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  • Paradero Desconocido

CAPÍTULO 22. El alcance del shimmer


El sonido de la cremallera de su tienda la hizo ponerse rápido en pie y vestirse el camisón que le habían dejado, aunque la persona al otro lado no entró hasta que Vi le respondió de vuelta.

—Sí, adelante.

Caitlyn terminó de bajar la cremallera y entró adentro, cerrando tras de sí. 

—Perdona, ¿estabas cambiándote? Puedo venir luego.

—Qué pregunta es esa. No vas a ver nada que no hayas visto ya muchas veces.

Caitlyn se quedó callada, y cuando Vi se bajó los pantalones apartó la mirada. La parte perversa de Vi disfrutaba un poco al comprobar esa inocencia que seguía teniendo, de un modo u otro.

—Sólo quería saber si estabas bien, si tienes alguna herida o algo…

—Un moretón, pero se curará solo. No te preocupes. —Se bajó el camisón largo y tiró los pantalones a cualquier esquina. Después se sentó en la butaca y señaló las tacitas. —Hay té caliente, ¿quieres?

—No hace falta.

Vi asintió sin insistir y ella sí tomó un par de sorbos de la suya. La morena miró de reojo su cuerpo y se aproximó a la mesita con ella.

—No has estado mal… vigilante.

Vi sonrió al escuchar la última palabra.

—Al final voy a tener que agradecértelo. Me he sentido útil… después de mucho tiempo.

En lo que hablaba, Cait extrajo de su bolso una especie de envoltorio. Dentro había un recipiente de aluminio con un postre que tenía muy buen pinta. Se lo puso encima de la mesa.

—Sabía que estabas cualificada para ello, así que tuve que insistir. Esto es para ti, ¿vale? Mañana tenemos que levantarnos temprano. Come bien.

Vi tragó el té con dificultad. Aquello era absurdo.

—La que debería comer bien eres t…

—Bueno —la interrumpió rápidamente Cait. —Estoy mucho mejor con ese tema, despreocúpate.

Vi se pasó la lengua lentamente por el labio superior, muy pensativa. Le contestó al cabo de varios segundos.

—No sabía que ese soplón de Ekko te había contado con tanto detalle lo que he vivido estos meses. ¿Por eso te acercaste a mí?

—Yo no me acerqué, Vi. Fuiste tú.

—¿Yo? —la miró incrédula.

Caitlyn suspiró cerrando los ojos, no tenía ganas de discutir.

—Soy estúpida y te he aguantado mucho, pero de verdad que traté de alejarte el día en el que me desmayé. No me dejabas trabajar. Te lo pedí muchas veces.

—Pero… era porque estabas muy…

—Quizá si hubiesen sido otras las circunstancias, u otra mi personalidad, habría llamado a seguridad mucho antes y te habrías ido a patadas de allí. Pero sí. Estaba débil y en el fondo me gustaba verte preocupada por mí. Aunque eras… muy…

Vi frunció el ceño, dejándola hablar sin intervenir. Cait apretó los labios antes de soltar la palabra.

—… insistente.

—Te recuerdo que fuiste tú la que me besaste después.

Cait movió los iris hacia ella lentamente, un poco preocupada.

—¿Qué?

—Me besaste tú. Tú, Caitlyn.

—Ya lo sé. ¿Y qué?

—Pues que ya sabías cómo era. Cómo soy. No quiero hacerte ningún daño, pero es verte y me vuelve la vida al cuerpo, y cuando me besaste ambas sabíamos que yo iba a querer continuar hasta el final.

—No nos acostamos esa noche, no quisiste —dijo, en un tono algo burlón.

—Porque temía que del esfuerzo te pasara algo más, yo que sé. Estabas muy débil, ¿sabes? En condiciones normales iría hasta el final bajo cualquier circunstancia. Pero mira, de todas formas hace poco lo pensé fríamente, y… debo de ser una mala mujer.

—¿Pero por qué lo dices?

—Porque me di cuenta que me va a dar igual lo que haya pasado entre nosotras, da igual la magnitud de lo malo que nos ocurra. —Hizo una pausa para concentrarse en ella, y la miró tan fijamente que Caitlyn se volvió a sentir algo acorralada. Vi arrastró las siguientes frases, como si odiara decirlo. —Da igual lo malo que te haga, que me hagas, que nos hagamos. Si te me vuelves a acercar lo más mínimo, o veo la mínima posibilidad de poder tener sexo contigo y sentirte, voy a ir hasta el final. Me dan igual las consecuencias.

