabían que la alfa de mayor rango no iba a convertirse en titán por muchísimo daño que le infligieran, era muy testaruda y orgullosa. Ymir miró un instante los cuerpos tirados en su recibidor y luego se levantó su propia camiseta, observando la herida que le había hecho la otra alfa. Aún no había comenzado la regeneración, por eso se sentía como una mierda. Tosió y escupió al suelo, y el esfuerzo corporal de toser hizo que emanara más sangre de su herida. Suspiró y se encaminó en silencio a la parte de atrás de la mansión. Moblit miró el estropicio con la lengua pillada entre los labios, odiaba aquellas malditas costumbres.
—¡Ymir! Ymir, deja que te acompañe… —dijo Historia al verla pasar por su lado, pero Ymir ni la miró, pasó de largo como un rayo y siguió andando. Pieck la retuvo de un brazo. —¡Déjame, Pieck! ¿Tampoco puedo ayudarla a limpiarse la herida?
—No vayas, Historia, no es buen momento.
—Suéltame —dijo envalentonada y se soltó de su agarre, haciendo que Pieck resoplara algo preocupada.
—Recogedlos e informad de la situación a la poca familia que les quede. El clan Blouse se acaba de borrar del mapa para los restos, no quedan más alfas —dijo Moblit finalmente a los guardias, que obedecieron al instante. El que los había matado lo hizo por pura normativa. La mancha de sangre sería muy difícil de quitar. Después, otra voz con algún tema administrativo sonó en la línea y se giró de nuevo, hablando de lo acontecido por el móvil.
Historia tardó bastante más de lo que esperaba en dar con ella. Se repasó todo el jardín exterior, la piscina, el cobertizo y también acabó mirando en los establos, pero no la encontró por ninguna parte y tampoco había montado en ningún caballo, por lo que tenía que estar por los alrededores de la casa. A punto de darse por vencida, mientras atravesaba el patio cercano a los cultivos, oyó un ruido de trastos caerse y paró de andar, dirigiendo la cabeza a un enorme arbusto. Nunca había reparado en él, habían demasiadas plantas alrededor de la casa, pero ahora que se acercaba por primera vez, vio que tras él estaba el cuarto independiente del jardinero, una pequeña edificación cercana a la mansión donde el hombre a veces hacía noche y tenía guardados todos sus utensilios. Tenía una rústica cocinita y un inodoro tras una simple puerta de lamas. La cama individual estaba encajonada en una de las esquinas. Ymir estaba subida a la almohada vestida ya solo con el top, no dejaba de sangrar. Historia contempló que las gotas de sangre oscura bajaban y se multiplicaban de su herida cuando hacía un esfuerzo, al tratar de arrastrar algo de un estante demasiado alto. Se miró las piernas y se maldijo por ser tan bajita y no poder ayudarla. Vio que el largo brazo de la morena temblaba al sostener una cajita de madera, pero pudo bajarse sin mayor dificultad con ella en la mano.
—Ymir…
La chica bajó la mirada como una flecha hacia ella, aún tenía el cuerpo alerta después de lo ocurrido.
—¿Qué haces?
La rubia miró atenta la caja, pero la que preguntó fue Ymir, así que intentó concentrarse.
—¡Quería saber cómo estabas! ¿Necesitas algo?
—Lárgate —le dijo secamente, y abrió la caja de madera. Dentro habían pequeños cachivaches que Historia no reconoció. Le entraba curiosidad por saber qué andaría buscando en un momento así. Se acercó un par de pasos, los justos que volvieron a alertar a Ymir. Cuando sus miradas se cruzaron vio que estaba atenta a un pendrive que había agarrado y cerró la caja de golpe. —Te he dicho que te largues. Qué estás mirando.
Historia dejó de mirar y subió sus grandes ojos a ella, negando rápido.
—No miro nada, pero no sé qué andas haciendo.
—Te he dicho que te vayas —repitió, pero con la voz más contundente. —Estoy bien.
—No estás bien. Pienso llamar a alguien para que traiga un botiquín —se volteó y abrió la puerta, pero Ymir la sujetó del hombro.
—Te he dicho que estoy bien. ¡LÁRGATE! —le gritó a pleno pulmón, haciendo que Historia diera un paso atrás asustada.
