CAPÍTULO 27. Noche de caza
Una hora más tarde Tumbó a la chica de una patada en el trasero. Llevaba ya rato sollozando y sus rodillas estaban sangrando por el arrastre. No logro entenderlo, pensaba irritada, ¡soy yo su dueña! ¡Tendría que salirme con la mía… EL CIEN POR CIEN DE LAS VECES! Pateó a su víctima con más fuerza. Esa vez la chica no osó levantarse. Se quedó echada sobre la tierra, temblando. Ingrid suspiró largamente y prestó más atención a la esclava que lloriqueaba frente a ella. Sus guardaespaldas habían observado indemnes cómo la maltrataba. La mujer, de no más de veinte años, […]