—Las consecuencias no serían malas si no te volvieras… —paró antes de decir una palabra que no debía, y buscó otra— …violenta después. ¿Cómo pudiste ocultarme que te veías con Sevika y aceptabas dosis de shimmer? Ya sabías lo peligroso que era.

—Porque quiero que se nos respete. Nunca lo entenderás.

—Deja de decir que nunca lo entenderé. A ti te queda mucho por aprender del respeto, ¿sabías? Hacia mí, hacia cualquiera. Hacia ti misma. He perdido la cuenta de cuántas veces te has dejado de respetar en el momento que te metías esa mierda en el cuerpo.

—Así que quieres tener esa conversación, ¿verdad? —aumentó un par de tonos la voz, irónica. Caitlyn cerró la boca y suspiró fuerte por la nariz, mirando a otro lado. De pronto, de manera totalmente inesperada, Vi la agarró por los hombros, los apretó y se le puso muy cerca, mirándola con fijeza. —Si ya sabes que tengo problemas serios, y si lo nuestro es imposible, deja de acercarte a mí. Deja de hacerlo, deja de traerme dulces y de ser amable, por dios, deja de ser tan jodidamente buena persona conmigo, Caitlyn, PARA. —Le hincó más los dedos, Caitlyn empezó a mirarla algo acobardada, parecía fuera de sí. —Para de hacerlo, porque voy a aprovecharme, ¿¡entiendes!?

—No —dijo en un susurro, mirándola con un destello muy desafiante.

—No estoy bien, Caitlyn, me he vuelto una puta desequilibrada. Intento ser mejor, de verdad que lo intento. Pero no lo soy. A la mínima que te me acerques voy a querer acostarme contigo y lo voy a hacer, haría lo que hiciera falta para conseguirlo. Lo que sea. ¿ENTIENDES? Eres lo que me hace sentir viva. Y si tengo que mentirte y decirte que lo he dejado, lo haré.

—Deja de hablarme así —se removió para que le quitara las manos de los hombros, y se intentó poner de pie, pero Vi la agarró de la muñeca y la inclinó hacia ella.

—¿Me has entendido?

—Suéltame o te juro por lo que más quieras que no me volverás a ver en tu vida.

—Pero tú has entrado aquí por tu cuenta, ¿VERDAD? ¿¡VERDAD!?

—Es increíble la capacidad que tienes para mandarlo todo a la m…

—¿SÍ, VERDAD? —La cortó. — ¿YA NO TENGO LA CAPACIDAD PARA HACÉRTELO OLVIDAR TODO, NO? ¿¡ESE AHORA ES JAYCE!? —vociferó.

—Por dios, ¡cálmate!

—PUES RESPÓNDEME, CAITLYN. ¡RESPONDE!

—¡DEJA DE GRITARME!

Cait tiró fuerte para liberar su brazo, pero Vi le clavó las uñas al volver a retenerla, y entonces la otra quitó toda expresión de su rostro al percibir un atisbo rosa en los iris de la luchadora. Aquello era malo, muy malo. Paró de moverse con la intensidad que lo hacía y llevó una mano a la de Vi, tocándola pacíficamente.

—¡Calma…!

Vi tenía fuertemente mordido el labio inferior, pero al cabo de unos segundos, su respiración menguó un poco y sus ojos volvieron a presentar su característico azul grisáceo. Dejó de clavar sus uñas de repente, mirándose la mano. Le temblaba. Volvió a mirar a Caitlyn. Ésta, lejos ya de estar asustada o triste, la miró con un atisbo de preocupación.

—¿Lo ves? —dijo sin más, frunciendo las cejas.

—No lo he seguido tomando, te lo juro. Te lo juro, Caitlyn.

—Pues claro que no. Qué creías, ¿qué los efectos se te iban a ir de un mes para otro? ¡Esa mierda es igual de inestable que tú, se queda revoloteando en tu cuerpo MESES! Ni siquiera sabías lo que te metías cuando decidiste semejante locura… dios mío. —Se tapó la cara con una mano, suspirando. Frotó la frente intentando no perder los pocos estribos que le quedaban.

