CAPÍTULO 17. La liberación
Quedaban sólo dos meses para los exámenes finales y el comienzo del verano. Ingrid había faltado a clases una semana, lo que necesitó su piel para disimular los moratones y curar las heridas que su padre le había provocado. Debido a que aún no tenía bien desarrollados los poderes de su sello, la regeneración era lenta, casi igual a la de un humano común. Ryota la puso igualmente sobre aviso de que los años que le quedaban por cursar, sería en un internado a kilómetros de cualquier civilización. Las horas en su habitación todo aquel tiempo se le habían hecho […]