CAPÍTULO 31. La tortura astral
“Nami…” Inagawa llevaba pasando muy malas noches desde la utilización del último hechizo. Había vomitado después de marcharse de casa de Kitami; los dolores postoperatorios habían regresado igual que cuando acababan de operarla y tenía molestas interrupciones del sueño. Lo achacaba a tener que quedarse en casa de su padre, una casa a la que sabía, tarde o temprano prendería fuego cuando estuvieran todos los miembros de su familia en alguna cena navideña. Con esa orgásmica imagen se quedó dormida, con las llamaradas ganando altura, igual que los gritos de sus primos y sobrinos pequeños chillando mientras se les chamuscaba […]