Vi cayó de bruces contra el taburete, apretando con mucha fuerza sus propios párpados, y de la rabia, sintió que perdía los nervios. Jamás había llorado tan rápido como en ese momento. Empezó a sollozar fuerte sin poder evitarlo, una explosión de emociones brusca, se sentía como una mierda. Aquello sorprendió a Caitlyn, pero la sorpresa de ver a la chica que amaba en tales condiciones, pasar de un estado de ánimo a otro de forma tan rocambolesca, también la entristecía. Vi se sentía engañada por Sevika. Arrastró un gemido de rabia, pateando el suelo de lona de la tienda, y se ovilló al acercarse a sus propias rodillas. No paraba de llorar de manera tan iracunda que Cailyn tuvo que apartar la mirada, tragando saliva. Al parpadear un par de veces los ojos se le humedecieron solos.

—Y no se trata de ser buena —le dijo, respondiendo a lo que Vi había dicho en mitad de su crisis. —Simplemente no soy una hija de puta, sufro viéndote de esta manera.

Vi dio un sollozo más ruidoso, en ningún momento se quitó las manos de la cara. Las lágrimas brotaban continuamente de entre sus párpados cerrados, discurrían hasta sus antebrazos.

—Qué coño pasa ahí dentro —se oyó al otro lado de la cremallera de la tienda, Vi ni siquiera miró, simplemente hizo un esfuerzo por tragar el resto del llanto, pero estaba muy compungida, respiraba mal. Caitlyn miraba la entrada de la tienda pero como si no lo hiciera. Estaba cabizbaja, oyendo a Vi llorar. Sabía que el que estaba al otro lado era Jayce. Se pasó una mano por el pelo y suspiró brevemente, cogiendo fuerzas para no salir de allí huyendo y ponerse a llorar ella también. —QUE ALGUIEN ME RESPONDA O ENTRARÉ —dijo Jayce, alarmado.

—Tranquilo —murmuró su amiga, secándose rápido una lágrima furtiva que se había deslizado por su párpado inferior. Se la secó con el pulgar de espaldas a Vi, no quería que la viera. —Estamos hablando.

—Los gritos se oyen hasta la última tienda.

—No habrá más gritos.

Jayce quería entrar, con todas sus fuerzas, quería entrar y llevarse a Caitlyn de ahí, pero respetó lo que dijo y con pesadumbre, se dio media vuelta y se alejó, aunque no del todo… no se fiaba.

Caitlyn se giró hacia Vi y muy despacio, se acuclilló frente a ella. Vi tenía los ojos cerrados, respirando con algo más de normalidad, tenía las pestañas empapadas. Se notaba, por su expresión facial, que intentaba por todos los medios relajarse. Sintió el calor de la mano de la peliazul tocándola en la pierna y suspiró, sin abrir los ojos.

—Tenemos dos opciones —susurró, mirándola fijamente desde abajo. —Pasas esto sola y corres el riesgo de volver a caer en la trampa, o lo pasas con mi ayuda. No sé cómo has tocado fondo de esta manera, y ya no quiero saberlo, pero no voy a tolerar de nuevo las cosas que has llegado a hacerme. Vas a tener que luchar muy duro contra ese veneno. —Bajó el tono de voz. —Hablo en serio. Si no lo haces y vuelves a hacer algo similar, te voy a encarcelar.

Vi asintió, por fin separó sus párpados, enjuagados en lágrimas. Los labios rosados no paraban de temblarle. Caitlyn miró sus ojos alternativamente, por largo rato, buscando leerla de alguna manera. Parpadeó y bajó después un poco la mirada, susurró dolida.

—¿Me has mentido alguna vez para acostarte conmigo?

—No he llegado a hacerlo. No con ese fin. —Apretó los labios, lanzó de repente un suspiro. —Pero ganas no me han faltado.

Cait asintió lentamente, volviendo a mirarla. No hacía falta examinarle mucho los ojos para saber que miraba a una persona devastada. Vi despegó los labios para volver a hablar.

—No he vuelto a probarlo, te lo juro por mi hermana. Te juro que no he…

—Ya lo sé, Vi. Te lo acabo de decir. Sé cómo funciona el shimmer. Tus arranques serán cada vez menos intensos y más fáciles de controlar, hasta que dejes de tenerlos. Mira. —Acarició una especie de erupción cutánea que Vi tenía cerca de la muñeca. La acarició con cuidado y volvió a clavar sus ojos celestes en los ajenos. —Son secuelas temporales. Te metiste en su momento mucho de golpe. ¿Recuerdas a los vagabundos que habían cerca de tu antigua casa? Por esto se empieza —Vi parpadeó y una lágrima volvió a surcar su mejilla derecha.