—Bien… —no lo aguantó. No aguantaba que fuera tan amargada. Ella sólo estaba preocupada después de creer que iba a perderla… lo cual a Historia se le antojaba un poco cómico ahora. Corrió sin más al exterior, bajando las escaleritas que daban a esa zona, pero de repente sintió unas profundas ganas de llorar. No podía aguantar hasta el cuarto. Seguía nerviosa de ese encuentro que habían tenido las alfas, había sido demasiada acción. Paró en una de las esquinas de la casa donde no vio a nadie y se sentó abrazándose las rodillas, dejando que sus lágrimas cayeran por sus mejillas. Se las secaba rápido, pero otras nuevas volvían a caer. Sintió una sensación muy horrible cuando le gritó así, no paraba de reproducirlo en su cabeza.
Tendría que recuperar los papeles que firmé. Tengo que hacer que los firme y largarme.
Ymir salió de la casita del jardinero y cerró con llave, dejándola metida en la cerradura. Por suerte, el vapor por fin había empezado a emanar de sus heridas y la hemorragia se había detenido. En el pendrive habían otros archivos guardados de hacía meses que demostraban que los Blouse le habían estado robando, quizá los necesitaría si los pocos que quedaban con vida intentaban desprestigiarla o denunciarla. Al rodear la mansión por la parte de atrás se topó con Historia, que se mantuvo encogida con el rostro oculto en las rodillas. Siguió andando y estuvo a punto de pasar de largo, pero poco a poco fue parando y echó la vista atrás.
¿Está llorando?, pensó.
Se dio la vuelta mucho más despacio y regresó con pasos largos y lentos, hasta llegar a ella.
—Oye.
Los hombros de Historia se encogieron un poco al escucharla, pero no hizo nada. Ymir se acuclilló lentamente, tratando de ver a través de los huecos de sus brazos, pero no lograba verle el rostro.
—¿Estás así por el grito? —preguntó curiosa, aunque al ver que seguía sin responder de ninguna forma le hundió los dedos en el cabello, tirando sin fuerza de ellos para que la mirara. —¿Me estás ignorando?
Al verle el rostro tuvo un suave respingo, estaba llorando. Aquellos enormes y preciosos ojos azules eran los más tristes del mundo, y brillaban cuando seguían dejando deslizar más lágrimas.
—Vaya forma de estropear una cara tan preciosa —dijo en un susurro, soltándole el pelo.
Historia no entendía por qué se le acercaba, si a veces parecía que todo con respecto a ella le daba igual.
—Yo sólo quería…
—Mira, ya lo sé. Pero no puedes espiar todo lo que hago o lo que tengo escondido en ciertos puntos de la casa.
—Y yo qué sabía… siempre me… tratas como… —le costaba hablar por el llanto, pero Ymir se le acercó un poco más y probó sus labios cubiertos de lágrimas, notándolos salados. Historia sintió un vuelco en el pecho al recibir esa respuesta. Cerró los ojos y bajó las rodillas, dejando que la morena se acercara para dárselo mejor. Cuando subió las manos para abrazarla sintió la herida abierta e Ymir se distanció con una expresión de dolor reprimido. —¡Perdón! Perdona, perdóname… no veo dónde toco. —Se disculpó, aunque Ymir pareció no darle importancia.
—Tengo que hacer un par de cosas después de todo este lío. No quiero que entres a mi despacho hasta que las acabe —murmuró, separándose y poniéndose de pie. Historia se puso de pie con ella y la rodeó del cuerpo, procurando no hacerle daño. Ymir se quedó un poco sorprendida y la miró sin hacer nada, dejándose abrazar.
—Creí que te iba a perder… nadie me dejaba hacer nada…
Ymir volvió a sentir cosas en el cuerpo muy extrañas. Cosas que no debía, como alfa, por seguridad. Miró a Historia largamente, llorando mientras la abrazaba y diciéndole esas cosas…
—Vamos a casa, venga.
—Ymir… —ascendió el rostro lloroso a ella desde su altura, mirándola algo suplicante. —¿No nos podemos dar un baño juntas o algo así? Y después dejarte tranquila con tus cosas… quiero estar contigo —susurró volviendo a pegar el rostro en su cuerpo. Otra vez. Está provocándome esas cosas. Era muy frustrante, porque hasta ahora había desconocido esas sensaciones. Era un cosquilleo interno, algo molesto que la hacía mirarla con otros ojos y otros pensamientos. Era… demasiado tierna. Y eso la hacía peligrosa. Ymir comenzó a andar sin responderle un largo rato, haciendo que Historia se limpiara sola las lágrimas mientras seguía andando detrás suya.
—Ymir.
Como un cachorro ansioso por que su dueño le saque a pasear. Si te doy lo que quieres cuando lo pidas, harás conmigo lo que quieras. Aléjate de mí, o te alejaré yo.