—Me convertí en dos cosas que juré destruir. Primero, ser una vigilante. —Cait la miraba atentamente cuando dijo aquello. —Y la segunda, en un maldito adepto de Silco. Ahora doy asco. No pretendía ser ninguna de ellas y mírame, dos en un mismo cuerpo.

—Mira, ¿sabes qué? Nada se puede lograr ahora lamentándote —cogió una mano de Vi y la abrazó con las suyas, sin dejar de mirarla. —Vi, no eres ningún bebé. Quiero que te responsabilices de todo lo que has hecho hasta el día de hoy por tomar las decisiones equivocadas.

Vi tragó saliva, sin responder. La vigilane continuó.

—Quiero que recuerdes todas y cada una de las cosas que has hecho, porque te lo digo muy en serio, has sido el ejemplo viviente de todo lo que combato. Me has hecho un daño terrible… te lo prometo, nadie me había hecho llorar toda la noche como tú lo has hecho. La única… maldita cosa que te ha salvado fue que Ekko se reuniera conmigo para contarme todo lo que estabas haciendo con tu salud.

Vi asintió repetidas veces, aspirando por la nariz.

—Caitlyn…

—Quiero estar a tu lado y ayudarte a pasar esto. —Apretó con delicadeza la mano de Vi. —Porque ha sido una tortura y de verdad que quiero descansar. Me has puesto a prueba. Y casi me ganas.

—Sevika insistió en que las nuevas fórmulas estaban mejoradas y que no sólo no generaba ya adicción, sino que te volvía mucho más fuerte sin destrozarte el cuerpo. Pero cuando empecé a ser más fuerte, dijo que tú no me perdonarías que los medios para serlo hayan sido con el uso de shimmer. Dijo que no lo entenderías y bueno… ya estaba con las manos metidas en la masa para retractarme.

—Eres mucho más fuerte de mente de lo que ella cree. Pero se ha aprovechado de lo vulnerable que te dejó lo de tu hermana. No debiste haberla escuchado.

—Ya lo sé. Lo sé, y ahora me arrepentiré toda la vida por ello.

El sonido de una cremallera correr las hizo guardar silencio. Jayce entró muy malhumorado, notablemente enfadado y con el ceño fruncido, mirándolas tan cercanas. Vi tenía la cara brillante por las lágrimas derramadas, y Caitlyn parecía consolarla, agachada frente a ella. Cuando Vi cruzó miradas con él dejó de mirarle, como si sintiera vergüenza.

—Creo que ya le has provocado suficientes dolores de cabeza. Deberías marcharte.

—Jayce, este no es el momento. Deja que hable con ella —saltó Caitlyn a defenderla, sabía que la pelirrosa no estaba en ese momento como para seguir una conversación.

—No, Caitlyn. ¿Ha vuelto a hacerte daño? ¿Te ha golpeado?

—No. Y baja un poco el tono, no quiero que el resto…

—Todos la han escuchado. Y sinceramente, empiezo a estar harto de ella. No tienes por qué aguantarla.

Vi apretó los labios y miró al suelo muerta de la impotencia, porque lo peor, es que Jayce llevaba toda la razón. Cait se puso en pie lentamente y se giró a Jayce.

—Por favor —le explicó susurrando, para que Vi no les oyera. —Está muy mal, necesita descansar.

—¿Y tú no? ¿y nosotros no? Cait, recapacita… esta tía está loca.

—No es ella misma cuando se pone así. Conociéndome, ¿crees que lo aguantaría?

—La primera vez no sabías que consumía shimmer y lo aguantaste.

—¿Que lo aguanté? —la vigilante frunció el ceño, mirándole seriamente. —Las personas cometemos errores y tenemos derecho a una segunda oportunidad. Tú no la viste, no sabes cómo ocurrió.

—Te volverá a hacer daño. Qué dura eres de mollera. Y encima te enfadas conmigo.

—No me enfado contigo, Jayce, pero no quiero que hables de lo que no sabes.

—Dile que salga al exterior. Pienso llamar de momento a la policía local de la zona, y que pase la noche en un calabozo. Dejarla acampar con nosotros puede ser peligroso.

Cait soltó una risa desganada, negando con la cabeza.

—Cupcake, tiene razón —Vi pareció escuchar varios trozos de la conversación y se levantó pesadamente del taburete.

—Ni te acerques a ella —Jayce se interpuso entre ambas, empujándola con levedad, pero lo suficiente como para que la mente torcida de Vi se lo tomara como una provocación. Aquel gesto puso una tensión enorme en el ambiente. La pelirrosa tuvo que hacer un esfuerzo para no romperle la mandíbula de un puño.

—No voy a hacerle nada. Ni a ti ni a ella, ni a nadie.

—Demasiadas veces lo has prometido ya. LÁRGATE.

—No —Cait bajó la mano de Jayce, interponiéndose ahora entre ambos. —Jayce, ve a descansar, yo haré la guardia. Estás un poco irascible tú también.

—¿Su labia te ha nublado el juicio? ¡Apenas te reconozco! ¿Vas a dejar que esta tipa te manipule y mangonee a sus anchas? Sabía que no teníamos que confiar ninguna parte del plan a ella, ni a ella ni a los Firelights, son gente extraña. —Señaló a Vi con la mano abierta. —NO TE QUIERE, TE ODIA. TE MATARÁ A LA MÍNIMA QUE LE VUELVAS A LLEVAR LA CONTRARIA. ¿¡Pero cómo no lo ves!? ¿Se te ha olvidado cómo te dejó la cara? No me extraña que su hermana le haya dado esquinazo, ¿quién iba a querer tenerla a ella de hermana?

Vi abrió los ojos desmesuradamente, mirando a Jayce como si acabara de recibir de él una bala. Bajó inmediatamente la mirada, las mejillas se le encendieron. Caitlyn se quedó mirando fijamente a su amigo, alucinando, pero reaccionó rápido y se acercó a Vi sin dirigirle la palabra al consejero. Él, iracundo, pudo oír alguna que otra palabreja suelta cruzarse entre ellas, pero estaban susurrando demasiado y no captó nada a derechas.

—Caitlyn —insistió, pero de repente la peliazul se abrazó fuerte a Vi. Vio que aquella violenta mujer rodeaba el cuerpo de Caitlyn con una necesidad inhumana, y que ocultaba la cara en su cuello. Estaba llorando. ¿Otra puta vez? ¿Desde cuándo esta animal llora tanto? Lo hace para manipularla. Jayce puso los ojos en blanco y rezongó. —Escucha, Cait.

—Haz el favor de marcharte —le interrumpió Caitlyn, mirándole con medio rostro mientras abrazaba a Vi, pero con mucha fijeza. —Por favor, vete.

Jayce murmuró un par de improperios y se fue, cerrando de mala gana la tienda. Vi no pudo aguantar y volvió a explotar, llorando sin tregua. Caitlyn suspiró largamente, una de las dos tenía que ser la fuerte, el comentario de su amigo había ido directo a herir. Había sido un golpe bajo que le sorprendió. Pero también estaba sorprendida de ver la vulnerabilidad de Vi con tanta emoción retenida por los meses.

—Hey… vamos. Estás echando por tierra lo que te dije de tu fuerza mental —rio un poco, tocándola del cuello para instarla poco a poco a que se fuera separando de su propio cuello. Vi la abrazó con más fuerza y se pegó más a ella, negándose a salir de su calor. Caitlyn aprovechó que no la miraba para cerrar los ojos, abrir la boca y tomar aire despacio. Cuando la conoció no se imaginaría nunca que la vería en semejantes circunstancias.

—Cariño, vamos —le susurró, acariciándole la espalda. —¿Comemos juntas?

Vi negó con la cabeza, los labios le temblaban. Comenzó a besarla del cuello tal y como estaba, con la cara empapada en el llanto, y cerró más los brazos alrededor de la estrecha cintura de Cait. La vigilnte no sintió ningún placer esta vez.

—Vi, vamos comer algo. Quiero que descanses. —La agarró rápido de las mejillas, separándola de su cuello, y se miraron fijamente unos segundos. Vi bajó la atención a su boca y se le abalanzó, devorando sus labios como si aquello fuese mucho más que una necesidad: se lo acababa de decir antes. La quería muchísimo y se sentía viva. Caitlyn se puso más seria y apartó bruscamente la cara hacia un lado, despegando sus labios con más esfuerzo del que le hubiera gustado. —Para.

Vi paró. Se quedó mirándola de hito en hito, y se separó despacio. Cait suspiró apenada y retomó las caricias en su mejilla. Sin decir nada se fueron separando del todo; Vi se mantuvo cabizbaja hasta que sintió que la mano de la vigilante se cruzaba con la suya. Aquello le hizo latir con más vigorosidad el corazón. Caitlyn tiró de ella y la hizo sentarse en el mismo taburete donde estaba. Soltó su mano sólo para acercar el postre que había traído. Había estado tan enfrascada en mierdas sin importancia todo aquel tiempo, que olvidó algo. Se lo recordó el hecho de verla retirar el envoltorio de aluminio al dulce que parecía un pudin.

—¿Qué es eso? Jamás lo he visto.

—Pudin, lo ha hecho mi padre.

—¿Te hizo la comida? Qué angelical… ya sé a quién te pareces más.

Caitlyn no pudo evitar sonreír con algo de ternura al acordarse de su padre.

—Sólo comeré si te lo comes conmigo —agregó la pelirrosa. Sacó una de las cucharillas de las tazas para ofrecérsela. Señaló con el mentón el pudin. —Vamos, empieza. Estás más flaca que un palillo de dientes.

—Es mi constitución, pesada —rio un poco y probó una cucharada. Aquello era una auténtica delicia. Vi acabó comiendo más, impresionada por el sabor. Nunca había probado el flan, pero según Caitlyn, la textura y el sabor se parecían al flan. El azúcar menguó bastante las ganas que tuvo de repetir una oleada de llanto. Se sentía asombrosamente mejor. Buscó algún tema de conversación para no recordar lo que Jayce le había espetado.

—¿Es difícil hacerlo? —preguntó, mirando el envoltorio ya vacío.

—No creo. Aunque no es que me guste mucho cocinar, ya lo sabes…

Vi se encogió de hombros, divertida.

—Perdona, pero el arroz aguado te salía de maravilla.

—Qué mala eres, te encantaba mi arroz aguado.

—Y la pasta pasada. Y el estofado quemado pero crudo por dentro…

—Déjame en paz —rio junto a ella, negando con la cabeza. Dejó su cuchara.

—Oye, Caitlyn…

Cait notó el tono más serio y dejó de sonreír, pero la miró con más ánimo en la mirada.

—¿Sí?

—Sabes que te quiero muchísimo, ¿verdad?

Primero se quedó callada, un poco atontada por la pregunta. Pero se serenó rápido y asintió dejando de mirarla.

—Sí.

—Siento que no hayan salido bien las cosas entre nosotras. Y quiero que sepas que no voy a molestarte de nuevo. —Caitlyn empezó a negar con la cabeza al escuchar esto, pero Vi continuó. — Estos meses me han hecho ver que tengo muchas cosas que enmendar y… que cambiar, de mi propio carácter.

—Espera, Vi.

—No, déjame acabar…

Cait asintió brevemente, fingiendo poner la atención en la cucharilla que estaba girando con sus dedos.

—Espero que pase lo que pase, tengas una vida muy muy muy larga, no quiero otro sheriff en Piltover.

Caitlyn amplió la sonrisa y ahora sí la miró, los segundos pasaron y pasaron, hasta que las miradas parecían ser las que hablaban. Caitlyn sintió que su corazón volvía a bombear más rápido y eso fue la primera y única señal que necesitó para dejar de mirarla. Dejó de tocar la cucharilla y pareció ponerse más seria de repente.

—Jamás he dejado de quererte.

Vi abrió un poco más los ojos, pero con la mirada aún gacha.

—No creo que sea fácil dejar de hacerlo —prosiguió la morena. —Tampoco sé si realmente he querido dejar de hacerlo. Pero hoy… tenerte cerca de nuevo, luchando de mi lado… haríamos un buen equipo. Seríamos un buen símbolo de unión entre una nación y otra, ¿no crees?

—No lo había visto así. —Murmuró. Dio una pequeña palmada en la mesita y se incorporó. —Espera aquí un momento. No mires.

Cait arqueó una ceja, mirándola levantarse del asiento e ir a rebuscar alguna cosa a sus espaldas. La siguió con la mirada hasta que la pelirrosa la señaló con el dedo para que mirara a otro lado, así que volvió la vista adelante. Cuando pasaron algunos segundos, Vi le puso por delante un fino colgante de hilos de cuero, que desembocaba en un diminuto corazón de madera. Era un corazón pequeñito, precioso, que ponía una fecha. Caitlyn parpadeó bastante asombrada, quiso decir algo, pero menos aún le salieron las palabras cuando sintió que Vi lo pegaba a su cuello y le pedía que se recogiese el pelo para poder engancharlo. Caitlyn cerró los ojos despacio, una sonrisa se acrecentó en su boca. Tras abrochárselo, Vi se le acercó desde atrás y llevó una mano a su cuello, muy suavemente. Deslizó la yema de sus dedos por su yugular, hasta su mandíbula. Se acercó y le dio un beso en la mejilla. Susurró.

—Espero que no te tomes a mal la historia, pero… te vi con Jayce en una tienda de artesanías. Aunque esa en concreto era de joyería bastante cara… me fijé en un corazón de plata con diamantes, pero no podía pagarlo. —Hizo una pausa para colocarse en frente de ella. Caitlyn la siguió con la mirada, sin hablar. La pelirrosa agarró con cuidado el corazón de madera en alto y frente a ella lo separó en dos. Tenía un minúsculo imán casi invisible. —Hice las piezas con mucho cuidado, porque quería que no se viera que se podía partir. Por eso cuando se unen, esa línea divisoria no se ve, ¿ves? —las volvió a unir, y efectivamente, apenas se apreciaba línea alguna. —Pensé en hacer dos, pero no. Mi corazón es tuyo, y quiero que tengas tú todas las partes. Y sé… que no es tan bonito como el que habrás visto allí, o a lo mejor mirabas otra cosa… pero… entendería que no quisieras ponértelo. Sólo quiero que lo tengas. ¿Cupcake?

Caitlyn la miraba fijamente, y luego devolvió la mirada a su colgante. No deseaba que fuera de plata y diamantes, jamás se imaginó que Vi se tomaría la molestia de hacer algo así. De crearlo desde cero.

—El que había allí era más bonito, pero… —continuó Vi, pero Cait encerró el colgante en su puño y eso la hizo callar.

—No digas tonterías… Vi, esto… es perfecto.

—Si no lo quieres llevar, puedes hacer lo que estimes conveniente con él.

—¿Pero te quieres callar…? —susurró divertida, alargando el brazo hasta los labios de Vi. Vi sonrió al sentir su dedo. Se puso en pie y Cait la repitió, bajando el brazo.

—Sé que recientemente fue tu cumpleaños… —empezó la pelirrosa, rodeándola de la cintura. Caitlyn la miraba fijamente, aún estaba un poco en shock. Sentir que ese corazoncito se lo había hecho Vi la hacía sentir frágil, frágil por el amor inmenso que sentía por esa mujer. —No tengo ni tendré jamás palabras para agradecerte todo lo que haces por mí. Esa fecha fue del día en que te vi por primera vez. —La agarró de la mano, ascendiéndola a su boca despacio. Besó sus nudillos mirándola. —Te quiero.

—Te quiero… —susurró algo ruborizada la vigilante. Vi la volvió a abrazar, abarcando su espalda una y otra vez con caricias. Ahora que no podía verla cara a cara, Cait se permitió poner una expresión de dolor que no controló.

Pero qué duro es esto, joder. Va de cero a cien en un segundo, y de cien a cero en otro. El amor es doloroso, incluso cuando es bonito. Por qué estos momentos no durarán para siempre… no quiero que te separes de mí jamás.

Eso pensaba Caitlyn. Se aferró contra su cuello, también la acarició de la espalda. Vi paseó la nariz por la mejilla de Cait y estuvo a punto de besarla, pero se contuvo. La morena le devolvió la mirada y al darse cuenta de que se paró, se acercó ella, rozando mimosa la punta de su nariz contra la ajena. Vi sonrió.

—Cupcake…

—¿Sí?

—¿Dónde vas a dormir?

—Aquí. Contigo.

Esas dos palabras alegraron el corazón de Vi, arreglando su noche. Los altibajos que estaban viviendo en su relación se debían, casi en su totalidad, al consumo de shimmer. Respetar a Cait era lo menos que podía hacer. Tenía que hacerle un monumento por su paciencia y su bondad… y por ser mil veces más madura que ella al saber entenderla, incluso habiendo sufrido el impacto de todas sus rabias.

—Si Piltover me necesita… lucharé por Piltover. Me has demostrado que eres la persona más desinteresada del mundo. Y te lo agradeceré hasta el día de mi muerte.

Dos horas más tarde, en la tienda de Jayce

Ambas mujeres se acostaron en el mismo saco de dormir, pero Caitlyn tenía muy claro lo último que le dijo a Jayce: prefería quedarse ella de guardia antes de que lo hiciera él, sabía que ni estaba acostumbrado, ni estaba de humor para soportar una noche en vela después de la violenta situación que habían tenido los tres en la tienda de la luchadora. Esperó pacientemente a que Violet se quedara dormida. La pobre no tardó ni veinte minutos. La cercanía de Caitlyn le daba paz, la hacía sentir bien, y con el estómago lleno su cuerpo se rindió al cansancio físico deprisa. Cuando llevaba un rato dormida, Caitlyn muy lentamente se separó de su cuerpo, la tapó bien y se enganchó alrededor de la cintura el cinto con su arma reglamentaria. Fue hasta la carpa de Jayce.

—¿Jayce?

—Enseguida salgo, sólo estaba tomando una bebida energética.

—Quédate ahí. Te dije antes que yo haría la guardia. Descansa un poco.

Jayce no le contestó con palabra alguna. Con movimientos toscos, salió al exterior. Cait notó su carácter y enseguida le hizo un gesto con los labios para avisarle de que no hablara alto.

—Dijimos que yo haría la guardia, y así va a ser.

—No estás acostumbrado y yo sí. Y estás alterado.

—¿No irás a decirme que no tengo razón en todo lo que le he dicho? Caitlyn, por amor del cielo…

Cait le miró varios segundos, fijamente. Tenía mucha fuerza en la mirada, él lo sabía.

—¿Cómo se te ocurre decirle algo así? —acabó diciendo, pero suspiró y negó rápido con la cabeza. —Sabes qué, no me lo digas. Voy a hacer la guardia.

—Cait, espera. —La tomó suavemetne del brazo y miró la tienda de la que había salido, como si temiera que Vi oyera o viera algo de lo que iba a pasar. Miró fijamente a su amiga. —Estas últimas semanas han sido muy importantes para mí.

—Para mí también.

—Necesito saber si lo que siento esta vez es correspondido, Caitlyn.

La vigilante se quedó de una pieza al oírle, y más cuando notó que la mano de su amigo la rondaba por la mejilla con una delicadeza sospechosa. Cait parpadeó rápido e inspiró, desviando la mirada hacia abajo.

—Mira, Jayce…

—Vi te tiene confundida, te está enseñando un mal concepto del amor —le trató de explicar, apartándole mimosamente un mechón de su rostro. Cait soltó una risa muy breve, fruto más de la situación que de la seriedad que de por sí tenía.

—No importa lo mal que esté el concepto que me enseñe. Yo el amor lo conozco muy bien, y lo que siento por ella va más allá.

Jayce cerró sólo un segundo los ojos, asimilando la fuerza de sus palabras.

—Cait…

—Tienes más posibilidades amorosas con ella que conmigo. A Vi le gustan también los hombres, pero a mí no. Eres un amigo maravilloso y atento, pero cualquier intención que sobrepase eso, no tiene futuro. Lo… lo siento mucho. La quiero a ella.

—Estás loca —dijo apartando la mano, y separándose un poco. Caitlyn no se quedaría a discutir la magnitud o veracidad de sus sentimientos, eso ni siquiera le incumbía a Vi, sólo a ella. Se ajustó el cuello de la camisa y sin decir nada más se giró para salir, pero ahí escuchó otra frase a sus espaldas. —Cuando te vuelva a poner la mano encima no te pienso consolar. Te merecerás todas las lágrimas que te haga derramar de ahora en adelante.

Caitlyn se giró muy lentamente, mirándole con el ceño fruncido. 

—Te ahorraré el sufrimiento de verme llorar, no te preocupes. ¿Algo más?

—Te vas a arrepentir. Y espero que te arrepientas.

En una situación normal, Caitlyn hubiera abandonado la estancia mucho antes de haber llegado a ese cruce de palabras, no solía aguantar ciertos desplantes. Pero algo la invadió desde dentro. Quiso girarse hacia la salida, pero en lugar de eso, permaneció mirándole fríamente y finalmente dio un paso hacia él.

—Y yo espero que jamás tengas que pasar por algo así, en cualquiera de sus partes. Debe de ser duro sentirte una mierda y que la persona que amas te haga semejante desprecio y te deje solo. La vida no es tan fácil, ¿sabes? No pienso dejarla sola. La he regañado y hecho los avisos pertinentes, pero he visto con mis propios ojos que nada de lo que está padeciendo se lo está inventando, muy distinto sería si lo volviera a hacer en el futuro. 

—Pierdes tu tiempo con ella.

Caitlyn no le respondió más. Abrió la carpa y se marchó. Haría la guardia con el resto de los compañeros. Jayce no volvió a salir de su tienda hasta el día siguiente.

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